
Además de poder acceder a una vivienda, una necesidad fundamental es que esta sea digna; es decir, que reúna las mínimas condiciones para poder vivir en ella de manera adecuada. Las instalaciones sanitarias básicas de la vivienda, bañera o ducha e inodoro, son prácticamente universales en los hogares españoles, constituyendo en lo esencial una necesidad básica cubierta.
Otros problemas de la vivienda relacionados con deficiencias estructurales o con un mantenimiento inadecuado (como las humedades y las goteras, o la escasez de luz natural) afectan, en cambio, a mucha más gente. Aunque menos extendidos, también son reseñables los problemas de hacinamiento de aproximadamente un 5% de la población: son viviendas que no disponen del número de habitaciones requeridas para proporcionar el espacio vital y la intimidad suficientes a los miembros del hogar. En un tercio de los casos, esta situación de hacinamiento se combina con algún otro problema de la vivienda, lo que supone, aplicando la definición europea, sufrir «privación severa» en este ámbito.
Si bien los indicadores relacionados con las condiciones de la vivienda mejoraron antes de la crisis (e incluso en algunos casos durante la primera parte de la misma), no se observan progresos notables en los últimos años. Una posible razón es que algunos de los problemas comentados requieren inversiones cuyos efectos solo pueden apreciarse a medio plazo.
LAS PERSONAS POBRES VIVEN EN CASAS PEQUEÑAS
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Según los datos de la última Encuesta de Presu puestos Familiares, el 8% de la población reside en viviendas que tienen menos de 15 m2 por cada miembro del hogar, justo el doble que en el año 2008. Vivir con tan poco espacio es más frecuente en las ciudades (9,4% en urbes con más de 100.000 habitantes) que en el campo (6,1% en municipios menores de 10.000 habitantes). Pero sobre todo es un problema al que se enfrentan las personas pobres. En 2017, afectaba a casi la cuarta parte de los que tienen rentas situadas en la decila inferior (frente a solo el 2% de los que obtienen ingresos elevados). Durante la crisis y en el inicio de la recuperación este problema se agudizó para las personas de rentas más bajas.

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