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1¿Por qué debería importarnos la desigualdad social y económica?
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2¿Cuáles son las causas de la desigualdad actual?
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3¿Qué vamos a encontrar en este libro?
Para abordar esta tarea, fui invitado por el Observatorio Social de la Fundación “la Caixa” a coordinar el trabajo de algunos de los principales especialistas en estudios sobre desigualdad y pacto social, en colaboración con un comité científico formado por Lídia Brun, Olga Cantó, Sara de la Rica, Víctor Lapuente, Margarita León, Jorge Onrubia y Leire Salazar. La tarea de este comité consistió en identificar las temáticas concretas de las que debían partir los trabajos de investigación y supervisar los avances.
Se establecieron cinco áreas temáticas que sirvieron para definir los contenidos de los trabajos encargados. Esas áreas se pueden resumir en forma de pregunta de investigación: ¿Cuál es la radiografía de la desigualdad en España? ¿Qué desigualdades genera el mercado y cómo pueden reducirse? ¿Cómo realiza esa tarea el estado del bienestar? ¿Cómo financiar el estado del bienestar para poder desarrollar el modelo de redistribución deseado? ¿Cómo podría organizarse nuestra sociedad para conseguir un nuevo pacto social que permita reducir la desigualdad?
Con el fin de dar respuesta a estas preguntas desde diferentes perspectivas se encargó la investigación a algunos de los estudiosos con mayor experiencia en el tema. Fruto de su trabajo son los capítulos que componen este volumen. El lector podrá apreciar en ellos un formato común y un tono similar, marcado por el objetivo de acercar el análisis a un público interesado, pero no necesariamente especializado.
1. ¿Por qué debería importarnos la desigualdad social y económica?
De los distintos retos a los que se enfrentan las sociedades contemporáneas, uno de los más urgentes es el aumento de las diferencias económicas entre la población. Estos niveles excesivos de desigualdad pueden dar lugar a problemas sociales importantes:
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En los países que menos han conseguido moderar esas diferencias la cohesión social también es menor.
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Cuando la desigualdad alcanza una magnitud elevada puede erosionar la calidad de las instituciones de los países democráticos. Además, conduce a una mayor polarización política y las reglas de decisión colectiva funcionan peor.
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Las desigualdades de hoy suponen una mayor fragmentación social futura. La transmisión de la pobreza entre generaciones reduce la igualdad de oportunidades y provoca una pérdida de eficiencia, al impedir que el talento de un segmento de la sociedad pueda dar sus frutos.
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Cuando la desigualdad alcanza un elevado nivel tiene un efecto negativo en el crecimiento económico: los datos más recientes muestran que los países más igualitarios crecen de manera más sostenida y estable.
2. ¿Cuáles son las causas de la desigualdad actual?
La amplia variedad de consecuencias que conlleva la desigualdad hace relevante la reflexión y el debate sobre los determinantes del problema.
Las desigualdades económicas y sociales pueden estudiarse desde prismas muy diversos. Pese a la variedad de conceptos y dimensiones, la mayoría de las aproximaciones coinciden en mostrar que la desigualdad actual en los países ricos es diferente de la que conocíamos hasta fechas relativamente recientes. Su alcance ha aumentado y el ascensor social parece haberse frenado. Preocupa, de manera especial, que las situaciones de mayor vulnerabilidad social se han vuelto más crónicas y que su incidencia es mayor en los grupos de edad más jóvenes. Las causas de este nuevo patrón distributivo son varias:
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La globalización de la actividad económica, con un crecimiento intenso de los flujos internacionales de bienes y servicios y de capital y trabajo, ha dado lugar a cambios importantes en la demanda –a la baja– de los trabajadores menos cualificados.
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Este desplazamiento de la demanda de los trabajadores con menores salarios ha sido reforzado por el cambio tecnológico en los procesos productivos y la digitalización creciente de las actividades económicas.
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Los procesos de desregulación –del mercado de trabajo, pero también en otros ámbitos– y la cesión a la iniciativa privada de parcelas ocupadas tradicionalmente por el sector público, como sucede con algunos servicios básicos de bienestar social, ha mermado la función correctora de la intervención pública.
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La capacidad redistributiva del sistema de impuestos y prestaciones ha ido reduciéndose con el tiempo.
En el caso español, a todos estos procesos presentes en la mayoría de los países de renta alta se añaden algunas singularidades propias. Entre los factores que explican el mayor nivel de la desigualdad en España y su persistencia en el tiempo están las características de la estructura productiva, con un peso mayor de las actividades que requieren costes laborales bajos para poder competir, el doble problema de desempleo y subempleo en el mercado de trabajo y la debilidad de las políticas redistributivas.
3. ¿Qué vamos a encontrar en este libro?
La suma de los distintos capítulos es un retrato ajustado del alcance de la desigualdad en España, sus factores determinantes, las políticas que podrían reducirla y las posibilidades y límites para alcanzar acuerdos sociales que permitan avanzar en su moderación. La combinación de las distintas piezas ofrece una de las aproximaciones más completas al problema de la desigualdad en España de un modo sintético e intuitivo, que sin duda será una referencia básica en el debate social y académico. Aunque los capítulos se pueden leer de manera independiente, una gran ventaja respecto a otros estudios es que ofrecen un relato conjunto.
El volumen se inicia con la radiografía de medio siglo de desigualdad en España, un trabajo de Luis Ayala y Olga Cantó. En este primer capítulo, se analizan los datos que explican por qué España ha sido en las últimas décadas uno de los países europeos con mayor desigualdad. Como explican los autores, su evolución está muy marcada por las fases del ciclo económico, con rápidos crecimientos cuando la economía está en recesión y lentas reducciones cuando se expande. Observan también que una de las razones principales del aumento de la desigualdad es la menor capacidad redistributiva del sistema de impuestos y prestaciones sociales.
Los tres capítulos siguientes se ocupan de analizar las desigualdades que genera el mercado y cuáles podrían ser las estrategias para reducirlas. El trabajo de Sara de la Rica, Lucía Gorjón y Gonzalo Romero analiza las desigualdades relacionadas con el empleo. Al centrar la atención en la relación entre el mercado laboral y la desigualdad de ingresos, con un acento importante en la perspectiva intergeneracional, comprueban que el empleo a tiempo parcial y el desempleo son fundamentales para entender la desigualdad de ingresos y que esta afecta de manera especial a mujeres, jóvenes y a las personas con un bajo nivel educativo.
En el tercer capítulo, Manuel Hidalgo se ocupa de los efectos que el cambio tecnológico y la estructura productiva y salarial tienen en la desigualdad en España. El aumento de la desigualdad salarial en los años de la Gran Recesión colocó a España entre los países con mayores niveles de Europa. Entre otras razones, destaca el aumento de los contratos temporales y parciales, determinado a su vez por las particularidades de la estructura productiva. El autor advierte también del aumento de la polarización salarial por el efecto del cambio tecnológico, que podría ser parcialmente contrarrestado con una adecuada política de formación orientada a las nuevas necesidades del mercado.
En el cuarto capítulo, Juan Antonio Módenes estudia la inestabilidad y los problemas de acceso a la vivienda, dificultades que también se acentuaron con la Gran Recesión del 2008. España es uno de los países europeos donde los jóvenes tienen más problemas relacionados con esta dimensión del bienestar, principalmente en el acceso a la vivienda. Sin embargo, la principal novedad es que en los últimos años los cambios en los sistemas residenciales también han afectado a la estabilidad de la vivienda en edades más avanzadas.
En el capítulo quinto, Miguel Requena y Leire Salazar se centran en el estudio de las desigualdades educativas, abriendo una ventana a cómo puede reducir nuestro estado del bienestar las desigualdades derivadas del mercado. Aunque la expansión del sistema educativo español hizo que aumentara el nivel formativo de las generaciones más jóvenes, especialmente en el caso de las mujeres, persisten algunas desigualdades educativas. Los autores encuentran una clara relación entre las condiciones socioeconómicas de los hogares y diversas variables educativas, como la probabilidad de escolarización temprana, el abandono escolar o la oportunidad de cursar estudios terciarios.
Un tercer bloque de capítulos se dedica al estudio del papel del sistema tributario en la reducción de la desigualdad. En el capítulo sexto, José María Durán y Alejandro Esteller analizan la demanda de redistribución de la renta en España y cómo se adapta a ella el sistema fiscal. Los autores muestran cómo la combinación de una menor presión fiscal y un sistema fiscal poco progresivo hace que la desigualdad después de impuestos y prestaciones sea de las mayores de la UE. Tal realidad contrasta con las preferencias de los ciudadanos españoles, más favorables que en otros países europeos a que el Gobierno adopte medidas para reducir la desigualdad.
En el séptimo capítulo, Julio López Laborda, Jorge Onrubia y María del Carmen Rodado analizan la progresividad y la redistribución de la imposición en España. En el contexto europeo, España se ubica en una posición rezagada, que se explica por la dimensión, más reducida, de su sistema fiscal. Advierten también que la regresividad de los impuestos indirectos aumenta la desigualdad y reduce el efecto redistributivo conjunto de las cotizaciones y de los impuestos directos, aunque las consecuencias son menores respecto a otros países por el menor peso recaudatorio de la imposición indirecta.
En el capítulo octavo, Sara Torregrosa examina la naturaleza y los efectos sobre la desigualdad del fraude fiscal, centrándose en el IRPF. Sus estimaciones la llevan a concluir que el fraude contribuye notablemente a la desigualdad, al ser mayor en las fuentes de renta más importantes para los contribuyentes con mayores ingresos. Como advierte la autora, la extensión del fraude suscita un creciente rechazo en la opinión pública y puede provocar mermas en la confianza institucional, tan necesaria para la consecución de pactos sociales.
En el último bloque del libro se examinan las condiciones para conseguir un nuevo pacto social que permita reducir la desigualdad. En el noveno capítulo, Inés Calzada, Eloísa del Pino y Antonio Manuel Jaime-Castillo estudian las actitudes hacia la desigualdad y la redistribución. Revelan que el apoyo social a la redistribución es muy amplio y que la mayoría de la población cree en la necesidad de los impuestos, aunque desconfía de la justicia del sistema fiscal. La población también muestra su apoyo a las políticas de sanidad, pensiones, educación y desempleo. No se observan fracturas entre grupos sociales sobre la necesidad de las políticas sociales y fiscales, pero sí diferencias en el apoyo a medidas específicas, lo que se convierte en un obstáculo para la reducción de la desigualdad.
En el penúltimo capítulo, Margarita León, Manuel Alvariño y Llorenç Soler abordan el estudio de los condicionantes políticos de un posible pacto social contra la desigualdad. En España, los acuerdos en ámbitos como impuestos, desempleo, pensiones o rentas mínimas han sido amplios. Sin embargo, los ejes de la división política son múltiples y la polarización en torno a temas morales empuja en sentido opuesto y dificulta alcanzar consensos en materia de igualdad. Advierten, además, que una opinión pública dividida y un diseño institucional que facilita gobernar en solitario y sin acuerdos también desincentivan el pacto.
En el capítulo que cierra el libro, Pablo Simón analiza la importancia de la cultura y la calidad institucional para la consecución de acuerdos sociales. Las carencias en estos ámbitos pueden dificultar que las demandas de redistribución se traduzcan en un pacto social efectivo. La revisión de los datos permite al autor comprobar que la satisfacción de los españoles con el funcionamiento de la democracia es baja, pero se otorga a la vez una gran importancia a la justicia social. Respecto a la calidad institucional, el autor destaca el margen de mejora de la eficiencia del Estado, un legislativo con poca incidencia en las políticas públicas, una justicia percibida como politizada y un estado de las autonomías que requiere ajustes en el área de gobierno compartido.
4. Agradecimientos
Este libro ha sido posible gracias al apoyo de la Fundación “la Caixa”. No podemos dejar de agradecer a la Fundación el esfuerzo realizado, a través de su Observatorio Social, por llevar al primer plano la discusión sobre la desigualdad desde unas bases sólidas de conocimiento.
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