Reseña
Nuevas miradas a la pobreza
Director de Comunicaciones en Connecticut Voices for Children;
Martin Ravallion: The Economics of Poverty. History, Measurement, and Policy. Oxford y Nueva York: Oxford University Press, 2016.
Sendhil Mullainathan y Eldar Shafir: Scarcity: The New Science of Having Less and How It Defines Our Lives. Nueva York: Times Books, Henry Holt and Company, 2013.
Un análisis de la distribución de la renta y riqueza dentro de una sociedad puede mostrar cómo se reparten las ganancias del crecimiento en ella, pero no tiene por qué dar una explicación coherente sobre la experiencia de vivir bajo escasez extrema o qué políticas públicas ayudan a los que menos tienen.
Los libros que aquí nos ocupan intentan responder a estas dos preguntas mediante un análisis económico estrictamente centrado en la realidad y la experiencia de la pobreza, pero desde perspectivas completamente distintas. El enfoque de Ravallion en The Economics of Poverty es una mirada global a la pobreza; se trata de un completo manual que ofrece un recorrido por el conocimiento teórico y empírico de la pobreza. Mientras que en Scarcity, Sendhil Mullainathan y Eldar Shafir se acercan al problema de la pobreza desde el lado opuesto, estudiando cómo afecta a quienes la sufren.
Ravallion abre su libro con un amplio repaso al papel que ha tenido el análisis de la pobreza en la teoría económica. Los economistas clásicos de principios del siglo xix a menudo solo plantearon soluciones o estrategias para mejorar la situación de los más necesitados como una herramienta para promover la estabilidad social, no como un fin en sí mismo. No fue hasta finales de siglo, con el utilitarismo primero y, sobre todo, la emergencia del movimiento obrero, cuando la pobreza y la desigualdad pasaron a ocupar un papel central en el debate público en los países industrializados.
Ravallion utiliza este resumen histórico de los debates teóricos como introducción a las complejidades que entraña analizar, medir y combatir la pobreza. El libro combina la divulgación con explicaciones formales de la teoría económica en cada uno de sus apartados.
The Economics of Poverty es exhaustivo. Tras la panorámica teórica, la segunda parte del libro detalla el problema de la definición de la pobreza, ya que esta varía según como midamos el acceso a los recursos, oportunidades, servicios o seguridad económica de los afectados.
Las discusiones sobre los indicadores demuestran su relevancia en la parte empírica del libro. Ravallion examina la extensa literatura sobre la evolución global de la desigualdad y de los niveles de pobreza, tanto en conjunto como dentro de cada país, modelos teóricos sobre desigualdad y desarrollo, y cómo se ajustan a la realidad de los datos. Ravallion cierra el libro con un amplio repaso a decenas de estrategias para combatir la pobreza, desde las transferencias directas hasta la liberalización comercial, pasando por los servicios universales o la reforma de la administración, y muestra la evidencia empírica de sus efectos.
La principal virtud de The Economics of Poverty es su enorme escala: ofrece una mirada a un problema extraordinariamente complejo desde una amplia variedad de perspectivas. Ravallion es plenamente consciente de las considerables diferencias teóricas y prácticas que supone hablar de pobreza en países en desarrollo y en países ricos. El autor se centra sobre todo en los problemas de los primeros, ciertamente más apremiantes, y a menudo deja de lado los problemas y debates públicos de los países ricos.
A pesar de estas limitaciones, The Economics of Poverty es una auténtica enciclopedia de políticas públicas, indicadores y estrategias utilizadas a lo largo y ancho del mundo. Se trata de una obra de referencia inmensamente útil tanto para entender la pobreza como para pensar y evaluar posibles soluciones.
Al analizar la pobreza desde una perspectiva agregada es fácil perder los matices sobre qué está sucediendo detrás de las estadísticas, la historia detrás de los datos. Si Ravallion ofrece una mirada a la pobreza a gran escala, Sendhil Mullainathan y Eldar Shafir toman el camino contrario: Scarcity: The New Science of Having Less and How It Defines Our Lives versa precisamente sobre la experiencia de la pobreza. Scarcity no busca hablar de las causas de la pobreza, sino de sus consecuencias. Es un libro casi minimalista, centrado en cómo afecta la pobreza a quienes la sufren directamente.
El punto de partida de Mullainathan y Shafir se encuentra en la economía del comportamiento, y, en concreto, en cómo la escasez afecta a la capacidad de aquellos que la sufren para tomar decisiones racionales. Los autores parten de una idea aparentemente simple pero muy potente: la dificultad que todos tenemos para tomar decisiones en situaciones de estrés. Su argumento es que la pobreza trae consigo situaciones de privación, por lo que quienes la sufren viven en un estado de tensión continua que les impide actuar de forma efectiva.
Mullainathan y Shafir combinan un nutrido volumen de evidencia empírica tanto de experimentos naturales como en laboratorio para desarrollar esta idea. La escasez y la privación generan una respuesta cognitiva que hace que nos centremos en el corto plazo, en intentar solucionar problemas inmediatos. Los autores describen la toma de decisiones como un problema de ancho de banda: en ausencia de estrés podemos evaluar opciones y priorizar pensando en el largo plazo, pero en situación de escasez nuestro cerebro responde a la defensiva, intentando arreglar solo lo que se tiene justo delante. Esta atención a lo inmediato explica, por ejemplo, la dificultad que tienen las personas con pocos ingresos para ahorrar dinero, evitar endeudarse o acudir a cursos de formación de varios meses sin verse distraídas por otro problema. Nuestra mente está diseñada para responder a emergencias: toda nuestra atención se dirige a lo que tenemos justo delante; esta característica puede ser útil en situaciones de peligro, pero es poco operativa al intentar pagar el alquiler o encontrar empleo.
La implicación directa de esta hipótesis es que las decisiones aparentemente irracionales de las personas que se encuentran en situación precaria son de hecho una consecuencia, no una causa de la pobreza. El estrés, la tensión constante por no saber si se va a llegar a final de mes, es extraordinariamente duro; es una experiencia casi inimaginable para alguien de clase media. La tensión es tal que puede provocar estrés postraumático; no es de extrañar que nuble el proceso de toma de decisiones.
El resultado es que a menudo las familias que se enfrentan a la pobreza actúan de manera impulsiva, atendiendo a necesidades inmediatas en vez de planificar a medio plazo. Scarcity explica por qué una familia pobre gasta dinero en actividades escapistas, buscando maneras de relajarse ante la abrumadora avalancha de emergencias y problemas, y como la tensión familiar puede hacer que los niños rindan menos en el colegio o que el propio rendimiento laboral de los padres se resienta.
Si queremos reducir la pobreza, por tanto, la prioridad debe ser crear políticas públicas que cambien este cálculo, sea simplificando el proceso de toma de decisiones, sea mediante programas pensados para reducir el nivel de estrés inmediato de las familias.
Según los autores, un sistema de guarderías públicas puede que sea más efectivo si se asignan de forma automática las plazas, así los padres no tienen que perder el tiempo decidiendo a qué guardería van a enviar a sus hijos. Un programa de formación profesional empezará con clases de formación general básica, solo dará opciones para escoger y especializarse una vez que los alumnos estén cómodos en el sistema.
Una intervención efectiva sería la de dar transferencias monetarias directamente a quienes las necesitan, ya sea mediante ayudas dirigidas a servicios (vivienda pública, por ejemplo), o transferencias monetarias directas. Cualquier programa que reduzca la percepción de escasez de manera inmediata hará que sus receptores puedan afrontar con más calma otros problemas a largo plazo (ahorro, salud, educación).
El problema del argumento detrás de Scarcity, sin embargo, es que responde a una pregunta muy limitada, la experiencia de la pobreza, pero sin hablar de sus causas. Aunque es una respuesta útil y necesaria a cierta retórica que tiende a culpar a las víctimas de la pobreza de su propia situación y para entender por qué escapar de ella es tan complicado, su análisis solo es válido para explicar su persistencia bajo ciertos contextos, no las causas. El análisis es muy útil para evaluar el diseño de políticas públicas para romper trampas de pobreza y promover la movilidad social, pero no estrategias de desarrollo económico.
Es aquí, de nuevo, cuando el monumental tomo de Ravallion, con su ambición, complejidad y detalle, resulta imprescindible. Los dos libros, en conjunto, son un potente recordatorio de la complejidad de la pobreza. Ravallion nos ofrece los datos y las grandes tendencias; Mullainathan y Shafir, la dificultad de traducir políticas públicas en intervenciones efectivas.