Según numerosas encuestas, la gran mayoría de los ciudadanos reconoce la necesidad de pagar impuestos y aprueba su existencia como instrumento redistributivo y de financiación de los servicios públicos. No obstante, sabemos que la disposición a aceptar el pago de impuestos no es la misma en todos los ciudadanos ni para todas las figuras fiscales. Un ejemplo patente es el diferente apoyo social al Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF) y al Impuesto de Sucesiones y Donaciones (IS): el segundo se enfrenta en muchos países a una mayor resistencia social y política, lo que ha conducido en años recientes a una acusada reducción en la imposición de las herencias e incluso a su práctica desaparición en algunas comunidades autónomas. 

Sin embargo, numerosos estudios experimentales sobre justicia distributiva sugieren que deberíamos esperar lo contrario, ya que la desigualdad se acepta más cuando se percibe como derivada de desiguales esfuerzos personales, en lugar de ser consecuencia de la suerte o de recursos «caídos del cielo» como una herencia. ¿Por qué, entonces, el IS, que grava recursos no generados por el beneficiario de la herencia, suscita un apoyo mucho menor que el IRPF, que grava fundamentalmente el trabajo del contribuyente? 

Diversos estudios han ofrecido explicaciones de esta diferencia (Gross et al., 2017; Prabhakar, 2009) basándola, por ejemplo, en la importancia de determinados valores familiares como legitimadores de la transmisión de herencia sin apenas carga impositiva, las percepciones del supuesto papel de dichos impuestos para impulsar la igualdad de oportunidades o la reducción de la desigualdad, o el desconocimiento sobre cómo afectan esos impuestos al propio hogar en función de su situación en la distribución de la renta y la riqueza (OCDE, 2021). 

Para estudiar esta cuestión, en marzo de 2020 se administró un cuestionario en línea a una muestra de 1.500 personas, representativa de la población española. El cuestionario presenta la aplicación de dos tipos de impuestos, IRPF e IS, en distintas condiciones y trata de determinar qué factores influyen en su valoración. Dado que se trata de un tema sensible que invita a ocultar las verdaderas preferencias, el diseño experimental con asignación aleatoria de individuos a diferentes tratamientos o condiciones controladas por el investigador permite minimizar, mejor que otras metodologías, los resultados e interpretaciones sesgadas. 

La encuesta pide a los participantes que seleccionen un tipo fiscal efectivo (para uno de los dos impuestos, según el tratamiento asignado), y que lo hagan, aleatoriamente, para tres hipotéticos niveles diferentes de renta (en el caso del IRPF) y tres cuantías de herencia (en dinero) combinadas con tres posibilidades más de renta del heredero (en el caso del IS); las cuantías de renta seleccionadas son las mismas en ambos impuestos. Los sujetos solo reciben información genérica sobre el tipo mínimo y el máximo aplicables hoy en España en ambos impuestos. 

Al mismo tiempo, se han incorporado dos parámetros más como tratamientos experimentales. En primer lugar, a la mitad de los participantes se les pidió que eligieran un valor entre 0 y 100 para contestar a la pregunta de qué porcentaje de hogares creían que estaban por encima y por debajo del suyo en la distribución de la renta en España. De este modo sabemos cómo de ricos (o pobres) se consideran los encuestados en relación con el resto de la población. Algunos estudios (Fernández-Albertos y Kuo, 2018) han mostrado que muchos ciudadanos tienen percepciones incorrectas en este sentido, y que facilitarles información más precisa al respecto puede aumentar su apoyo a tipos fiscales más progresivos. En nuestro estudio no se les presenta información correcta sobre su ubicación en la distribución real de la renta, sino que se observa si el mero hecho de reflexionar sobre la misma influye en sus preferencias fiscales. 

El segundo parámetro incorporado es el discurso con que se presenta la situación hipotética que describe el impuesto y las cuantías de renta y herencia. Así, los sujetos leían una frase breve que relacionaba el impuesto con (a) la igualdad de oportunidades, (b) la reducción de las desigualdades, o bien (c) se presentaba de manera neutra. En los dos primeros casos se esperaba activar una conexión entre el impuesto y principios genéricos de justicia distributiva. En la tabla 1 se presentan los tratamientos y escenarios hipotéticos del diseño experimental.

El cuestionario inquiere también sobre el grado de importancia que los sujetos confieren a la familia (según una escala estándar de familismo), su ideología, confianza social, preferencias por la redistribución y otras variables actitudinales y sociodemográficas habituales, atendiendo así prácticamente a todos los factores relevantes para explicar las preferencias fiscales. A la vez, que los participantes escojan tipos efectivos específicos para supuestos concretos permite comparar sus preferencias relativas para ambos impuestos en cuanto a presión y progresividad fiscales. 

Los tipos medios escogidos para el IRPF son sensiblemente más elevados que los preferidos para el IS en todos los escenarios planteados (gráfico 1), y son además mucho más progresivos, es decir, se opta por que se pague más cuanto mayores son los ingresos. Esta preferencia por la progresividad, en el caso del IS, es más clara cuando se tienen en cuenta los ingresos del heredero que cuando se considera la cuantía de la herencia.

Resulta llamativo, además, que los tipos medios escogidos para el IS sean sensiblemente más altos que los que realmente existen en casi todas las comunidades autónomas, especialmente para las dos cantidades de herencia más bajas. Algo similar ocurre con los tipos medios preferidos en el IRPF, superiores a los existentes en los supuestos de ingresos bajos y medios, pero no en el de ingresos altos, en el que la media se acerca más a la realidad. No obstante, las medias ocultan una gran dispersión de los sujetos en los tipos escogidos bajo todas las condiciones: vale la pena observar que quienes escogen tipos superiores a los actualmente predominantes en España son más de la mitad, tanto para el IRPF como para el IS.

Tal como se esperaba, empujar a los sujetos a pensar en su situación relativa (sin ni siquiera ofrecerles la información correcta sobre la misma) puede afectar a sus preferencias fiscales. Como se observa en el gráfico 2, quienes son movidos a realizar esa reflexión prefieren tipos ligeramente más altos para ambos impuestos, aunque la diferencia no es relevante desde el punto de vista estadístico para el IS. Aun así, se mantiene con claridad la distancia en los tipos fiscales escogidos para uno u otro impuesto, así como una notable dispersión en las preferencias. 

En cambio, los marcos discursivos que enfatizaban la igualdad de oportunidades y la reducción de la desigualdad no tienen un impacto significativo en los tipos preferidos para ninguno de los dos impuestos. Tampoco lo tienen factores como los valores centrados en la familia, la ideología política, la confianza social, el género, la ocupación, el nivel educativo, tener una vivienda en propiedad o haber recibido una herencia. Sin embargo, sí se observa una influencia importante de la edad de los sujetos (a mayor edad, menores tipos preferidos), su nivel de ingresos (solo para el IS: a mayores ingresos, menor tipo preferido) y la disposición a asumir riesgos (cuando esta es mayor, se prefieren tipos más elevados). 

Dado que se dispone de información sobre los ingresos netos del hogar de los sujetos (declarados al finalizar la encuesta), podemos comparar la posición real de sus hogares en la distribución de la renta y su posición percibida. En sintonía con estudios previos, cuando se les pide posicionarse en la distribución, la mayoría tiende a concentrarse en las decilas o posiciones medias: los ricos tienden a pensarse sustancialmente menos ricos de lo que son y los pobres, menos pobres, como muestra el gráfico 3. Casi el 90% de los sujetos se autoclasifica incorrectamente; casi el 50% se considera más pobre de lo que realmente es, y el 40% se considera más rico de lo que es en realidad. El error no es aleatorio: cuanto mayores son los ingresos del hogar, más probable es considerarse más pobre de lo que realmente se es y viceversa.

El gráfico 4 muestra también que los tipos escogidos para el IS son significativamente más bajos cuando los sujetos creen estar por debajo de su posición real en la distribución (esto es, cuando creen ser más pobres de lo que son) que cuando creen estar por encima. Ello sugiere que la percepción subjetiva de riqueza relativa desempeña algún papel en los bajos tipos que se prefieren para este impuesto. El hecho de que este efecto no se observe para el IRPF, combinado con la evidencia de que la distribución de la riqueza inmobiliaria es menos desigual en España que en otros países de la OCDE (OCDE, 2021), sugiere una posible explicación del menor apoyo que suscita el Impuesto de Sucesiones en España. 

El experimento muestra que los ciudadanos prefieren tipos superiores y más progresivos en el IRPF que en el IS, y una mayoría escoge en ambos casos tipos superiores a los existentes. Cuando se hace reflexionar sobre la posición en la distribución de la renta, los encuestados tienden a preferir tipos ligeramente superiores, aunque de nuevo más claramente en el IRPF que en el IS. Ni los marcos discursivos centrados en la igualdad de oportunidades o la redistribución, ni la adhesión a valores familiares, ni la ideología política o la confianza social afectan significativamente a sus preferencias. 

La inmensa mayoría se ubica en posiciones relativas en la distribución de la renta superiores o inferiores a las que realmente ocupan. Percibirse como más pobre de lo que se es lleva a preferir tipos inferiores en el IS.

Estos resultados deben tomarse con cautela debido a la acusada dispersión de las preferencias, pero sugieren que el nivel de ingresos relativos percibido, y no solo el real, puede tener un papel a la hora de explicar las diferencias de apoyo social a ciertos impuestos. Una implicación de este estudio es que intensificar la cultura fiscal de los ciudadanos, así como el conocimiento de su situación en la distribución de la renta, podría dar lugar a una mayor disposición a pagar impuestos progresivos. 

FERNÁNDEZ-ALBERTOS, J., y KUO, A. (2018). Income Perception, Information, and Progressive Taxation: Evidence from a Survey Experiment. Political Science Research and Methods, 6(1). 

GROSS, C., LOREK, K. y RICHTER, F. (2017). Attitudes towards inheritance taxation – results from a survey experiment. Journal of Economic Inequality, 15.

OCDE (2021). Inheritance Taxation in OECD Countries, OECD Tax Policy Studies, No. 28, OECD Publishing, Paris.

PRABHAKAR R. (2009). Can Public Opposition to Inheritance Tax be Weakened? Public Policy and Administration, 24(3).