Reseña
Una perspectiva intergeneracional de la crisis del coronavirus y el rol de las políticas familiares
La pandemia del coronavirus ha causado el mayor impacto en décadas en la economía y el mercado laboral mundial. La crisis resultante ha mostrado las debilidades del sistema de bienestar y ha exacerbado las desigualdades preexistentes en ingresos y condiciones de vida, vulnerabilidades del mercado de trabajo y en la frecuencia de la violencia doméstica.
Los libros aquí reseñados ofrecen perspectivas complementarias sobre el papel de las políticas familiares durante las etapas de deterioro económico. En An intergenerational audit for the UK, Laura Gardiner y los restantes autores proporcionan un análisis cuantitativo del impacto causado por la crisis del coronavirus en las condiciones de vida en una economía occidental avanzada, la del Reino Unido. Su análisis muestra hasta qué extremo la crisis actual ha puesto a prueba el sistema de bienestar y subraya la importancia de las políticas familiares como los subsidios por hijos y las ayudas familiares. Por otra parte, Handbook of family policy examina las principales políticas familiares en varios países y épocas. También propone algunas intervenciones públicas que podrían mitigar los efectos de la crisis actual en las familias.
Laura Gardiner y los demás autores del primer libro efectúan un análisis de la fase inicial de la crisis por la covid-19 a través de distintos grupos de edad en el Reino Unido. El estudio centra su atención en los efectos de la pandemia y el confinamiento subsiguiente en la vida de la población en cuatro ámbitos: 1) las condiciones laborales; 2) vivienda y seguridad; 3) impuestos, subsidios e ingresos familiares, y 4) riqueza y activos. El estudio cubre asimismo el impacto de la crisis del coronavirus en la salud y la satisfacción con la vida. Por otra parte, se analizan los cambios en las condiciones de vida que ha conllevado la pandemia en el tiempo, por generaciones y por cohortes. Cada capítulo contiene un estudio de uno de estos ámbitos, con el respaldo de abundantes datos.
Los autores identifican un asunto de interés específico en cada ámbito que examinan en profundidad y proporcionan un análisis centrado en aquellos aspectos que están cambiando actualmente en el Reino Unido.
Tras leer el estudio, se tiene la certidumbre de que nadie escapa a los efectos de la crisis del coronavirus. Los mayores son especialmente vulnerables al virus. Por lo tanto, se han visto afectados por el mayor incremento en las tasas de mortalidad, un severo deterioro en salud mental y una brusca caída en los índices de satisfacción con la vida. Por otra parte, el confinamiento ha tenido drásticas consecuencias negativas en la población laboralmente activa. Numerosos trabajadores han perdido el empleo temporal o definitivamente. Los trabajadores más jóvenes y de mayor edad son los que están pasando más apuros.
Por lo que respecta a la salud mental y a la satisfacción con la vida, los autores describen una relación similar en forma de U entre el impacto negativo de la pandemia y la edad. Los mayores estragos en salud mental e insatisfacción se concentran en los extremos de la distribución de edad. Los mayores sufren aislamiento debido al distanciamiento social, mientras que los jóvenes están preocupados por sus perspectivas vitales truncadas. Los índices de abandono escolar han caído debido a que la pandemia ha afectado en mayor medida a los empleos en el sector de servicios, como el comercio, la hostelería, la cultura y el ocio, que son precisamente los empleos en que suelen trabajar los jóvenes de poco más o poco menos de 20 años.
El último de los grupos más afectados por la crisis es el de las familias de bajos ingresos con niños. En estos hogares los adultos tienen entre 30 y 50 años. Estas familias han sufrido comparativamente más dificultades en el confinamiento debido al cierre de las escuelas y a peores condiciones de vida y vivienda. Durante la pandemia estos hogares han visto menguar sus ahorros y en muchos casos se han endeudado.
El libro contiene también información detallada sobre los programas de ayuda que el gobierno británico ha puesto en marcha. Hasta ahora se han implementado tres políticas principales: una para la conservación del empleo, otra de apoyo para los ingresos de los autónomos y una tercera de estímulo para las ayudas de la seguridad social y de créditos fiscales. El estudio muestra que la distribución del apoyo público a los ingresos está equitativamente repartida entre los ciudadanos de 25 a 55 años, con relativamente menos apoyos para los jóvenes y los mayores.
Recientemente las medidas se han prolongado hasta finales de septiembre del 2021, pero existe una gran incertidumbre sobre su continuidad. Para abordar esta cuestión, el estudio formula algunas predicciones económicas –especialmente alarmantes para los jóvenes y el sector de la población con menor nivel educativo– y proporciona algunas recomendaciones en materia de políticas que no es posible detallar aquí pero que se recomienda examinar al lector interesado.
Por último, cabe recalcar que An intergenerational audit for the UK muestra la relevancia de utilizar una perspectiva intergeneracional al estudiar las condiciones de vida. Este enfoque es pertinente por tres razones principales: en primer lugar, detecta los grupos de edad más afectados y vulnerables; en segundo lugar, proporciona información a los responsables políticos sobre cómo proyectar medidas para abordar los problemas señalados, y, en tercer lugar, permite identificar las dificultades del estado del bienestar para corregir los problemas preexistentes que se han visto exacerbados por la crisis derivada del coronavirus.
Una ausencia manifiesta en este estudio es un debate detallado sobre el impacto de la pandemia desde una perspectiva de género. Existen pruebas irrefutables de que las medidas de confinamiento y el impacto negativo en el mercado laboral han afectado desproporcionadamente a las mujeres.
Debido a que las mujeres con hijos asumen, de media, más responsabilidades en el cuidado y los deberes de los niños que los hombres, se han visto más afectadas por el cierre de las escuelas. Asimismo, la violencia doméstica ha aumentado significativamente durante el confinamiento. Y el deterioro de la salud mental debido a la pandemia es más frecuente en las mujeres que en los hombres. Las políticas familiares deberían paliar las necesidades de las familias de bajos ingresos con hijos y de las mujeres gravemente afectadas por la pandemia. Este es justamente el tema que aborda el segundo libro reseñado aquí, Handbook of family policy, editado por Guðný Björk Eydal y Tine Rostgaard.
Handbook of family policy presenta una visión de conjunto de la investigación contemporánea sobre políticas familiares en todo el mundo. Incluye contribuciones de 44 especialistas y está dividido en cinco partes. El volumen se abre con un repaso de la historia de la investigación sobre políticas familiares y la descripción de conceptos analíticos, teorías y métodos de investigación. Esta parte del libro ofrece una excelente guía sobre indicadores, bases de datos y distintos enfoques conceptuales que se han utilizado para estudiar las políticas familiares a lo largo del tiempo.
Tras este repaso metodológico, el estudio analiza las principales políticas familiares llevadas a cabo tanto por gobiernos como por compañías privadas. Entre estas se incluyen transferencias monetarias como subsidios familiares, permisos de maternidad y paternidad, cuidado de los niños y políticas de conciliación. Centrémonos en dos de estas políticas, los subsidios familiares por hijos y las guarderías. Sorprende constatar que, a pesar de la eficacia de los subsidios familiares para reducir la pobreza infantil, solo unos pocos países ofrecen estos subsidios en
sus sistemas de bienestar. Las investigaciones examinadas en el libro muestran que la educación preescolar es otra de las políticas familiares básicas, puesto que facilita
la participación de la mujer en el mercado de trabajo y mejora el desarrollo cognitivo y social de los niños.
El ensayo proporciona asimismo una perspectiva comparativa de las políticas familiares en distintos países. No solo se incluyen los tradicionales modelos de las economías occidentales, sobre los que existen abundantes estudios –el modelo conservador de bienestar de Europa central, el modelo del sur de Europa, el modelo igualitario de los países nórdicos y el modelo liberal del Reino Unido
y los Estados Unidos–, sino que también efectúa un repaso más amplio de lo habitual de otras políticas familiares más recientes o que aportan un valor añadido y que cubre otras regiones geográficas: Sudáfrica, India, América Latina, Europa oriental y Asia oriental.
La última parte del libro se centra en el impacto de las políticas familiares –especial- mente las transferencias monetarias y los impuestos– sobre la pobreza infantil, el hecho de tener hijos y el bienestar de la familia. Subraya la importancia de los indicadores objetivos para medir el bienestar y la necesidad de reforzar los mecanismos existentes para luchar contra la pobreza infantil. Esta es también la parte que contiene más propuestas y que aborda los futuros desafíos para la investigación y la formulación de políticas. Dos de los aspectos planteados presentan un especial interés. El primero es cómo las políticas públicas pueden prestar apoyo a las familias durante los desastres, tanto los naturales como los causados por el hombre. Y el segundo es la necesidad de una perspectiva de género en el diseño de las políticas familiares. Ambos aspectos son particularmentve relevantes en las circunstancias actuales.