
Uno de los avances más importantes en el conocimiento de la realidad social ha sido el desarrollo de bases de datos mucho más completas y regulares que las que existían no hace más de dos décadas. En la actualidad, en la mayoría de países europeos existen encuestas y registros administrativos que permiten trazar con mucha mayor precisión un retrato más ajustado de las necesidades sociales, tarea que va a abordar la Fundación Bancaria “la Caixa” en distintos informes.
Esa abundancia de información no significa, sin embargo, que el salto desde la disponibilidad de datos a la interpretación de los logros y retrocesos en la satisfacción de esas necesidades sea inmediato. Por un lado, es necesaria la sistematización de la información que ofrecen las distintas bases de datos en un conjunto coherente de indicadores, que sea suficientemente representativo y tenga una dimensión adecuada. Por otro lado, la mayoría de los trabajos que abordan el estudio de las necesidades sociales se ciñen a la explotación exhaustiva de alguna de las fuentes disponibles, dados los problemas de armonización y puesta en común de la información primaria en las respectivas bases de datos.
El objetivo de este informe, el primero de una colección sobre la medición de las necesidades sociales en España en los distintos ámbitos que constituyen el bienestar, es precisamente intentar representar en un conjunto básico de indicadores significativos y novedosos la incidencia y las características de las necesidades relacionadas con el bienestar económico y las condiciones de vida de los hogares españoles. Mediante esos indicadores se pretende ofrecer a la sociedad un relato sobre el bienestar material de la población a partir del conjunto de fuentes disponibles. Entre estas se incluyen la Encuesta de Condiciones de Vida, la Encuesta de Presupuestos Familiares, la Encuesta de Población Activa, todas ellas del Instituto Nacional de Estadística, y la Encuesta Financiera de las Familias, del Banco de España.
El informe utiliza como eje para el seguimiento de las necesidades sociales materiales un triple reto desde la perspectiva de las necesidades individuales: disponer de ingresos suficientes y estables, mantener un equilibrio económico-financiero que limite los problemas de sobreendeudamiento y evitar la pobreza severa. El hecho de contar con información comparable para distintos momentos del tiempo, antes y después de la crisis económica, nos permite dar respuesta a una primera pregunta general, que es dónde estamos y cuál ha sido la evolución en los tres retos citados.
Adelantando lo que los lectores podrán encontrar en las siguientes páginas, el retrato es esclarecedor: prácticamente todas las condiciones materiales de vida empeoraron desde mediados de la década pasada. Además, frente a la idea tan extendida en buena parte de los decisores y en la opinión pública de que los problemas del bienestar están fundamentalmente determinados por el ciclo económico, en la etapa de recuperación posterior a la crisis los niveles en esas condiciones siguen lejos de los que había antes del comienzo de la gran desaceleración económica.
BIENESTAR ECONÓMICO Y MATERIAL |
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En este primer informe se miden las necesidades sociales relacionadas con el bienestar económico y material. Cualquier persona y hogar debe hacer frente a tres retos fundamentales: 1. Disponer de ingresos suficientes y estables: solo si se consiguen ingresos suficientes para alcanzar un nivel de vida digno en la sociedad de referencia se podrá asegurar que las necesidades personales y familiares están cubiertas. 2. Mantener un equilibro económico-financiero que limite los problemas de sobreendeudamiento: si las familias no logran mantener un equilibrio adecuado entre ingresos y gastos, será inevitable que reduzcan su patrimonio o que contraigan deudas, y con ello aumentarán las dificultades. 3. Evitar la pobreza severa: prevenir las situaciones de pobreza constituye uno de los principales retos sociales en los países desarrollados para mejorar las condiciones materiales de vida de la población. |
En el informe nos comparamos también con Europa mediante la selección de indicadores representativos de cada reto. En todos ellos España retrocedió posiciones durante la última década. Relacionando, de nuevo, la capacidad económica del país con la cobertura de las necesidades sociales, el informe muestra que la posición española en todos los rankings es netamente inferior a la que le correspondería según su nivel medio de renta.
Como tercera pregunta, nos planteamos también, nuevo a través de una propuesta de indicadores, cuál es la respuesta de las políticas públicas a estas necesidades. Los lectores encontrarán datos muy específicos que resumen, de nuevo, algunas de las singularidades del modo en que se extienden las necesidades en las condiciones materiales. La consecuencia de la menor dotación de recursos invertidos y las lagunas en el sistema de protección es que España es uno de los países con menor capacidad para dar cobertura a las necesidades sociales analizadas en el informe.
El hecho de resumir la información a través de un sistema básico de indicadores, dejando que los datos hablen casi por sí solos y cualificando el relato con breves comentarios específicos que ayuden a la interpretación, constituye una novedad en el panorama de estudios sobre la realidad social. Le queda ahora al lector navegar en las páginas del informe, construir su propio relato y confrontar lo que normalmente son opiniones y hipótesis con un conjunto novedoso y amplio de datos objetivos.
1. Resumen ejecutivo
Lo más importante
- Más de uno de cada cinco ciudadanos están por debajo del umbral de riesgo de pobreza, lo que supone una tasa muy por encima de la gran mayoría de los países de la Unión Europea, incluso de varios con menor nivel de renta que España.
- Casi una de cada tres personas obtiene ingresos por debajo de lo que consideran necesario para conseguir un equilibro con sus gastos. Este desajuste financiero puede alimentar situaciones de estrés y ansiedad.
- La precariedad laboral y el desempleo provocan que muchas personas afronten caídas significativas de renta cada año, lo que genera gran inestabilidad e inseguridad económica. Paralelamente, los bajos ingresos y su inestabilidad dificultan considerablemente los procesos de autonomía personal.
- La crisis supuso un rápido empeoramiento en la satisfacción de las necesidades sociales más básicas. A ello se unen las dificultades crecientes para la mejora de las relaciones sociales y el porcentaje creciente de personas que no pueden hacer frente a los consumos esenciales.
- El aumento de las situaciones de pobreza prolongada arroja una señal de alarma sobre los futuros niveles de bienestar económico y material.
Lo más importante
- La tendencia de los problemas de vulnerabilidad económica es especialmente negativa al ubicarse España ya antes de la crisis entre los países peor situados dentro de la Unión Europea.
- En todos los indicadores seleccionados como representaitvos, España retrocedió posiciones durante la última década.
- En todos los indicadores la situación de España en el ranking es claramente anómala respecto ala que le correspondería según su nivel de renta, ocupando posiciones menos favorables que otros países con menor capacidad económica.
Lo más importante
- No ha habido mejoras claras en la intensidad protectora del sistema.
- Los recursos invertidos en el sistema de prestaciones monetarias son menores que en otros países.
- Las cuantías que se pagan quedan muy por debajo del umbral de pobreza.
- España es uno de los países donde menor es la capacidad del conjunto de prestaciones para reducir la pobreza monetaria.
2. Conclusiones
1. Las condiciones materiales de vida empeoran en España
Prácticamente todos los indicadores seleccionados para medir el estado de las necesidades sociales en la dimensión de las condiciones materiales de vida han empeorado desde mediados de la década pasada. Esta pauta de cambio refleja una importante reducción de los niveles de bienestar en la sociedad española, sin que los tímidos avances registrados en el corto período de recuperación económica desde el final de la pasada crisis hayan logrado revertir esas pérdidas.
2. Gran incidencia de la pobreza monetaria
Uno de los rasgos que más manifiestan la situación crítica en cuanto a las dificultades para contar con fuentes de ingresos suficientes y estables es la gran incidencia que tienen las situaciones de pobreza monetaria en España. En más de uno de cada cinco ciudadanos la renta disponible del hogar está por debajo del umbral de riesgo de pobreza, lo que supone una incidencia del problema muy por encima de la gran mayoría de los países de la Unión Europea, incluso de varios con un menor nivel de renta que España. Este indicador ya era notable antes de la crisis económica, pero la intensidad y prolongación de esta hicieron que aumentara todavía más. La crisis también hizo que creciera drásticamente el número de hogares sin fuentes regulares de ingresos, por el progresivo agotamiento de las prestaciones por desempleo.
3. Inestabilidad económica
Los problemas de insuficiencia de ingresos se combinan, en muchos casos, con otras carencias y desventajas. Aunque los datos más recientes indican una cierta mejoría, la precariedad laboral y el desempleo producen un número importante de situaciones en las que muchas personas (entre el 10 y el 15% del total) afrontan caídas significativas de renta cada año, lo que genera una gran inestabilidad e inseguridad económica. Paralelamente, los bajos ingresos y su inestabilidad dificultan considerablemente los procesos de autonomía personal en más de una cuarta parte de las personas mayores de 25 años en España. Existe, además, una acusada brecha de género en los niveles de independencia económica, por lo que urge la adopción de reformas que eliminen los obstáculos que limitan el progreso de la carrera laboral de las mujeres.
4. La recuperación económica no está trayendo recuperación social
De la evolución de las cifras en el largo plazose deduce que la reactivación de la economía, aunque puede reducir las dificultades para obtener ingresos suficientes y estables, no logrará por sí sola el progreso buscado en este ámbito. Para que los mayores niveles de empleo supongan una reducción significativa del riesgo de pobreza, deben mejorar las condiciones laborales de un segmento amplio de trabajadores, además de aumentar la cobertura y la adecuación de las prestaciones dirigidas a grupos sociales actualmente poco protegidos.
5. Insatisfacción, estrés y ansiedad
Otro claro exponente de la emergencia de nuevas necesidades ligadas a las condiciones materiales de vida es el creciente grado de insatisfacción económica en la sociedad española. Casi una de cada tres personas obtiene ingresos por debajo de lo que consideran necesario para conseguir un equilibrio con sus gastos. Este desajuste financiero puede alimentar situaciones de estrés y ansiedad.
6. Falta de equilibrio financiero
Esta realidad queda corroborada por otros indicadores de la presión financiera que experimentan los hogares en diferentes situaciones, como el hecho de que más de un tercio de la población tenga dificultades para llegar a fin de mes o el porcentaje similar de población que vive en hogares que desahorran regularmente. Que un segmento significativo de la población tenga problemas para conseguir un equilibrio entre lo que gasta e ingresa no solo afecta a su futura situación económica, sino al propio balance financiero de la sociedad española, lastrada por el excesivo endeudamiento. El problema se alimenta también de la propia dificultad que muestran los hogares españoles para tomar conciencia de la necesidad de ajustar sus gastos a sus ingresos, especialmente en las fases expansivas de la economía.
7. Necesidades materiales elementales en aumento
Además de las carencias en los indicadores monetarios, se advierten también problemas muy arraigados en la estructura social en el resto de las condiciones materiales de vida. La crisis supuso un rápido empeoramiento en la satisfacción de las necesidades sociales más elementales, acentuándose los problemas en los equipamientos de la vivienda y consumos básicos como un rasgo característico de la sociedad española. De especial importancia es el mal comportamiento de los indicadores relacionados con la vida social, síntoma de las dificultades crecientes de amplios grupos para mantener la participación social, y con el nivel de consumo, dada la gravedad de no poder hacer frente a los gastos básicos.
8. Cronificación de la pobreza
El retroceso en las condiciones generales de vida no es ajeno a la cronificación de algunos procesos de empobrecimiento de la sociedad. El alargamiento de las situaciones de riesgo de pobreza, que ha afectado de manera creciente a un número relevante de hogares (cerca del 14% de la población española lleva más de tres años en situación de pobreza), arroja una señal de alarma sobre los futuros niveles de bienestar, ya que pasar en esa situación períodos prolongados es garantía casi inequívoca de carencias más graves en el largo plazo en casi todas las dimensiones fundamentales para la cobertura de las necesidades sociales (empleo, salarios, salud o relaciones sociales).
9. España cae en las comparativas internacionales
El deterioro general que muestra la evolución de los indicadores se revela también cuando los datos de España se contemplan a la luz de la experiencia del entorno más próximo. En todos los indicadores seleccionados como representativos de las distintas subdimensiones analizadas, España retrocedió posiciones durante la última década. Especialmente negativa es la tendencia de los problemas de vulnerabilidad económica, al encontrarse España, ya antes de la crisis, entre los países con valores más altos. Cabe destacar también que en todos los indicadores la situación de España en el ranking es claramente peor de la que debería tener según su nivel medio de renta, ya que en todos los casos ocupa posiciones inferiores a las de muchos países con menor capacidad económica.
10. Prestaciones sociales monetarias deficientes
Una de las principales razones de este retrato tan desfavorable es la debilidad del sistema de prestaciones monetarias. Los recursos invertidos son menores que en otros países; no ha habido mejoras en la intensidad protectora del sistema, a diferencia de lo sucedido en el entorno más próximo, y las cuantías que se pagan quedan muy por debajo del umbral de pobreza. No es extraño que España sea uno de los países con peores resultados en cuanto a la capacidad del conjunto de prestaciones para reducir la incidencia de la pobreza monetaria.
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Necesidades sociales: bienestar económico y material
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