Buenas prácticas
Cambios en los sistemas de evaluación científica
Cada vez son más las voces que abogan por cambios que mejoren los sistemas de evaluación de la actividad científica. Se reivindica el desarrollo y la aplicación de criterios que valoren distintas cualidades y contribuciones en investigación, y no únicamente la visibilidad de los estudios o los indicadores bibliométricos de las publicaciones científicas.
Datos básicos
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Ámbito geográfico: internacional.
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Fuentes:
CURRY, S., et al. (2020): The changing role of funders in responsible research assessment: progress, obstacles and the way ahead, Research on Research Institute.
DELGADO-LÓPEZ-CÓZAR, E., et al. (2021): «Letter: A call for a radical change in research evaluation in Spain», Profesional de la Información, 30(3).
1. Contexto
En la última década se han intensificado los debates, en la comunidad científica internacional, sobre las formas en que se financia y practica la ciencia. En estas discusiones se plantea de qué modo la actividad científica puede lograr una mayor apertura e inclusión y alcanzar un mayor impacto. Estos debates se acompañan de reflexiones críticas acerca de los procesos y los criterios de evaluación de la investigación.
2. Debate
El uso de indicadores bibliométricos basados en los índices de impacto de las revistas se ha extendido a todas las ramas del conocimiento y a prácticamente todos los ámbitos de la actividad científica. Los sistemas de evaluación han pasado de basarse en valoraciones de expertos a depender casi exclusivamente de estas métricas.
Este abusivo empleo de indicadores bibliométricos está generando consecuencias perniciosas a escala individual y colectiva. La actividad científica se transforma en una espiral dirigida a acumular más y más publicaciones y a incrementar el número de citas. Los investigadores se concentran en la publicación como principal meta y desatienden otras actividades que no rinden en su carrera. La presión por publicar incrementa el número de trabajos irrelevantes y alienta la proliferación de malas prácticas y de comportamientos poco éticos. La gobernanza y las líneas estratégicas de las universidades y los centros de investigación se ven alteradas por esta dinámica. Se produce una reducción en la diversidad de las agendas de investigación y se abandonan líneas en la producción de resultados que son lentas, inciertas, complejas o costosas en favor de temas en boga, con réditos seguros e inmediatos.
Ante esta situación, han surgido múltiples iniciativas y declaraciones a escala mundial –como la Declaración de San Francisco sobre la Evaluación de la Investigación (DORA), del 2013, o el Manifiesto de Leiden, del 2015– que abogan por cambios en los sistemas de evaluación y que han recibido la adhesión de numerosas instituciones de todo el mundo. En los últimos años, múltiples organizaciones en diferentes campos académicos y regiones del mundo han iniciado un proceso de reforma en sus procesos de evaluación y están ensayando nuevas prácticas, tales como el uso de formatos narrativos de currículos, la valoración de acciones vinculadas al avance de la ciencia abierta, las referencias a la multidisciplinariedad, la evaluación por pares y la atención a la relevancia y el impacto local y social de las aportaciones.
3. Conclusiones
El sinfín de iniciativas que se están desarrollando en los últimos años sugiere que la evaluación de la investigación ha entrado en una nueva era. Se están abandonando las prácticas únicamente basadas en valoraciones cuantitativas y en el uso exclusivo del factor de impacto de las revistas, y se camina hacia nuevos modelos de evaluación que tratan de ser más plurales y de considerar también otros factores, como el valor, la calidad y el impacto –científico, pero también social y local– de las contribuciones y la accesibilidad de los resultados.