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1El riesgo de pobreza entre la población en edad de trabajar creció un 20% durante la Gran Recesión, mientras que entre las personas en edad potencialmente inactiva disminuyó un 35%.
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2En España, el riesgo de pobreza de los ocupados es moderadamente alto en el contexto europeo (11,5% entre los asalariados y 22% entre los autoempleados).
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3Aun así, por la extensión del desempleo, las personas desocupadas concentran más del 50% del riesgo de pobreza de la población en edad de trabajar en España.
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4Tener trabajo es más que una protección frente a los riesgos económicos: reduce la brecha de pobreza económica, y también reduce otros riesgos materiales y subjetivos.
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5El riesgo de pobreza se concentra en hogares con participación laboral incompleta: casi la mitad de los hogares pobres tienen una baja participación laboral, con una tasa del 64,3%.
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6El sistema de protección social español dificulta combinar rentas laborales y transferencias a nivel individual.
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7Los hogares con participación laboral incompleta se benefician de la combinación de rentas salariales y transferencias sociales: tienen menor riesgo y brecha de pobreza que aquellos que solo viven de rentas salariales.
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8Las transferencias sociales reducen el riesgo y la brecha de pobreza en los hogares con intensidad laboral baja en un 26% y un 46,5%, respectivamente.
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9Los hogares con intensidad laboral alta no pueden reducir su riesgo de pobreza a través de una mayor participación laboral.

Tasa de riesgo de pobreza y brecha de pobreza de los hogares con intensidad laboral media y baja según la composición de las rentas.