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1Las actitudes conspirativas y populistas están vinculadas a la creencia en noticias falsas.
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2Las personas que se informan sobre noticias en las redes sociales (Whatsapp, Facebook, Twitter) tienen más probabilidades de creer en afirmaciones falsas.
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3Los mensajes correctivos que ponen en duda las creencias y las convicciones personales más arraigadas pueden tener efectos contraproducentes y aumentar la creencia en noticias falsas.
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4No hay ninguna fuente de mensajes correctivos (institucionales o individuales) que sea más efectiva que otra: diferentes tipos de fuentes crean efectos similares.

Mientras el 85% de las personas encuestadas consideraron un hecho cierto que la actividad humana está causando episodios climatológicos extremos, el nivel de creencia en las otras afirmaciones (todas ellas falsas) resultó muy variado. La mitad de los participantes creyeron que los dueños de las patentes estaban limitando la provisión de medicamentos contra el cáncer para aumentar sus beneficios o que los alimentos genéticamente modificados no eran seguros. Solo alrededor de 10% creyeron que el Gobierno de España estaba planeando la sustitución de clases de lengua por clases de religión en las escuelas.
Populismo, pensamiento conspirativo y 'fake news'
La publicación y el consumo crecientes, en todo el mundo, de fake news (noticias falsas) y piezas desinformativas está favoreciendo a partidos y líderes políticos mediante la utilización de teorías conspirativas y desinformación política para atraer a los votantes. Las narrativas populistas, por ejemplo, echan la culpa de los acontecimientos adversos a grupos poderosos o élites que conspiran para ocultar su influencia del público (Hawkins 2009, Mudde y Rovira Kaltwasser 2012, Mudde y Rovira Kaltwasser 2013). Sin embargo, y a pesar de la importancia creciente de las fake news en la política, todavía se conoce poco sobre qué tipo de personas son más propensas a dar crédito a estas noticias, y aún menos cómo combatir este fenómeno de manera efectiva.
Para arrojar algo de luz a estas cuestiones, se ha llevado a cabo una encuesta experimental con una muestra de 8.000 participantes que representan a la población española en términos sociodemográficos y territoriales. Nos centramos en el papel de las actitudes populistas y conspirativas, examinando si los votantes con altos niveles de semejantes actitudes son más proclives a creer las noticias falsas o resistentes a las correcciones de este tipo de noticias.
El experimento se inició, en todos los casos, con una misma pregunta: saber si la persona encuestada consideraba un hecho cierto que la actividad humana está causando episodios climatológicos extremos. Acto seguido, se presentaban para su lectura varios artículos muy cortos, todos ellos relacionados con noticias falsas que habían circulado en España poco antes de que el experimento tuviera lugar. A efectos de esta investigación, las informaciones se agruparon en cuatro grupos de noticias falsas que difieren en su populismo y el contenido conspirativo (tabla 1). Todos los participantes leyeron una noticia de cada uno de estos cuatro grupos y después tenían que indicar si consideraban que la información mencionada era totalmente, bastante, algo o nada precisa.
El gráfico 1 muestra que el 85% de las personas encuestadas consideraron que la primera noticia, es decir, la información que vinculaba la acción humana a los cambios en el clima, era correcta (de hecho, efectivamente este es el caso). Sin embargo, el nivel de creencia en las otras afirmaciones (todas ellas falsas) resultó muy variado. Un 52,1% de los participantes, por ejemplo, creyeron que los dueños de las patentes estaban reteniendo el suministro de medicamentos contra el cáncer para aumentar los precios.
Por el contrario, solo alrededor de una de cada diez personas (el 11,3 %) dieron por buena la información que anunciaba la sustitución de las clases de lengua por clases de religión en las escuelas. Por otra parte, el 18,6% de los encuestados creían que las vacunas aumentan el riesgo de autismo, una afirmación falsa con implicaciones de salud potencialmente muy serias. Aunque esta cifra es comparativamente baja, sigue siendo preocupante que casi uno de cada cinco encuestados tenga una percepción errónea que podría llevarlos a evitar las vacunas que pueden salvar vidas.
¿Qué tipo de personas son más proclives a creer noticias falsas? ¿Y cuál es el peso que tienen la afinidad al populismo y el pensamiento conspirador? En particular, la retórica populista enfatiza la división entre «la gente» y «las élites» por medio de un discurso maniqueo que conduce a una comprensión polarizada del mundo y la política, articulada en una visión general del «bien contra el mal» que lo explica todo (Mudde y Rovira Kaltwasser 2013, Hawkins 2010). Y la retórica conspirativa se sirve de narrativas que ponen de relieve tramas secretas ensambladas por actores muy poderosos y que se proyectan más allá de la escena política para alcanzar fenómenos sociales de gran amplitud. Medimos estas dos predisposiciones, la afinidad al populismo y la inclinación al conspiracionismo, usando escalas científicamente validadas (Castanho et al. 2019 y Bruder et al. 2013). Para facilitar los análisis, dividimos nuestra muestra en diferentes grupos: encuestados por encima y por debajo del populismo mediano, respectivamente, y encuestados por encima y por debajo del conspiracionismo mediano.
El gráfico 2 muestra que, en términos generales, las personas que pueden ser atraídas por el populismo o el conspiracionismo en un grado elevado responden de modo parecido ante las diversas noticias falsas. Una parte importante tanto de unas como de otras (por encima del 55% en ambos casos) creen la noticia sobre la inseguridad de los alimentos modificados genéticamente, a pesar de que dicha información no implica la participación de ninguna élite. Asimismo, este tipo de personas también se muestran más proclives a aceptar informaciones en las que sí intervienen élites confabuladoras: por ejemplo, las afirmaciones que hacen referencia a pactos entre partidos para bloquear la participación de la oposición, o las que plantean la existencia de operaciones clandestinas de la OTAN o de los propietarios de patentes farmacéuticas con fines lucrativos.
Sin embargo, es interesante destacar que tanto las personas más atraídas por el populismo como las que lo son por el conspiracionismo dieron el mismo crédito que el resto de los participantes a las noticias relacionadas con la modificación del currículo escolar, aun cuando estas dos noticias implicaban la acción de una élite claramente identificada (en este caso, el Gobierno central).
¿Hay, además de las inclinaciones populistas o hacia el pensamiento conspirador, otros aspectos que puedan condicionar la predisposición a creer las noticias falsas? Los resultados de una serie de modelos de regresión, que se muestran en la tabla 2, ponen de relieve una relación digna de ser señalada: las personas que reconocen que buscan noticias en las plataformas sociales (Whatsapp, Facebook, Twitter) son más proclives a considerar como ciertas cada una de las ocho noticias falsas sobre las que se les pregunta.
Si bien estos resultados no pueden tomarse como causales, sugieren que el uso de las redes sociales puede aumentar la exposición y la creencia en las noticias falsas. Las personas que agrupamos como «populistas» acreditan una mayor propensión que el resto a creer cinco de las ocho noticias falsas; en particular, las que se permiten inferir, directa o indirectamente, el papel protagonista de las élites (políticas o no) en la noticia en cuestión. A su vez, las personas con esquemas mentales conspirativos dan un mayor crédito a noticias que sugieren confabulaciones más amplias: los medicamentos retenidos, la fumigación clandestina o el riesgo que suponen los alimentos modificados genéticamente.
¿Hay diferencias partidistas en la creencia en noticias falsas? Efectivamente, destacan los votantes de Vox y Podemos porque se muestran proclives a dar más credibilidad a las afirmaciones que son coherentes con sus preferencias políticas. Esto refleja un proceso psicológico llamado razonamiento motivado: un sesgo cognitivo al procesar información mediante el cual las personas buscan de manera inconsciente validar sus creencias preexistentes (Flynn et al. 2017).
Los resultados sugieren que las evaluaciones afectivas de las élites involucradas en la noticia (del PP en el caso de los votantes de Podemos y del PSOE en el caso de los votantes de Vox), junto con la importancia del problema representado, juegan un papel fundamental para que el encuestado se muestre más proclive a aceptar la noticia falsa como correcta. De manera similar, los encuestados conservadores tienden a dar crédito a afirmaciones falsas cuando se alinean con sus preconcepciones ideológicas.
1. Diferencias partidistas en conspiracionismo, populismo y creencias falsas
Los cambios en el sistema de partidos español plantean la cuestión de si los votantes de los cinco principales partidos nacionales difieren en cuanto al grado de predisposición populista y conspirativa. Según los datos proporcionados por la encuesta, tanto el populismo como el conspiracionismo son actitudes relativamente generalizadas, lo que está en sintonía con otros estudios realizados previamente (Van Hauwaert et al. 2016). En este estudio en concreto, los datos indican que los simpatizantes de Podemos y de Vox manifiestan actitudes populistas o conspirativas ligeramente por encima de la media total, mientras que en el resto de los partidos estas actitudes están por debajo de la media (gráfico 3).
En cualquier caso, al margen de las particularidades mencionadas y tal como muestran los datos, no es difícil encontrar votantes con una prevalencia significativa de ambas inclinaciones, populista y conspirativa, en los cinco partidos analizados.
¿Qué ocurre cuando lo cruzamos todo? ¿Qué patrones aparecen si tenemos en cuenta simultáneamente la afinidad política, la inclinación populista, la mentalidad conspirativa y el uso de las redes sociales para informarse? Para observarlos repetimos nuestros análisis anteriores, esta vez por separado para los cuatro grupos de encuestados clasificados previamente: aquellos con niveles altos y bajos de inclinación al populismo (tabla 3) y aquellos con niveles altos y bajos de pensamiento conspirador (tabla 4).
Una vez más, el hecho que emerge con mayor intensidad es la correlación entre el uso recurrente de las plataformas sociales para informarse y la predisposición a creerse las noticias falsas. Pero, en este caso, resulta de especial interés una característica específica: los votantes con menores tendencias conspirativas o populistas son, sin embargo, quienes más acusan el impacto del uso de las redes sociales en su predisposición a creerse las noticias falsas. Es decir: este hallazgo inquietante sugiere que las plataformas sociales podrían promover la creencia en noticias falsas incluso entre personas que originalmente no muestren otras predisposiciones a creer en ellas.
Por lo que se refiere a la articulación de estos factores con la variable de la afinidad política, los resultados subrayan aún más la importancia del razonamiento motivado.
Los datos sugieren que entre los votantes de Vox, del PP y de Ciudadanos, los altamente populistas están más inclinados a creerse la noticia falsa en la que se apunta hacia un pacto secreto entre PSOE y Podemos. Este resultado también se aplica a los votantes de Vox altamente conspirativos. Sin embargo, también refiriéndonos a los simpatizantes de Vox, si estos presentan niveles bajos de inclinación al populismo o pensamiento conspirador, entonces tampoco muestran una predisposición mayor que el resto de las personas a creerse esas mismas noticias falsas. Encontramos un patrón similar, también en esta ocasión, cuando consideramos a los votantes de Podemos enfrentados a una noticia falsa en la que una élite formada por el PP, Ciudadanos y Vox conspira secretamente.
2. ¿Es posible contrarrestar las 'fake news'?
La presente investigación también puso a prueba la efectividad de la contrainformación, es decir, de las noticias que corrigen las fake news ofreciendo contraargumentos. Así, a algunos participantes en el experimento se les presentaron aleatoriamente piezas informativas que refutaban el argumento central de la noticia falsa, mientras que otros participantes (los integrantes del grupo de control), en cambio, solo leyeron el titular de las noticias falsas y una breve descripción del artículo. Por ejemplo, este es el título, la descripción y la contrainformación utilizados en la noticia sobre los alimentos modificados genéticamente:
Debate sobre la seguridad de los alimentos modificados genéticamente
Los activistas opuestos a los alimentos modificados genéticamente argumentan que los cambios realizados pueden hacer variar el contenido nutricional e introducir toxinas que dañen a los órganos vitales.
[Contrainformación:]
Sin embargo, la gran mayoría de científicos creen que los alimentos modificados genéticamente son seguros. Además, estudios científicos no han demostrado que se produzcan efectos secundarios negativos por el consumo de estos alimentos.
La efectividad de las correcciones, es decir, la introducción de los llamados fact checks en el experimento, no es uniforme en todos los enunciados sometidos a prueba (gráfico 4). Las correcciones consiguen contrarrestar el efecto de algunas noticias falsas, como es el caso de las referidas a los alimentos modificados genéticamente, al complot del PP, Ciudadanos y Vox en Andalucía, y a la confabulación de las empresas farmacéuticas. En otros casos, sin embargo, el hecho de añadir un fact checking a la información no altera el grado de credibilidad de la noticia falsa respecto del grupo de encuestados que no reciben la corrección para esa misma noticia. Así, la credibilidad de la información sobre la sustitución de las clases de lengua por las de religión, de la referida a un pacto secreto entre el PSOE y Podemos en la Comunidad Valenciana, y de la que informa de operaciones clandestinas de la OTAN, no se ve alterada por el hecho de que se incluya o no un argumento que las corrija.
Pero lo que resulta especialmente inquietante es que, en los dos casos, la provisión de argumentos en contra de la noticia falsa no solo no corrige el nivel de credibilidad de la información, sino que abunda en el grado de creencia del lector en relación con la noticia. Así sucede en la información sobre la relación de las vacunas con el autismo, y en la noticia sobre la implantación de estudios islámicos en el currículum escolar. En estos dos casos, la corrección refuerza la credibilidad de la noticia falsa.
Estos efectos contraproducentes son particularmente dignos de mención por su carácter contraintuitivo. No obstante, esta reacción se produce una vez más debido al proceso del razonamiento motivado, el sesgo cognitivo que provoca una reacción en sentido contrario hacia aquellas informaciones que se oponen a las creencias y convicciones personales más arraigadas. Así, ante el contraargumento, el lector echa mano de consideraciones adicionales para justificar sus creencias falsas (incorrectas), de tal modo que salen reforzadas. Aunque nuestro estudio es el primero que documenta la existencia de este efecto contraproducente de la información correctiva en España, otros estudios han documentado reacciones similares en los Estados Unidos (Nyhan y Reifler 2010, Porter y Wood 2019).
3. ¿Hay fuentes más efectivas que otras a la hora de corregir las creencias falsas?
En el experimento, las notas de corrección de las noticias falsas fueron atribuidas a diversas fuentes, tanto individuales como institucionales. El objetivo era averiguar si ciertos perfiles o instituciones eran más efectivos que otros a la hora de contrarrestar la falsedad de la noticia. Así, para cada una de las ocho informaciones se creó una lista de perfiles expertos y especialistas que aparecían como las fuentes de las informaciones de corrección. Por ejemplo, para la noticia sobre los alimentos manipulados genéticamente, o sobre la seguridad de las vacunas, las correcciones se atribuyeron a doctores y a asociaciones profesionales de médicos. En otros casos, las fuentes de las correcciones fueron instituciones gubernamentales, expertos, una ONG ficticia, medios de información y plataformas de fact checking, como Newtral o Maldita Hemeroteca.
Los resultados muestran (tabla 5) que hay un patrón que provoca una respuesta similar ante la noticia falsa, independientemente del tipo de fuente a la que se atribuye la información correctiva. Por ejemplo, en la noticia sobre los alimentos manipulados genéticamente, las correcciones contrarrestan la falsedad original en todos los casos.
Del mismo modo, en la noticia sobre los estudios islámicos, ambas correcciones producen un efecto contraproducente. Pero en algunos casos la intervención de una fuente que, sobre el papel, acredita cierta autoridad en la materia tratada no provoca un cambio significativo en la lectura de la noticia falsa y los efectos van en la dirección esperada, y en ningún caso nos encontramos con que las correcciones de diferentes fuentes empujan a los encuestados en direcciones opuestas. (Un estudio reciente de noticias falsas en la India llega a conclusiones similares sobre la efectividad general de las correcciones, independientemente de la fuente, véase Badrinathan et al. 2020).
4. Conclusión
Nuestro estudio arroja nueva luz sobre el alcance y las correlaciones de la creencia de noticias falsas en España. Los resultados indican que las personas con actitudes conspirativas y populistas tienden a dar más credibilidad a noticias falsas sobre una variedad de temas. Además, los resultados sugieren que los intentos de corregir las afirmaciones falsas a menudo fracasan y, en algunos casos, pueden incluso ser contraproducentes.
Nuestro trabajo se suma a un número creciente de estudios que documentan la dificultad de combatir eficazmente la información errónea. Por ejemplo, Nyhan et al. (2014) documentan los efectos contraproducentes entre los padres en los Estados Unidos: los padres escépticos ante las vacunas que recibieron información correctiva sobre los informes de seguridad de la vacuna muestran menos probabilidades de vacunar a sus hijos que los padres escépticos que no recibieron esta información. Carey et al. (2020) descubren un «efecto de verdad contaminada», según el cual las verificaciones de hechos destinadas a corregir afirmaciones falsas sobre el Zika y las epidemias de fiebre amarilla en Brasil hacen que las personas recelen de los reclamos verdaderos sobre las epidemias.
Visto a la luz de estas investigaciones, nuestros resultados sugieren la necesidad de ser cautos cuando se emplean verificaciones de hechos destinadas a combatir la información errónea o fake news. Específicamente, nuestros resultados aconsejan usar ensayos experimentales para probar posibles mensajes correctivos antes de lanzarlos al mundo real. Implementar campañas contra la desinformación no probadas corre el riesgo de no lograr los resultados previstos o, lo que es más problemático, reforzar la información errónea que buscan combatir.
5. Referencias
BADRINATHAN, S., S. CHAUCHARD y D.J. FLYNN (2020): «I Don’t Think That’s True, Bro! » An Experiment on Fact-checking WhatsApp Rumors in India. Working Paper.
BRUDER, M., P. HAFFKE, N. NEAVE, N. NOURIPANAH y R. IMHOFF (2013): «Measuring individual differences in generic beliefs in conspiracy theories across cultures: Conspiracy Mentality Questionnaire», Frontiers in Psychology, 4(225).
CAREY, J., V. CHI, D. FLYNN, B. NYHAN y T. ZEITZOFF (2020): «The effects of corrective information about disease epidemics and outbreaks: Evidence from Zika and yellow fever in Brazil», Science Advances, 6(5).
CASTANHO SILVA, B., I. ANDREADIS, E. ANDUIZA, N. BLANUSA, y. MORLET CORTI, G. DELFINO, G. RICO, S.P. RUTH, B. SPRUYT, M. STEENBERGEN y L. LITTVAY (2018): «Public opinion surveys: a new scale», en K.A. Hawkins, R. Carlin, L. Littvay y C. Rovira Kaltwasser (eds.): The ideational approach to populism: theory, method and analysis, Londres: Routledge.
FLYNN, D. J., B. NYHAN y J. REIFLER (2017): «The Nature and Origins of Misperceptions: Understanding False and Unsupported Beliefs About Politics», Political Psychology, 38(S1).
HAWKINS, K. (2009): «Is Chavez populist? Measuring populist discourse in comparative perspective», Comparative Political Studies, 42(8).
HAWKINS, K. (2010): Venezuela’s Chavismo and populism in comparative perspective, Cambridge: Cambridge University Press.
MUDDE, C., y C. ROVIRA KALTWASSER (2012): «Exclusionary vs. inclusionary populism: comparing contemporary Europe and Latin America», Government and Opposition 48(02).
MUDDE, C., y C. ROVIRA KALTWASSER (2013): «Populism», en M. Freeden, L.T. Sargent y M. Stears (eds.): Oxford Handbook of Political Ideologies, Oxford: Oxford University Press.
NYHAN, B., y J. REIFLER (2010): «When corrections fail: the persistence of political misperceptions», Political behavior 32(2).
NYHAN, B., J. REIFLER, S. RICHEY y G. L. FREED (2014): «Effective messages in vaccine promotion: a randomized trial», Pediatrics 133(4)
PORTER, E. y T. J. WOOD (2019). False Alarm. The Truth about Political Mistruths in the Trump Era. Cambridge University Press
VAN HAUWAERT, S., C. SCHIMPF y F. AZEVEDO (2016): «Measuring populism as a demand-side phenomenon: a psychometric evaluation of populist attitudes across Europe», trabajo presentado en la conferencia de Team Populism «The Causes of Populism», Provo, Utah, 28-30 de enero.
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