Si el fútbol genera un nivel de seguimiento e implicación tan elevado en países como España, y el número de extranjeros en los equipos no ha hecho más que aumentar, cabría preguntarse si este deporte puede modificar las actitudes, los comportamientos y las opiniones de los ciudadanos acerca de la inmigración.
Algunos estudios parecen apuntar a que este impacto es posible. Por ejemplo, un estudio reciente de Alrababa’h et al. (2019) analiza cómo ha influido la presencia del destacado jugador musulmán Mohamed Salah en el Liverpool FC en las actitudes y los comportamientos islamofóbicos en el condado de Merseyside (donde tiene su sede este equipo). Los resultados mostraron que los delitos de odio hacia los inmigrantes descendieron un 18,9% desde que Salah juega en el equipo, mientras que no se produjo un efecto similar para otro tipo de delitos, como podemos observar en el gráfico 2. De forma similar, los aficionados redujeron a la mitad el número de tuits antimusulmanes (del 7,3% al 3,8%) en comparación con otros aficionados de clubes ingleses de la liga premier. Es decir, los resultados del estudio apuntan a una percepción más positiva de los efectos de la inmigración.

Este efecto podría explicarse debido a que los jugadores extranjeros ofrecen un modelo positivo de inmigración, en el que el extranjero contribuye a los logros del equipo con los que la población de una ciudad, región o país (si hablamos de selecciones nacionales, que en ocasiones también incorporan jugadores nacidos en otros países) se identifica. Si esto fuera así, esta mejora de las actitudes de parte de la población ante la inmigración podría depender del éxito o del fracaso del propio equipo (a mayor éxito, mejores actitudes) y de la contribución relativa de los jugadores extranjeros. Así, se detectaría una mejora en estas actitudes cuanto mayor es la contribución de los jugadores, aunque en cualquier caso la mejora se observaría únicamente en la comunidad de referencia para el equipo.
Para verificar estas hipótesis, se llevó a cabo una investigación en la que se combinaron las actitudes hacia la inmigración expresadas por los ciudadanos españoles en el European Social Survey, que se elabora cada dos años, con el desempeño de los diferentes equipos de fútbol de la Liga en el período 2002-2016. Para valorar el desempeño, se consideró no solo el desenlace del campeonato (qué equipo lo ganó), sino también la comparación entre la posición que cada equipo alcanzó y la que sería esperable según su presupuesto.
Los resultados demuestran que las actitudes hacia la inmigración mejoran cuando los jugadores extranjeros contribuyen a los éxitos de su equipo de fútbol. Esta mejora solo se aprecia en la comunidad de la que el equipo es referente, y no en otras. Así, en el estudio llevado a cabo, las opiniones sobre los beneficios de la inmigración mejoraban de un modo relevante en la región del equipo ganador de la Liga. Por ejemplo, el Valencia CF ganó sus dos últimas ligas en las temporadas 2001-2002 y 2003-2004, con la contribución de doce jugadores extranjeros en el primer título y de nueve en el segundo. En correspondencia, la percepción sobre el rol de los inmigrantes en la sociedad que manifestaron los habitantes de la Comunidad Valenciana en los años 2002 y 2004 fue significativamente más positiva que la que manifestaron en años posteriores, cuando el rendimiento del equipo no fue tan positivo.
Este efecto es más visible cuanto más relevante es el papel de los extranjeros en las victorias y en el rendimiento del equipo. La valoración sobre la inmigración tendía a ser más favorable cuantos más jugadores extranjeros tenía el equipo campeón y cuantos más minutos jugaban. En el gráfico 3 se aprecia doblemente esta tendencia: cuando los equipos resultaron ganadores de la Liga (gráfico de la izquierda) y cuando los clubes quedaron mejor clasificados de lo esperable de acuerdo con su presupuesto (gráfico de la derecha).