En los últimos años, especialmente a raíz de la crisis económica del 2008 al 2013, parece ser cada vez más evidente que la gig economy es un factor subyacente en el aumento del trabajo temporal (OIT, 2016) y del autoempleo (GOVUP y Adigital, 2017). Según datos de Eurostat (2000-2018), la contratación temporal en España se redujo durante los años de la crisis económica, pero con la recuperación económica volvió a aumentar, para alcanzar, en el año 2018, el 22,7%. El autoempleo experimentó un incremento entre el 2012 y el 2016, y en los últimos años se ha estabilizado en un 15-16%, valor ligeramente superior al de la media europea. La investigación sobre la que se basa este artículo pretende arrojar luz sobre el impacto que tienen estas modalidades contractuales sobre varias dimensiones del bienestar individual: salud, felicidad y distintas facetas de satisfacción (general, económica y con el trabajo, las relaciones personales y el tiempo libre). A este fin, se utilizan microdatos de la Encuesta de Condiciones de Vida del Instituto Nacional de Estadística (INE, 2018).

A partir de la Encuesta de Condiciones de Vida, los resultados del trabajo muestran que los autoempleados y los trabajadores temporales presentan niveles de bienestar inferiores a los del resto de ocupados, especialmente en términos de salud declarada, con una disminución del 37% de sus niveles medios de salud con respecto a los asalariados permanentes. Estos resultados sugieren que, frente a la mayor flexibilidad y autonomía que caracterizan a este tipo de empleos predominantes en la gig economy, los aspectos relacionados con la agudización de la precariedad laboral tienen mayor peso en los niveles de bienestar de los trabajadores.

Según datos de la Encuesta de Población Activa de la Unión Europea, España se encuentra por encima del resto de países de la UE-15 en tasas de autoempleo y de trabajo temporal, especialmente en términos de temporalidad. El autoempleo es mayor entre los hombres, mientras que el empleo temporal predomina entre las mujeres, que acusan más la brecha frente al resto de Europa. Se constata, además, una relación inversa con el nivel de formación, aunque esto resulta más evidente en relación con los empleos temporales. Mientras que el autoempleo es más frecuente entre los trabajadores de mayor edad, la temporalidad se concentra entre los jóvenes.

Cabe destacar que la incidencia del autoempleo en España entre trabajadores con estudios superiores, especialmente mujeres, es inferior a la media europea. Este dato reflejaría, por un lado, que en el resto de Europa el tipo de empleos asociados a esta modalidad contractual se caracteriza por un mayor nivel de cualificación (por ejemplo, en relación con las profesiones liberales). Pero, por otro lado, el dato apuntaría a que las mujeres del resto de Europa con estudios superiores optan, en mayor medida que las españolas, por modalidades de trabajo más flexibles que favorezcan la conciliación laboral y familiar. Tanto en España como en el resto de Europa destaca la escasa frecuencia del autoempleo entre los jóvenes.

Para todos los colectivos, hay mayor prevalencia de la temporalidad en España, frente al resto de los países europeos. Además, esta prevalencia es notablemente superior entre las mujeres. Una característica diferencial de España es que las mujeres con estudios primarios y secundarios presentan cifras de temporalidad muy similares, a diferencia de los hombres, y estos valores solo se reducen si tienen estudios superiores. En el resto de Europa, la relación entre temporalidad y formación es equivalente para hombres y mujeres. Estos datos sugieren que, en España, al contrario que en el resto de la UE-15, las mujeres requieren mayor formación que los hombres para alcanzar empleos más estables.

Finalmente, destaca la marcada diferencia entre España y el resto de la UE-15 (26 puntos porcentuales) en la incidencia del trabajo temporal entre los más jóvenes.

Los resultados basados en la explotación de los datos de la Encuesta de Condiciones de Vida muestran que, en el año 2018, un 23% de la población en edad de trabajar se encontraba ocupada en una de las modalidades de empleo habituales de la gig economy (autoempleo y empleo temporal). En este sentido, la incidencia del autoempleo era del 8%, y la del empleo temporal, del 15%. Estas modalidades de empleo representaban un 33,5% sobre el total de ocupados (22,2%, los asalariados temporales, y 11,2%, los autónomos).

En todas las comunidades autónomas, la incidencia de los empleos mayoritarios en la gig economy es mucho menor entre las llamadas ocupaciones de «cuello blanco» ─como cargos directivos, técnicos o administrativos─ que entre las ocupaciones de «cuello azul» ─por ejemplo, trabajadores del sector servicios, del sector manufacturero o de la construcción─. Estas diferencias se acentúan en algunas comunidades como Extremadura (donde la incidencia del autoempleo y del empleo temporal en ocupaciones de «cuello azul» es del 58%), Castilla-La Mancha, Andalucía y Murcia. Por el contrario, el País Vasco registra las menores diferencias entre los dos tipos de ocupaciones mencionadas.

En la investigación llevada a cabo se han analizado distintas dimensiones del bienestar individual: salud, felicidad, satisfacción general, satisfacción con la situación económica, satisfacción con el trabajo, satisfacción con las relaciones personales y satisfacción con el tiempo libre. Esta información se ha obtenido solicitando a los entrevistados que indiquen, en una escala de menor a mayor, su nivel de bienestar en relación con distintas dimensiones. En concreto, para las variables de satisfacción, las respuestas autoinformadas se registran en una escala de 11 valores, desde 1, «Nada satisfecho», hasta 11, «Completamente satisfecho»; para las variables de salud y felicidad, la escala va de 1, «Muy mala», a 5, «Muy buena». Sobre la base del análisis descriptivo preliminar no se han apreciado diferencias significativas en los valores medios de estas variables entre autónomos y trabajadores temporales, por un lado, y resto de ocupados, por otro.

De los resultados de la investigación se concluye que trabajar como autónomo o asalariado temporal, las modalidades más vinculadas a la gig economy, reduce significativamente el bienestar individual en todas sus dimensiones, salvo en lo que respecta a la satisfacción con las relaciones personales. En la dimensión de salud declarada es donde el efecto negativo es mayor. Concretamente, los autoempleados y trabajadores temporales presentan, en relación con los asalariados permanentes, una disminución del 37% de sus niveles medios de salud.

En relación con el resto de dimensiones del bienestar, el impacto de trabajar en alguna de las modalidades contractuales asociadas a la gig economy es más moderado, con efectos negativos del 7% y 9% en el caso de la satisfacción con la situación económica y la satisfacción con el trabajo, respectivamente, a valores en torno al 15% para la felicidad y la satisfacción general y con el tiempo libre. Estos efectos negativos sobre el bienestar se mantienen, y se magnifican ligeramente, cuando el estudio incluye, además, a desempleados y trabajadores inactivos.

El efecto negativo de trabajar en una de las modalidades de empleo más vinculadas a la gig economy sobre el bienestar afecta, principalmente, a los trabajadores autónomos. Así, en esta investigación se ha observado que trabajar como autónomo frente a trabajar como asalariado permanente reduce significativamente los niveles de salud declarados.

GREl menor impacto se observa en la satisfacción con las relaciones personales, que, para los trabajadores autoempleados, representa una reducción del 28% sobre los niveles de satisfacción medios. El impacto negativo del empleo temporal sobre el bienestar es menor que el mostrado para el autoempleo: se sitúa en un rango del 19%-5% de disminución con respecto a los niveles medios de bienestar de este último colectivo en las diferentes dimensiones. Los resultados son similares cuando se incluye en el análisis a desempleados e inactivos. Este impacto negativo del autoempleo sobre el bienestar podría deberse, en parte, a que, a raíz de la crisis económica iniciada en el 2008, muchos trabajadores se vieron «obligados» a elegir esta modalidad de empleo atípico como única salida laboral para evitar el desempleo, a pesar de no ser la opción más deseada.

Los resultados de este estudio indican que la precariedad laboral del autoempleo y de los trabajos temporales incide negativamente en el bienestar de los trabajadores, especialmente en la dimensión de salud. Asimismo, cabe indicar que esta afectación sobre los niveles de bienestar caracteriza principalmente a la gig economy, de la que habitualmente se destacan la mayor flexibilidad y autonomía que ofrece a los trabajadores.

Cabe mencionar, como limitaciones de la investigación llevada a cabo, que, si bien el autoempleo y el empleo temporal están estrechamente vinculados a la gig economy, estos no pueden considerarse como una medida totalmente precisa de empleos gig, lo que hace que los resultados de este estudio deban tomarse con cierta cautela. En la investigación, la aproximación a la gig economy se ha efectuado a través de una búsqueda en Google Trends del término de búsqueda «just eat», una plataforma gig muy extendida. Cabe señalar, además, que en el caso del análisis llevado a cabo a partir de los datos de la Encuesta de Población Activa se incluye al total de autoempleados, no pudiendo distinguir a los autónomos de los empleadores. El análisis de la Encuesta de Condiciones de Vida, sin embargo, se refiere únicamente a los autónomos dentro de la categoría de autoempleados.

De cara a futuras investigaciones sobre la economía de plataformas, su incidencia y su impacto en la sociedad, sería necesario disponer de datos más precisos sobre los profesionales que trabajan en y para las plataformas digitales, mediante, por ejemplo, la elaboración de un registro por parte de las propias plataformas que permita obtener un censo con información detallada sobre estos trabajadores.

GOVUP y ADIGITAL (2017): Trabajo en plataformas digitales. Análisis y propuestas de regulación. GOVUP y Adigital, Madrid.

ORGANIZACIÓN INTERNACIONAL DEL TRABAJO (2016): Non-standard employment around the world: Understanding challenges, shaping prospects. ILO, Ginebra.