La violencia machista es un problema social persistente y de gran alcance en España, donde tiene un enorme impacto en la infancia: desde 2013 hasta principios del 2022, 473 mujeres han sido asesinadas, 340 niños han quedado huérfanos y 46 han sido asesinados. De todos los niños y niñas que participaron en la encuesta llevada a cabo para la investigación (3.650 de alumnos de cuarto de primaria a cuarto de ESO en Cataluña), el 10% afirman haber vivido una situación de violencia machista en casa, y, entre ellos, el 40% la sufrieron directamente. También cabe destacar que un 7% no contestaron a esta pregunta.

La legislación española (Ley Orgánica 8/2021, de 4 de junio, de protección integral a la infancia y la adolescencia frente a la violencia) reconoce la violencia machista como una forma de violencia contra los niños, que sufren sus consecuencias directa o indirectamente y durante muchos años (Montserrat y Casas, 2019). La participación e implicación de la infancia es clave para el desarrollo de herramientas de detección efectivas que les permitan minimizar o superar los obstáculos y las dificultades que afrontan a la hora de hablar sobre situaciones de violencia machista en casa. Los centros educativos, como espacios seguros con adultos próximos y de confianza, pueden desempeñar un rol determinante en este sentido (Chanmugam y Teasley, 2014). 

La investigación sobre la que se basa este artículo contó con la colaboración de seis grupos de expertos formados por niños y niñas (hasta un total de 45) que participaron en el diseño del cuestionario (Montserrat, Garcia-Molsosa, Planas-Lladó y Soler-Masó, 2022). Considerar su participación como expertos constituye un elemento clave de la investigación llevada a cabo. Este cuestionario fue el que se administró después a una muestra representativa del alumnado de entre cuarto de primaria y cuarto de ESO de Cataluña, formada por un 45% de niños, un 51% de niñas y un 4% del alumnado que prefirió no responder a la pregunta sobre el género. A continuación, se presentan los principales resultados de los 3.650 cuestionarios recibidos.

En general, tanto niños como niñas identificaron una amplia variedad de situaciones de violencia machista, especialmente las de carácter sexual y físico, pero también «amenazar», «obligar», «prohibir» o la violencia hacia los hijos e hijas. En cambio, algunas situaciones de violencia psicológica, económica, vicaria u homofóbica se matizaron, especialmente por parte de los chicos.

El 93% de los participantes habían oído hablar de la violencia machista alguna vez, principalmente en la escuela o el instituto. También se habían informado a través de los medios de comunicación, internet u otros contextos informales como la familia (principalmente, la madre) y las amistades. En cambio, son pocos los que habían oído hablar de la violencia machista a través de un monitor de tiempo libre, de profesionales de los servicios sociales o del médico. 

Las chicas manifestaron un mayor grado de acuerdo en la identificación de la violencia machista en todas sus formas y ámbitos, y se mostraron más informadas que los chicos, principalmente a través de canales informales (internet, la progenitora y sus amistades). Esto podría apuntar a que, probablemente, son más activas a la hora de buscar información y hablar del problema, y empatizan más con este que los chicos. 

Los participantes en el cuestionario manifestaron su voluntad de detener la violencia y resolver el problema defendiendo a su madre (85%) y pidiendo ayuda (84%); fueron pocos los que afirmaron que se quedarían sin hacer o decir nada, esconderse o escaparse. Sin embargo, un porcentaje notablemente mayor de niños con experiencia de violencia machista en casa adoptarían un rol más pasivo a la hora de resolver el problema. Así, estos respondieron de forma más mayoritaria que se sentirían culpables, lo que mostraría una gran implicación emocional en relación con el conflicto.

A pesar de su voluntad de actuar ante una situación de violencia machista en casa, el 59% afirmaron no saber dónde o a quién acudir ante una situación de este tipo y el porcentaje llegó al 67% entre los que habían vivido violencia en el hogar. Según los niños encuestados, el miedo a las consecuencias para ellos y sus familias era el principal obstáculo a la hora de comunicar este tipo de situaciones, tanto para los que habían sido víctimas de violencia machista como para los que no.

Los niños identificaron los centros educativos como fuente de información, pero no como el espacio prioritario donde comunicar situaciones de violencia en casa y pedir ayuda. Los alumnos querrían ser informados a través de charlas de personas expertas o de una asignatura en la escuela o instituto, con un amplio consenso. Por otra parte, el alumnado de primaria mostró una menor predilección por recibir información a través de canales digitales.

En cambio, a la hora de comunicar una situación de violencia en casa, preferirían acudir a la policía, a sus familiares y amigos o a los servicios sociales, antes que dirigirse a sus profesores. Sin embargo, existen diferencias relevantes en las respuestas en función de la etapa educativa: el alumnado de primaria acudiría comparativamente más a la policía y al teléfono de emergencia, y confiaría más en las personas del entorno escolar y otros contextos formales. En cambio, el alumnado de la ESO buscaría ayuda, con un porcentaje notablemente mayor, entre su círculo de amistades y familiares.

Para los participantes en el estudio, el contacto personal, directo e inmediato es importante a la hora de pedir ayuda. Así, la mayoría preferirían pedir ayuda por teléfono (80%) o cara a cara (74%), más que acudir a las redes sociales o al correo electrónico. Entre el alumnado de primaria, la preferencia por las redes sociales es, notablemente, más residual, y destaca una mayor confianza al buscar el apoyo directo de un adulto cercano o que pida ayuda por ellos.

A la pregunta de cómo debería ser la persona que les puede ayudar ante una situación de violencia machista en casa, los alumnos muestran un amplio consenso en señalar tres características esenciales. En primer lugar, debería ser una persona capaz, es decir, tendría que saber qué hacer en estos casos y poder terminar con el problema. Asimismo, la persona que los ayude tendría que ser empática: capaz de escucharlos y de entenderlos, y, a la vez, de tomarlos en serio y creerles. Por último, debería ser una persona de confianza, que conozcan.

El estudio sobre el que se basa el presente artículo muestra que la mayoría de niños y niñas tienen información sobre la violencia machista, si bien algunos chicos manifiestan dudas, en mayor medida que las chicas, ante formas de violencia psicológica, económica y vicaria, temas que es importante seguir tratando. El contexto escolar es la fuente de información preferente, pero ante una situación de violencia machista dudan de si sería este el espacio donde podrían encontrar ayuda. Por sus respuestas, quieren formar parte de la solución al problema, actuando y pidiendo ayuda, pero muchos manifiestan no saber dónde acudir en caso de violencia machista. Estos resultados abren la puerta a la construcción de un modelo de detección en los centros educativos que ofrezca a la infancia y a la adolescencia espacios seguros y de confianza para poder expresar sus preocupaciones y comunicar situaciones de violencia lo antes posible, de manera directa y personal, con un interlocutor empático y de confianza que sepa cómo proceder en el marco de los protocolos establecidos. 

El presente artículo se ha basado en datos procedentes del cuestionario elaborado en el marco del proyecto de investigación «WeAreHere! Detección de la violencia machista desde la perspectiva de los niños, niñas y adolescentes», elaborado por Carme Montserrat, Marta Garcia-Molsosa, Pere Soler, Anna Planas, Edgar Iglesias y Paula Boned de Liberi, Grupo de Investigación en Infancia, Juventud y Comunidad, de la Universitat de Girona, con una muestra representativa de 3.650 alumnos de cuarto de primaria a cuarto de ESO de 106 escuelas e institutos de Cataluña. Los resultados expuestos se enmarcan en la primera fase de la investigación del proyecto, en la que se han recogido las respuestas del alumnado. En la segunda fase se recogerá la perspectiva de las direcciones y del profesorado de los 106 centros educativos participantes en el estudio. La tercera fase se centrará en el diseño del modelo de detección que se propone implantar en el marco escolar. En esta investigación, financiada por la Fundación ”la Caixa”, han colaborado, además, el Departamento de Derechos Sociales y el Departamento de Educación de la Generalitat de Catalunya.

CHANMUGAM, A., y TEASLEY, M. L. (2014): «What should school social workers know about children exposed to adult intimate partner violence?», Children & Schools, 36(4).

MINISTERIO DE IGUALDAD (2022): Portal Estadístico. Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género 

MONTSERRAT, C., y CASAS, F. (2019): «El impacto de la violencia machista en los hijos e hijas de las víctimas según la perspectiva de diferentes agentes sociales implicados», Multidisciplinary Journal of Gender Studies, 8(1). 

MONTSERRAT, C., GARCIA-MOLSOSA, M., PLANAS-LLADÓ, A., y SOLER-MASÓ, P. (2022): «Children’s understandings of gender-based violence at home: The role school can play in child disclosure», Children and Youth Services Review, 136, 106431.