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1En España, la edad media de la emancipación se sitúa en los 29,3 años (UE= 26,6), la tasa de fecundidad en 1,3 hijos por mujer (UE= 1,6), y la edad media de ser madre en 31,9 años en España (UE= 30,5).
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2Tradicionalmente en España los jóvenes han optado por la vivienda en régimen de propiedad: ha habido escasa oferta de alquiler, se generalizó la idea la propiedad es una forma de inversión (y el alquiler una forma de perder dinero) y durante años se ha promocionado institucionalmente la compra.
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3En el tercer trimestre de 2018, la tasa de paro juvenil (de 16 a 29 años) era del 25,2%, (14,5% para el conjunto de la población) y el 53,1% de la población joven tenía contratos temporales (frente al 23,1% del total de la población).
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4Desde el 2007 ha ido descendiendo la proporción de jóvenes que adquieren una vivienda en propiedad y ha aumentado el acceso al alquiler. A partir del 2012 el alquiler es el régimen de tenencia mayoritario entre los que tienen de 16 a 29 años.
Evolución del coste de la vivienda en alquiler y en propiedad, expresado como porcentaje de la renta disponible del hogar que se le dedicaba.

Históricamente, la tenencia en alquiler representaba un esfuerzo económico menor que la compra, pero desde 2015 esta relación se ha invertido.
Introducción
La población joven es uno de los colectivos demandante de vivienda más numeroso. Sin embargo, en los últimos años el incremento de los precios de mercado, junto con las malas condiciones de empleo a las que se enfrentan los jóvenes, ha provocado una mayor dificultad para acceder a una vivienda. El desempleo y la precariedad influyen muy directamente en las dificultades que tienen para acceder a la vivienda, sea de alquiler o de propiedad. Se trata del colectivo más afectado por el desajuste entre el mercado residencial y el laboral. Además, en el caso español las políticas de vivienda focalizadas en los jóvenes han ido perdiendo fuerza en los últimos años, lo cual ha provocado que las personas jóvenes accedan a la vivienda más tarde y con dificultades.
En este artículo se analiza cómo estos motivos han contribuido a retrasar la edad media de emancipación entre la población joven, dificultando de este modo su proceso de transición a la vida adulta. Las necesidades insatisfechas de vivienda influyen muy directamente en la creación de nuevos hogares, así como en el descenso de la fecundidad.
1. Una emancipación tardía
La demanda de vivienda está relacionada con tres momentos importantes que configuran el ciclo del hogar: creación, transformación y disolución. El presente artículo se centra en el análisis de la primera fase del ciclo: la de creación de nuevos hogares. Este momento viene definido por el proceso de emancipación, cuando la persona abandona el núcleo familiar de convivencia para crear un nuevo hogar.
La edad media de la emancipación en España se sitúa en los 29,3 años, casi tres años por encima de la media europea (26,6 años). Como observamos en el gráfico 1, España es uno de los países europeos donde los jóvenes se emancipan más tarde, solo superado por Malta, Croacia, Eslovaquia, Italia y Grecia. Por este motivo la emancipación tardía de la juventud española es un tema de especial preocupación, desde incluso antes de la crisis.
Los factores inhibidores de la emancipación y el consiguiente aumento de la edad media de emancipación en España inciden directamente, entre otros factores, en el descenso de la fecundidad (Leal Maldonado, 2010; Alguacil Denche et al., 2013). En el marco de los países de la Unión Europea, España tiene una de las tasas de fecundidad más bajas (1,3 hijos por mujer en España frente a 1,6 de media europea), y una edad media de ser madre de las más altas (31,9 años en España, frente a 30,5 de media europea) (Eurostat, 2015).
Si se centra la atención en aquellos jóvenes que toman la decisión de emanciparse, se puede observar el impacto de la situación económica y del mercado inmobiliario en la edad en la que tiene lugar. Al analizar la evolución de la edad de emancipación de los jóvenes de España entre los años 2000 y 2015, se percibe que durante el período de bonanza económica se produjo un descenso, llegando a los 28,3 años en 2009, la edad más baja del período. Esta situación coincide con la tasa de emancipación para jóvenes entre 18 y 34 años más alta desde 1980, del 46,5% (según datos de informes del Observatorio Joven de la Vivienda, OBJOVI ). El cambio de tendencia coincide con la facilidad de acceso a los créditos baratos durante el boom inmobiliario, que facilitaron el acceso a la vivienda a pesar de su sobreprecio y la elevada temporalidad en el mercado de trabajo.
Sin embargo, con el aumento del desempleo juvenil en los años posteriores, los altos precios de compra han supuesto importantes dificultades para mantener el proyecto de emancipación. En muchos casos se ha producido el efecto bumerán, por el que los jóvenes se han visto obligados a interrumpir la emancipación y retornar a la vivienda familiar.
A partir de 2010 vuelve a aumentar la edad media de emancipación, situándose en 29 años al cabo de un lustro. Este cambio de tendencia se ve reflejado también en la evolución de la tasa de emancipación, que en 2016 baja hasta el 36,5%, diez puntos por debajo de 2009 (datos de OBJOVI).
Existen dos grandes perspectivas que, si se combinan, explican el retraso de la edad de emancipación. La perspectiva estructural pone el énfasis en tres aspectos relacionados con la forma en que se organiza la estructura social: períodos de formación cada vez más prolongados (que retrasan la incorporación al mundo laboral), condiciones laborales de precariedad y bajos salarios, y elevado precio de la vivienda (tanto en propiedad como en alquiler). La perspectiva institucional analiza aquellas cuestiones que tienen que ver con decisiones institucionales, como las leyes y las políticas dirigidas a la juventud en diferentes materias. El objetivo de este artículo es identificar aquellos condicionantes que explican la tardía emancipación juvenil desde ambas perspectivas.
2. La precariedad de la juventud en el mercado laboral
Tradicionalmente se han señalado como factores estructurales inhibidores de la emancipación la prolongación de los años de formación y la falta de empleo estable. Por una parte, y como sucede en todos los países, la ampliación del período de formación está ligada a la búsqueda de un mejor acceso y posición en el mercado laboral. La prolongación de los estudios conlleva al mismo tiempo el retraso en la inserción de los jóvenes en el mercado de trabajo. Esta dinámica explica la relación entre el nivel de estudios y el retraso de la emancipación. En términos generales se observa cómo a mayor nivel de estudios la emancipación se produce más tarde (Consejo de la Juventud de España, 2017).
Por otra parte, la estabilidad económica es condición para que la población joven pueda iniciar una vida autónoma e independiente. La emancipación residencial va precedida de la independencia económica del hogar de origen, ya que los jóvenes se independizan del hogar familiar cuando adquieren una autosuficiencia económica, que se alcanza a través de su inserción en el mercado laboral. Sin embargo, en España la población joven se caracteriza por una alta inestabilidad laboral y un elevado desempleo, con frecuentes entradas y salidas del mercado de trabajo. La flexibilidad del mercado laboral dificulta la estabilidad e incrementa la incertidumbre sobre la capacidad de poder hacer frente al gasto económico que supone la emancipación.
Los valores de desempleo juvenil son los más elevados de los últimos 30 años, situándose muy por encima de la tasa de paro para el conjunto de la población. Según datos de la Encuesta de Población Activa del tercer trimestre de 2018, la tasa de paro juvenil (de 16 a 29 años) era del 25,2%, mientras que para el conjunto de la población era del 14,5%. Lo mismo sucede con la temporalidad. El 53,1% de la población joven ocupada en el tercer trimestre de 2018 tenía contratos temporales, mientras que para el conjunto de la población la temporalidad era del 23,1%.
La emancipación juvenil está correlacionada con la temporalidad y el desempleo. Cuando la temporalidad o el desempleo aumentan, disminuye la emancipación juvenil. También se observa que los períodos en los que crece la emancipación es cuando la temporalidad y el desempleo disminuyen. A partir de 2013 se produce un punto de inflexión y un cambio de dinámica en el mercado de trabajo: disminuye el desempleo y aumenta la contratación temporal. Sin embargo, la tasa de emancipación continúa con una tendencia a la baja. Esta dinámica muestra que la baja calidad del empleo generado en los últimos años inhibe la emancipación. Aunque se tenga un empleo, los jóvenes no pueden hacer frente al coste de la vivienda.
Esta situación de precariedad laboral implica también, especialmente a partir de 2013, una preocupante tendencia entre los trabajadores jóvenes a sufrir riesgo de pobreza. A pesar de tener un empleo, su retribución es tan baja que no permite superar el umbral de pobreza o evitar carencias materiales graves o severas. En 2016, por ejemplo, mientras los trabajadores pobres en España suponían el 14,1%, entre los jóvenes menores de 25 años llegaban al 29,9%; de los ocupados entre 25 y 29 años representaban el 20,5% y entre los trabajadores de 30 a 34 años eran el 18,1% (según datos del Informe de España del Observatorio de Emancipación).
3. El mercado de la vivienda
El proceso de creación de un hogar propio también está altamente condicionado por el mercado de la vivienda, ya que supone la búsqueda de un espacio independiente donde vivir. Por este motivo, a los factores inhibidores de la emancipación relacionados con la formación y la situación laboral hay que añadir las características de este mercado. Tradicionalmente en España los jóvenes han optado por la vivienda en régimen de propiedad debido a las dificultades de acceso a la vivienda en alquiler por su escasa oferta. Además, culturalmente se generalizó la idea de que la vivienda en propiedad era una forma de inversión y el alquiler una forma de perder dinero. Esta idea se ha visto reforzada institucionalmente, pues durante años se ha promocionado la compra de viviendas frente a la tenencia en alquiler, con una insistencia en la compra de vivienda libre frente a la protegida.
De este modo, el desarrollo del mercado inmobiliario español ha determinado el comportamiento residencial de los jóvenes. Durante la década del boom inmobiliario, de 1997 al 2007, la población joven se decantaba por la vivienda en propiedad. Pero con el estallido de la burbuja inmobiliaria y el inicio de la crisis se produjo un cambio de sentido en su comportamiento residencial. Desde 2007 ha ido descendiendo la proporción de jóvenes que adquieren una vivienda en propiedad y ha aumentado el acceso al alquiler.
A partir de 2012 cambió el comportamiento residencial de la población, pasando a ser el alquiler el régimen de tenencia mayoritario entre los que tienen de 16 a 29 años. En 2016 la vivienda en alquiler entre los jóvenes alcanzó el 52,8%, mientras que la vivienda en propiedad descendió hasta el 28,4%. En 2017 se aprecia el inicio de un nuevo cambio: empieza a descender ligeramente el alquiler, motivado por el aumento de los precios que continúa hasta el día de hoy.
Capítulo aparte merece la evolución de la vivienda en cesión gratuita. A partir de 2012 se observa un importante aumento de la cesión, en buena parte asociada con la solidaridad familiar inherente al modelo del estado del bienestar mediterráneo. En España la familia se considera un apoyo indispensable para garantizar la emancipación de los jóvenes, a través de diversas fórmulas de ayuda, sea económicamente para hacer frente a la entrada del piso o al pago de las mensualidades, sea asumiendo el papel de avalador. Con la crisis la cesión de la vivienda cobra más peso como estrategia de ayuda familiar a la emancipación.
Así pues, a la inestabilidad laboral hay que añadir la falta de oferta de vivienda en alquiler a precios asequibles o como vivienda protegida. Tal como señalan Trilla y López (2005), la población joven planea su estrategia de emancipación accediendo a la vivienda en alquiler para posteriormente, tras consolidar su situación laboral y familiar, acceder a la vivienda en propiedad. Sin embargo, los elevados precios de la vivienda en alquiler y la escasa oferta hacen que esta estrategia se encuentre con obstáculos.
Al comparar el esfuerzo económico dedicado a la vivienda de compra o de alquiler, se aprecia que de 2008 a 2014 la opción de tenencia en alquiler representaba un esfuerzo menor. Sin embargo, desde 2015 el alquiler supone un mayor esfuerzo económico que la compra, motivado por el descenso de los precios de la vivienda de compra y un ascenso de los de alquiler.
4. Conclusiones
En España el acceso a la vivienda entre los jóvenes se ha convertido en un problema social estructural. El desempleo y la precariedad laboral influyen en la dificultad de la población joven para acceder a la vivienda, además de una rígida oferta en la que ha predominado el régimen de tenencia en propiedad y los precios elevados. A pesar de que en los últimos años ha aumentado la opción del alquiler frente a la compra entre la juventud, lo que a priori podría parecer un indicador positivo, esto se ha producido paralelamente al aumento de los precios del alquiler.
La vivienda satisface una necesidad básica, y está recogida en la Constitución como un derecho fundamental de los ciudadanos (artículo 47). Sin embargo, España es un país donde la política de vivienda ha sido una política económica, en lugar de una política social dirigida a garantizar una necesidad básica. Este posicionamiento institucional ha implicado que la responsabilidad de sostener el proyecto de emancipación de la juventud se haya transferido al ámbito de la solidaridad familiar (Alguacil et al., 2013:205).
Estos aspectos inciden muy directamente en la emancipación, es decir, en el retraso en la creación de nuevos hogares, así como en el descenso de la fecundidad. Actualmente, la edad media de emancipación en España es de las más altas de Europa, encontrándose también en España la mayor proporción de jóvenes no emancipados. Esta situación hace necesaria una reflexión sobre el presente y futuro de la juventud y sus necesidades de vivienda para garantizar que el esfuerzo económico para el pago de la vivienda no supere el máximo tolerable del 30-35% de los ingresos del hogar, y apoyar la creación de un parque de vivienda a precios asequibles.
5. Referencias
Este artículo está basado en:
ALGUACIL DENCHE, A. et al. (2013): La vivienda en España en el siglo XXI. Diagnóstico del modelo residencial y propuestas para otra política de vivienda, Madrid: Fundación FOESSA/Cáritas.
ALGUACIL DENCHE, A. (2017a): «Jóvenes buscan piso: la distopía del acceso a la vivienda», Revista Estudios de Juventud, 116.
ALGUACIL DENCHE, A. (2017b): «Revisando el acceso a la vivienda de la juventud española», Inguruak, 62.
Otras referencias:
CONSEJO DE LA JUVENTUD DE ESPAÑA (2017): Observatorio de la emancipación. Informe primer trimestre 2018, Madrid: Consejo de la Juventud de España
LEAL MALDONADO, J. (coord.) (2010): La política de vivienda en España, Madrid: Fundación Pablo Iglesias.
Observatorio Joven de Vivienda en España – OBJOVI (2003-2012): Informes periódicos sobre la situación de la población joven en España, Madrid: Consejo de la Juventud de España.
TRILLA BELLART, C., y J. LÓPEZ OLLER, (2005): «El acceso de los jóvenes a la vivienda: una cuestión todavía no resuelta», Documentación Social, 138.
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