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¿A quiénes afecta la soledad y el aislamiento social?
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1La cara más visible de la soledad es sentir que no se cuenta con personas a las que poder recurrir o confiar en caso de necesidad.
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2El aislamiento de la red de amistad es mayor que en el caso de la red familiar. En otras palabras, la familia está más presente que las amistades y protege más del riesgo de aislamiento social a lo largo de la vida.
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3Tanto los sentimientos de soledad como el riesgo de aislamiento social crecen con la edad y son más frecuentes en hombres y en personas con menor nivel de estudios.
La soledad es un problema social y de salud pública de primera magnitud. Además de afectar al bienestar psicológico de las personas, su presencia se asocia con peores niveles de salud y mayor riesgo de mortalidad.
Analizar la soledad no es fácil porque se trata de un fenómeno complejo. En primer lugar, se ha de diferenciar la percepción de soledad (sentirse solo) de la falta objetiva de contactos sociales (aislamiento social). La percepción de soledad puede referirse también a echar de menos la compañía de otros (soledad social) o a no contar con personas en las que confiar y acudir en caso de necesidad (soledad emocional). Y el aislamiento social puede referirse a la red de amigos o a la red familiar.
Teniendo en cuenta estas diferencias, un estudio de ‘la Caixa’ muestra que tanto la percepción de soledad (en su dimensión emocional) como el riesgo de aislamiento social (la falta de amigos) afectan a una de cuatro personas adultas en nuestro país (gráfico 1). Si se combinan ambos aspectos, vemos que un 43,6% de los participantes en el estudio se encontraban en riesgo de aislamiento social o bien se sentían solos.
La soledad no afecta por igual a todos los estratos de la población. Tanto los sentimientos de soledad como el aislamiento social crecen con la edad, sobre todo entre las personas mayores jubiladas, y suele ser más frecuente en hombres que en mujeres. Son también fenómenos más presentes entre las personas con menor nivel de estudios.