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1El PIB es el principal indicador del sistema de cuentas nacionales y de la economía de un país, pero no contempla muchas actividades realizadas en los hogares, ya que estas no se intercambian en el mercado. Es el caso del cuidado de niños y dependientes, cocinar o limpiar en casa.
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2El coste económico de estas actividades se estima calculando el tiempo que los miembros del hogar invierten en las tareas domésticas y multiplicando este tiempo por el salario neto que se pagaría a una persona externa por hacerlas (8,09 euros por hora). Según el cálculo realizado en este estudio, el trabajo no remunerado representaría el 40,8% del PIB.
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3La aportación de hombres y mujeres a este trabajo es desigual, siendo la contribución femenina más importante. Si se tuviera en cuenta en el cálculo del PIB el trabajo no remunerado realizado por las mujeres, este representaría el 26,2% del PIB de 2010, un porcentaje similar al del sector industrial.
Para calcular el valor del trabajo doméstico se tienen en cuenta diferentes actividades no remuneradas que aparecen en el gráfico. Las tareas relacionadas con la alimentación (preparación de comidas, lavar los platos, compras) son las más costosas, seguidas del mantenimiento de la vivienda (fundamentalmente limpieza pero también reparaciones).
Después están las tareas relacionadas con la ropa (lavar, tender, planchar, coser), el cuidado de niños y dependientes, y la frecuencia de los desplazamientos para llevar a cabo las actividades.
La diferencia es especialmente importante en las actividades relacionadas con la alimentación, desempeñadas mayoritariamente por las mujeres.
El PIB no mide todo el valor generado por la economía
El Producto Interior Bruto (PIB) es uno de los principales indicadores de la economía de un país. Este indicador mide el valor de los bienes y servicios producidos en un país en un período de tiempo determinado y se utiliza a menudo para comparar el nivel de desarrollo y el estado de la economía de distintos países.
Sin embargo, el PIB no es un indicador perfecto del valor de la economía, entre otros factores porque no incluye las actividades que implican la producción de bienes y servicios pero en las que no se produce un intercambio monetario. Estas actividades son invisibles para la contabilidad nacional porque no están incluidas en el PIB, aunque ciertamente son productivas y podrían convertirse en actividades de mercado. Por ejemplo la persona que limpia una casa podría cobrar por ese trabajo, o pagar a otra persona por realizarlo. Entre las actividades que permanecen ocultas en el cálculo del PIB encontramos la economía sumergida y los trabajos ilegales, pero también las tareas domésticas y de cuidado, así como el voluntariado. Debido a esta falta de contabilidad, podemos considerar que el PIB subestima el valor de la economía.
Asimismo, es importante señalar que las tareas domésticas y de cuidado son realizadas mayoritariamente por las mujeres, tanto en el mercado de trabajo como en el hogar. Por esto, cuando estas actividades se profesionalizan y externalizan, tienen un impacto en la tasa de actividad femenina. Incluir estas actividades en las cuentas nacionales permitiría una comparación más realista entre países con diferentes niveles de formalización de este sector, así como una mejor comprensión de las tasas de actividad y empleo de las mujeres. Para hacer esto, se desarrollan las llamadas «cuentas satélite», que intentan incluir aspectos de la economía que los indicadores tradicionales no pueden cubrir, como es el caso de las tareas domésticas y de cuidado. Las cuentas satélites hacen visible un trabajo que a menudo permanece oculto pero que es necesario para el bienestar de la sociedad.
1. ¿Cuánto vale el trabajo doméstico?
El valor de las actividades no remuneradas en la economía española se estima que ascendió, en 2010 (son los últimos datos disponibles), a 426.372 millones de euros, lo que representa el 40,77% del valor del PIB. La evolución del mercado de trabajo desde entonces no nos hace pensar que en la actualidad la cifra haya disminuido. Esta estimación es incluso conservadora, y dependiendo de los métodos de cálculo escogido, podría ser incluso mayor. El gráfico 1 presenta el valor de los diferentes tipos de actividad considerados en el estudio.
En el gráfico podemos ver que las actividades relacionadas con la preparación de comidas son las que tienen un mayor peso, seguidas del mantenimiento de la vivienda (fundamentalmente la limpieza). Los cuidados a niños y personas dependientes son la tercera categoría en importancia económica, con un coste equivalente a la mitad del coste de las tareas de alimentación. Sin embargo, hay que tener en cuenta que, si bien todos los hogares necesitan alimentar a sus miembros y mantener la vivienda, no en todos los hogares se realizan actividades de cuidado. Si solo consideráramos los hogares en los que hay personas que requieren cuidado, su valor respecto a otras categorías sería más elevado. Los trayectos y los trabajos relacionados con el cuidado de la ropa tienen una importancia menor que las otras tres.
¿Cuál es la situación de España en comparación con otros países? El gráfico 2 muestra el porcentaje del PIB que representa el trabajo doméstico y de cuidado en los países del G7, calculado a partir de datos de la OCDE (Van de Ven et al., 2018). La comparación directa de los datos expuestos para España con los países que aparecen en el gráfico 2 es complicada porque los métodos de cálculo son diferentes, pero el gráfico nos da una idea de las importantes divergencias entre estos siete países. El trabajo no remunerado tiene un peso importante en Italia (23,7% del PIB), y casi la mitad en Canadá (11,5% del PIB). Los demás países europeos, el Japón y Estados Unidos se encuentran en posiciones intermedias. Estos datos indican que en Canadá las tareas domésticas y de cuidado se externalizan con más frecuencia que en los demás países del G7, mientras que Italia es el país en el que los miembros de los hogares se encargan más de realizar este trabajo. Varios factores contribuyen a explicar estas diferencias, principalmente la accesibilidad de la ayuda doméstica, las preferencias culturales y el nivel de participación de las mujeres en el mercado de trabajo.
2. La aportación desigual de hombres y mujeres
El cálculo de las cuentas satélite ha mostrado el importante peso económico de las actividades no remuneradas, gran parte del cual permanece oculto en el cálculo de indicadores habituales como el PIB. Pero la cuenta satélite revela también importantes desigualdades de género, porque la mayor parte de este trabajo invisible, casi un 70%, lo realizan mujeres. El trabajo invisible y no contabilizado es mayoritariamente femenino. El gráfico siguiente contiene el valor económico de las tareas realizadas por las mujeres y los hombres. Puesto que el salario por hora es el mismo para todas las actividades, el gráfico 3 muestra también las diferencias de tiempo invertido por hombres y mujeres en el trabajo no remunerado.
En todas las actividades analizadas, las mujeres tienen un mayor peso que los hombres. Las mujeres aportan un 62% del cuidado, un 68% a la limpieza y el mantenimiento de la casa, un 70% a la preparación de alimentos y un 82% al cuidado de la ropa, la tarea más feminizada en proporción. Su participación en este tipo de trabajo es mucho más importante que la de los hombres, y la aportación económica invisible también. Si se tuviera en cuenta en el cálculo del PIB, el trabajo no remunerado realizado por las mujeres ascendería a 33.928 millones de horas y representaría un 26,24% del PIB de 20101. Si el trabajo no remunerado fuera considerado un sector de la economía, la parte realizada por las mujeres tendría un peso económico similar al del sector industrial.
Es importante señalar que los cálculos aquí presentados solo incluyen las actividades declaradas como «primarias» en las encuestas de empleo del tiempo. Esta encuesta no permite declarar dos actividades simultáneas sin jerarquizarlas: una de ellas debe ser la actividad principal y la otra la secundaria. Por ejemplo, si una persona está planchando la ropa y a la vez cuidando a sus hijos debe elegir si el cuidado o el planchado son la actividad principal. Dado que las tareas domésticas y de cuidado en ocasiones se compatibilizan, el cálculo de los autores es conservador, por lo que podemos pensar que las desigualdades de género serían en realidad más importantes si se tuviera en cuenta todo el tiempo dedicado y no solo el declarado como actividades «primarias».
En la mayoría de los países de nuestro entorno los investigadores han constatado una reducción del tiempo dedicado al trabajo doméstico en los últimos cincuenta años (Altintas y Sullivan, 2016). Diversos cambios sociales han ayudado a fomentar esta tendencia: los avances tecnológicos que permiten mayor eficacia en las tareas, los cambios en las costumbres y la aparición de una oferta adaptada a esos nuevos hábitos (por ejemplo, la aparición de alimentos preparados), el desarrollo de servicios públicos y privados de ayuda a las personas y la incorporación de las mujeres al mercado de trabajo. Sin embargo, estos cambios no se han producido a la misma velocidad ni con la misma intensidad en todos los países, y en España el tiempo dedicado a tareas no remuneradas, y su correspondiente valor económico, es más elevado que en otras sociedades (Altintas y Sullivan, 2016). Se trata de un trabajo invisible pero con gran valor económico, y este valor debe tenerse en cuenta al interpretar los patrones de actividad laboral de las mujeres.
¿Cómo se calcula el valor del trabajo doméstico?
No existe un solo método para hacer el cálculo del valor del trabajo doméstico, y cada uno de ellos implica necesariamente ciertos presupuestos de partida. La estimación que presentamos aquí es una de las estimaciones posibles, publicada por el INE y basada en datos de 2010 (Angulo y Hernández, 2015).
En primer lugar, se han de identificar las actividades no renumeradas que se consideran relevantes dentro de la etiqueta ‘trabajo doméstico’. En nuestro caso fueron cuatro:
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Vivienda: las relacionadas con la limpieza, el mantenimiento y las reparaciones de la vivienda.
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Cocina: todas las actividades relativas a la producción culinaria, desde cocinar hasta lavar los platos, o la obtención de materias primas en el hogar destinadas a la alimentación (por ejemplo, cultivar un huerto).
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Vestido: lavado, planchado, confección y reparación de ropa.
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Cuidados: el cuidado de niños, mayores y personas dependientes.
Después, se ha de calcular el tiempo dedicado a cada una de estas tareas (incluyendo los trayectos para llegar a la actividad, si es el caso). Para ello se han utilizado los datos de la Encuesta de Empleo del Tiempo que llevó a cabo el INE (Instituto Nacional de Estadística) en 2009-2010. Esta encuesta utiliza un diario para medir el tiempo que una muestra representativa de residentes en España dedica a diferentes actividades a lo largo de un día (INE, 2010).
A continuación, para atribuir un valor económico a cada tarea existen dos alternativas: o bien se tiene en cuenta el salario de la persona que realiza efectivamente la actividad, entendiendo que esto es lo que deja de ganar en el mercado de trabajo cuando dedica su tiempo a tareas no remuneradas (coste de oportunidad), o bien se usa el salario que se pagaría a otra persona por realizar la tarea no remunerada (coste de sustitución). La elección de uno u otro método es importante porque el trabajo en el sector de cuidados y trabajo doméstico no se remunera con salarios elevados, mientras que la persona que hace efectivamente el trabajo puede tener un salario más o menos elevado. Usar el coste de sustitución nos dará una estimación más baja que usar el coste de oportunidad, ya que el salario de los trabajadores domésticos es inferior al de la media de los trabajadores de otros sectores. En nuestro caso se utiliza el coste de sustitución asumiendo un salario neto de 8,09 € por hora.
Finalmente, se deben tener en cuenta también una serie de costes de producción y costes intermedios. Por ejemplo, para preparar la comida es necesario usar ingredientes adquiridos en el mercado, especialmente los ingredientes del plato, pero también se usan utensilios (sartenes, electrodomésticos) o infraestructuras que se desgastan con cada uso. La estimación de estos costes intermedios se suma al resultado anterior.
3. Referencias
ANGULO, C., y HERNÁNDEZ, S. (2015): «Propuesta de cuenta de producción de los hogares en España en 2010. Estimación de la serie 2003-2010», Documentos de Trabajo, Madrid: INE.
ALTINTAS, E., y SULLIVAN, O. (2016): «Fifty years of change updated: Cross-national gender convergence in housework», Demographic Research, 35.
Instituto Nacional de Estadística (2010): Encuesta de Empleo del Tiempo.
VAN DE VEN, P., ZWIJNENBURG, J. y DE QUELJOE, M. (2018): «Including unpaid household activities: An estimate of its impact on macro-economic indicators in the G7 economies and the way forward», OECD Statistics Working Papers, 91.
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