Un segundo indicador de la eficacia de las políticas públicas es la adecuación de las prestaciones monetarias, que da una medida de la capacidad de las mismas para satisfacer las necesidades básicas de las personas beneficiarias. La vía más directa y habitual para medir los niveles de adecuación de las prestaciones que buscan garantizar los ingresos es compararlas con los umbrales de pobreza para cada tipo de hogar.
En los tres instrumentos analizados (pensión no contributiva, renta activa de inserción y rentas mínimas), los datos parecen indicar una mejora en la cobertura que ofrece la prestación.

Así, por ejemplo, en el año 2008 la pensión no contributiva equivalía a casi un 55% de los ingresos que determinaban, entonces, el umbral de pobreza de un hogar unipersonal, mientras que, ocho años más tarde, esta pensión equivalía a casi el 63%.
Sin embargo, esta mejora aparente de la cobertura no corresponde a una mejor dotación de las prestaciones, sino a una caída del valor que determina dónde se sitúa, en cada caso, el umbral de pobreza. En realidad, la crisis ha hecho que este valor haya caído sensiblemente desde el año 2008.
En cualquier caso, las prestaciones de garantía de ingresos incluidas en la comparación resultan claramente insuficientes para cubrir el riesgo de pobreza, y en todos los casos quedan por debajo del 66% del umbral. Esta brecha es todavía mayor cuando aumenta el tamaño del hogar, como en el caso de las parejas con hijos. En estos hogares, los niveles de adecuación están por debajo del 45% en el promedio de las rentas mínimas y no llegan al 30% en el caso de la Renta Activa de Inserción.
La posibilidad de relacionar las cuantías de las prestaciones con los umbrales de pobreza permite, también, compararnos con otros países europeos.
Por un lado, los datos de la Encuesta de Condicion es de Vida de la Unión Europea (EU-SILC) permiten calcular los umbrales de pobreza para los distintos tipos de hogar en todos los países de la UE. Por otro lado, existe información relativamente homogénea sobre las cuantías de las prestaciones en cada Estado miembro de la UE.
Los datos referidos a las prestaciones de garantía de ingresos incluyen una información muy rica sobre las cuantías básicas de los sistemas generales de rentas mínimas y los diferentes complementos existentes.
Como en el apartado anterior, hay que advertir, sin embargo, que la comparación puede no ser del todo perfecta, ya que, además de la prestación básica de renta mínima, varios países añaden complementos que tienen en cuenta una amplia diversidad de características personales y familiares (edad, enfermedad, gastos de vivienda, necesidades educativas, gastos médicos y muchas otras condiciones), y que no siempre son fácilmente identificables en los ficheros disponibles.
En cualquier caso, si comparamos los países europeos en función de la adecuación de las rentas mínimas en relación con los ingresos que determinan el umbral de pobreza para un hogar de dos adultos y dos menores, lo primero que llama la atención son las grandes diferencias entre países. De los 24 países para los que hay información disponible sobre la adecuación de la última red de protección, el promedio de las rentas mínimas autonómicas (valor tomado para España pues esta prestación está transferida a las CC.AA.) ocupa el lugar 19.

Hay algunos países nórdicos, como Dinamarca, que pueden presumir de una gran adecuación de las prestaciones, ya que cubren casi por completo el riesgo de pobreza. Otros, como los anglosajones, presentan indicadores cercanos al 75%. Los países centroeuropeos ofrecen, en general, niveles medios de adecuación: entre el 50 y el 70% del umbral de pobreza. En el caso de los resultados medios de España, estos resultados son sensiblemente inferiores a los de la mayoría de los países de nuestro entorno.
A pesar de que hay regiones que aparecerían en lazona medio-baja del ranking y algunas incluso en la parte más alta, como el País Vasco y Navarra, en la mayoría de los programas los indicadores de adecuación son muy bajos dentro del contexto europeo.