Antonio Cabrales (Madrid, 1964) es doctor en Economía por la Universidad de California y una de las voces más autorizadas en campos como la relación entre la economía y el sistema educativo. Antes de ser catedrático de la Universidad Carlos III de Madrid lo fue también en el University College de Londres y en la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona. Investiga en economía de redes sociales, experimental y conductual, así como en teoría de juegos y organización industrial. Es vicepresidente ejecutivo de la European Economic Association y ha publicado en las principales revistas científicas especializadas en economía, para algunas de las cuales también ha ejercido como editor. Además, es uno de los impulsores de Nada es Gratis, uno de los blogs económicos en español más exitosos, desde donde promueve el análisis acerca de los principales problemas a los que se enfrenta la sociedad española actual.

¿Cómo ve la sostenibilidad del estado del bienestar en España y del sistema de pensiones en particular?
La demografía española no es muy buena para sostener un sistema de pensiones de reparto como el que tenemos. Los números del INE dicen que, si ahora tenemos una tasa de dependencia del orden del 35%, es decir, que cada pensionista está sostenido por tres personas, ese número va a subir mucho. La tasa de dependencia llegará al 55% o quizás incluso al 60% de aquí a veinte o treinta años. A mediados de siglo tendremos menos de dos trabajadores por pensionista y eso hace muy difícil que mantengamos las pensiones a los niveles que están actualmente. Si quisiéramos mantener la tasa de reposición, es decir el porcentaje de salario final que se paga como pensiones, los cálculos aproximativos indican que tendríamos que gastar un 15% o 20% más del PIB en pensiones, es decir, que habría que subir los impuestos de manera muy notable.
Y eso se antoja complicado…
Sí. Teniendo en cuenta que nos cuesta cerrar los números públicos incluso en años relativamente buenos como el 2019, no parece que queramos hacer una cosa así. Y eso quiere decir, con gran probabilidad, que las pensiones tendrán que bajar. Porque la alternativa de subir mucho los impuestos no creo que seamos capaces de hacerla. Ese es el dilema en el que entramos y que se agudizará hacia 2040 o 2050. Más adelante la situación se estabiliza y baja un poco, pero no mejora muchísimo.
Por tanto, conviene buscar soluciones. ¿Cuáles son las más plausibles?
Aparte de prepararnos para subir mucho los impuestos, otras alternativas son alargar la jubilación permitiendo que la gente siga trabajando más años o aumentar la tasa de participación en el mercado laboral, y esto pasaría probablemente por una mejora muy importante de las leyes laborales, que no son muy buenas. Luego hay otras soluciones relacionadas con la mejora de la demografía, pero el inconveniente es que se trata de un proceso muy lento. Si, por un milagro, en los próximos cinco años hay un boom de natalidad y nacen dos millones de niños y niñas más, para el 2050 todavía estarían medio entrando en el mercado laboral.
Si la situación del sistema de pensiones fuese insostenible, ¿puede ocurrir que las familias deban acabar asumiendo el coste de la atención de sus mayores, como ya sucede con el de la atención a su descendencia?
Una fórmula que tiene que ver con lo que planteas, y que puede ser parte de la solución, pasa por la mejora del mercado financiero y la posibilidad de hacer hipotecas inversas. En España, más que en otros países, la mayoría del capital familiar está invertido en sus propios domicilios. Puede darse el caso de una mujer de
70 años con un piso en el Eixample o en el barrio de Salamanca valorado en un millón de euros pero con falta de efectivo porque tiene una pensión de 500 euros. Una solución obvia es convertir esa cantidad de patrimonio en líquido con una hipoteca inversa y que ese capital lo disfrute la interesada en vida y no su familia cuando esta fallezca.
Con este panorama que dibuja, ¿hasta qué punto podemos decir que está en peligro el estado del bienestar en España?
Peligro, en el sentido de que desaparezca, probablemente no lo hay. Pero con toda seguridad será distinto, de una manera en la que ya se ha venido reformando en las últimas décadas. Es lo que se llama la reforma silenciosa: las pensiones máximas no han parado de bajar (en términos reales) y este proceso se podría acelerar. Si el intervalo de pensiones se comprime, se puede ir convergiendo hacia un modelo como el británico, en el que hay un sistema de pensiones que aquí llamaríamos asistencial. Es una cifra básica e igual para todo el mundo. Y las pensiones extra van por la parte de planes de pensiones, que a menudo son obligatorios y establecidos en convenios colectivos. Silenciosamente, vamos en esa dirección, hacia un modelo de sostenimiento completamente distinto al nuestro, porque no parece que haya mucho interés en tomar medidas más fuertes en otras direcciones. El problema es que, si lo hacemos de manera silenciosa, vamos a llegar a la pensión asistencial sin tener a punto los complementos de capitalización privados.