Este artículo analiza las implicaciones de la covid-19 sobre la desigualdad de género en el mercado de trabajo en España. Las medidas adoptadas a raíz de la crisis sanitaria podrían haber perjudicado, en mayor medida, las oportunidades laborales de las mujeres y haber acentuado la desigualdad de género existente (Alon et al., 2020). Para medir los efectos del confinamiento sobre el empleo y el trabajo doméstico de las familias, en abril del 2020 se llevó a cabo una encuesta en línea a más de siete mil personas. 

De los principales resultados de esta encuesta se concluye que las medidas de contención de la pandemia no han afectado por igual a todos los trabajadores, ya que sus consecuencias han sido especialmente severas para las mujeres. En primer lugar, el sector de los servicios no esenciales, como la hostelería y el pequeño comercio, ha sufrido las mayores pérdidas de empleo. Las mujeres están ampliamente representadas en este sector, y muchas de ellas han perdido sus empleos temporal o permanentemente. En segundo lugar, el cierre de los centros educativos y las guarderías ha representado un drástico incremento en las necesidades de cuidados a menores y en el volumen de las tareas domésticas. Tradicionalmente, quienes se han responsabilizado de llevar a cabo estos servicios en el hogar han sido principalmente las mujeres. Si los roles de género dentro de las familias se han mantenido durante el confinamiento, cabría esperar que este incremento en el trabajo doméstico lo hayan asumido, en mayor medida, también las mujeres.

Los datos recogidos durante el mes de abril permiten analizar la situación que han vivido las familias durante el confinamiento y predecir las implicaciones de la crisis derivada de la pandemia sobre la desigualdad de género a medio plazo. Las autoras recabaron datos para 7.091 personas ─familias con hijos en edad escolar─, repartidas entre todas las provincias españolas, aunque con una clara sobrerrepresentación de Cataluña, seguida por Madrid y Sevilla. Los resultados que se presentan en este artículo se refieren a la submuestra de hogares compuestos por una pareja de distinto sexo con hijos menores de 16 años (5.209 observaciones). En esta muestra (tabla 1) hay una proporción alta de mujeres (el 75%) y de personas con titulación universitaria (el 58%).

En primer lugar, se ha documentado la distribución del empleo por sectores antes del confinamiento (gráfico 1). En la muestra, el 24% de las mujeres y el 23% de los hombres trabajaban en sectores esenciales (agricultura, energía, transporte, actividades sanitarias y veterinarias, servicios sociales, administración pública y defensa). Los sectores no esenciales se dividieron entre aquellos que permiten el teletrabajo (intermediación financiera, actividades inmobiliarias y de alquiler, servicios empresariales, educación, actividades profesionales, científicas y técnicas, así como actividades administrativas) y aquellos que no lo permiten (manufacturas, servicios personales, construcción, comercio y hostelería). Las mujeres suelen trabajar en sectores con opción de trabajar desde casa, mientras que hay más hombres en los sectores que no presentan esta posibilidad, como el de la construcción y el manufacturero.



Se analiza, a continuación, la pérdida de empleo durante el confinamiento, ya sea por despido o por expediente de regulación temporal de empleo (ERTE). En la muestra analizada, la caída en el nivel de empleo es similar para hombres y mujeres (gráfico 2): 24 puntos porcentuales para los hombres y 22 para las mujeres. La pérdida de empleo es mucho más pronunciada entre los trabajadores sin estudios universitarios (31 puntos porcentuales) que entre los que tienen estos estudios (15 puntos porcentuales). Como muestra el gráfico 2, para un mismo nivel educativo, las pérdidas han sido similares para hombres y mujeres.



Una parte importante de la pérdida de empleo ha sido temporal o en forma de ERTE (gráfico 3). Este tipo de despidos, en principio transitorios, se han concentrado mayoritariamente en el sector de las actividades no esenciales sin opción de teletrabajo. 


 

Por lo tanto, en la muestra se ha detectado que la pérdida de empleo ha sido similar para hombres y mujeres. Entre los trabajadores que mantienen el empleo, hay más mujeres en puestos de trabajo con opción de teletrabajo y más hombres en puestos donde teletrabajar no es una opción. Estos resultados son consistentes con los obtenidos para otros países (Adams et al., 2020). 

A continuación, se presentan los datos sobre la distribución de tareas domésticas entre hombres y mujeres antes del confinamiento. El gráfico 4 muestra que las mujeres asumían la mayor parte del trabajo en el hogar, en todas las tareas documentadas. Por ejemplo, de media se encargaban del 71% de las tareas relacionadas con lavar la ropa, y del 60% de las tareas vinculadas a la cocina y la limpieza. También se ocupaban de la mayoría de las actividades educativas con sus hijos (el 64%). Dadas las características de la muestra estudiada, con muchas mujeres de nivel educativo alto, se puede concluir que el reparto de tareas en el hogar medio en España seguramente era todavía más desigual.



¿Cómo ha cambiado esta distribución durante el confinamiento? Cabe recordar que tanto el cierre de los centros educativos como el cese de la actividad de restaurantes o de trabajadoras del hogar han supuesto un aumento importante en el volumen de trabajo doméstico. Sin embargo, el gráfico 5 muestra que apenas se han producido cambios en el reparto de tareas del hogar entre hombres y mujeres. Durante el confinamiento, las mujeres han continuado asumiendo la mayoría de las labores domésticas, a pesar de un ligero aumento de la participación masculina en estas tareas. 
Hay una excepción a este patrón general: la compra. Antes del confinamiento, las mujeres se encargaban de ir a comprar en mayor medida que los hombres. Esta distribución se ha invertido durante el confinamiento, de modo que ir a comprar ha pasado a ser la única actividad de la que, de media, se han ocupado más los hombres. 
Las actividades educativas con los niños, que durante el estado de alarma aumentaron de volumen, han seguido recayendo principalmente en las madres (en un 62%), así como las tareas vinculadas a la limpieza, la ropa y la cocina. 



Como muestra el gráfico 6, el incremento de la participación masculina en las tareas domésticas durante el confinamiento ha sido mayor entre los hombres de nivel educativo medio-bajo, cuyas parejas trabajaban en servicios esenciales, y con hijos menores de 6 años. Sin embargo, incluso en estas familias, las mujeres han seguido siendo las principales responsables de las tareas del hogar, excepto la compra. Por el contrario, la participación en las tareas del hogar ha sido menor entre hombres con estudios universitarios, con hijos mayores de 6 años, y cuyas parejas trabajaban en sectores no esenciales que permitían el teletrabajo. En cualquier caso, la participación masculina en el hogar ha aumentado levemente, en apenas cuatro puntos porcentuales. 



El gráfico 7, que muestra la brecha de género en la distribución de las tareas domésticas antes del confinamiento y en este periodo, resume los cambios ocurridos durante el estado de alarma.

Los resultados de la encuesta llevada a cabo muestran que la pérdida de empleo a raíz del estado de alarma ha afectado tanto a hombres como a mujeres. Asimismo, se documenta que las mujeres, en mayor medida que los hombres, han continuado desarrollando su actividad económica desde casa. Se observan, además, pequeños cambios en la distribución de las tareas domésticas, aunque las mujeres han continuado principalmente a cargo de todas ellas, salvo de la compra.

Esta evidencia sugiere que, durante el confinamiento, las mujeres han tenido que soportar una doble carga: más teletrabajo, combinado con un aumento en el volumen de las tareas domésticas. Cabe recordar, no obstante, que solo se ha documentado la situación de las familias biparentales, por lo que se deriva que la situación de las madres solas, al no poder repartirse la carga extra de trabajo, todavía debía de ser más complicada.

Los resultados de la encuesta ofrecen una visión poco optimista sobre el impacto de la pandemia en la desigualdad de género a corto plazo. La presencia de fuertes normas sociales sobre los papeles de los hombres y de las mujeres puede haber contribuido al reparto desigual del drástico incremento en las tareas domésticas, en particular cuando ambos progenitores han tenido la opción de teletrabajar. Sin embargo, en algunas familias en las que la mujer no ha podido optar al teletrabajo, el hombre puede haber asumido el papel de cuidador principal durante el estado de alarma. En estas familias, la pandemia puede haber forzado un cambio en los roles de género que será necesario analizar en el futuro. 

ADAMS-PRASSL, A., T. BONEVA, M. GOLIN y C. RAUH (2020). Inequality in the Impact of the Coronavirus Shock: Evidence from Real Time Surveys. IZA Institute of Labor Economics.

ALON, T., M. DOEPKE, J. OLMSTEAD-RUMSEY y M. TERTILT (2020). «The Impact of COVID-19 on Gender Equality», Covid Economics: Vetted and Real-Time Papers, 4, 62-85.