Este artículo estudia la relevancia del origen social para encontrar empleo de calidad en dos momentos clave: antes y durante la crisis económica. En países como España, Italia o Polonia, pertenecer a una familia bien situada socialmente resulta importante para encontrar un buen empleo, independientemente de la formación recibida. Los resultados indican que el origen familiar afecta principalmente a la calidad de los empleos, incluso independientemente del nivel educativo alcanzado.
1. Introducción
¿Nuestro lugar en la escala social cuando somos adolescentes determina nuestras oportunidades laborales cuando somos adultos? ¿Podría haber cambiado esta relación durante la recesión económica? Las respuestas a estas preguntas tienen multitud de matices y, en Europa, son difíciles de estudiar por la falta de información estadística comparable entre países que refleje la situación familiar de la población adulta durante su juventud.
Excepcionalmente, en 2005 y 2011 la Encuesta Europea de Ingresos y Condiciones de Vida (EUSILC), principal fuente de información sobre la situación económica y social de las familias europeas, incluyó preguntas adicionales en un módulo sobre transmisión intergeneracional de la pobreza. En concreto, incluyó preguntas sobre la situación social de los padres de los entrevistados y sus familias cuando ellos tenían alrededor de 14 años, lo que nos ha permitido responder a la pregunta de interés para cinco países europeos: el Reino Unido, España, Italia, Polonia y los Países Bajos. Se entrevistó a individuos entre 25 y 55 años y sabemos cuál era el nivel educativo de los padres, su ocupación si estaban empleados, la estructura demográfica del hogar en aquel momento y también si la familia atravesaba por una época de dificultades económicas o vivía holgadamente.
Nuestro estudio aporta nueva evidencia sobre el papel del origen social en las oportunidades laborales, mejorando algunos aspectos clave. El primero es que evaluamos el origen social de una manera más amplia de lo que es habitual. Consideramos que, como subrayan los trabajos de Björklund y Jäntti (2012), y Erola et al. (2016), el potencial de los padres para transmitir ventaja social a sus hijos está relacionado con un conjunto de variables más amplio que la ocupación o el nivel educativo. Por eso, construimos un indicador de origen social más completo que incluye, además de la ocupación y el nivel de estudios de los padres, otras características del hogar relacionadas con el número de menores dependientes, la estructura familiar y la situación financiera de la familia cuando el individuo era adolescente.
En segundo lugar, investigamos qué papel tiene el ciclo económico (expansiones frente a recesiones) en la transmisión de ventaja social. El objetivo es descubrir si lo que transmiten los padres a los hijos de mejor origen social les permite también afrontar mejor los reveses económicos en una crisis generalizada. Si fuera así, no debería haber diferencias en las oportunidades alcanzadas por individuos de distintas edades y mismo origen social. Si en lugar de una transmisión de características es más bien la protección de los progenitores a través de sus relaciones sociales o recursos económicos, deberíamos observar diferencias en el papel del origen social entre individuos de distintas edades, pues los más jóvenes serían los principales perceptores de la protección parental.
Por último, el estudio analiza varios países europeos para los que se han realizado pocos análisis empíricos sobre la transmisión intergeneracional de oportunidades.
2. ¿Determina el origen social la probabilidad de estar empleado?
Un importante número de estudios económicos y sociológicos han confirmado la transmisión de la ventaja social a través de las generaciones en distintas sociedades (Bowles y Gintis, 2002; Björklund y Jäntti, 2009, Ermisch et al. 2012). Los resultados de multitud de estudios realizados para países anglosajones y escandinavos indican que tener un buen origen familiar aumenta las posibilidades de alcanzar un buen nivel de estudios y también de conseguir una mejor situación laboral, cualquiera que sea el nivel de formación alcanzado.
En este trabajo, hemos seleccionado cinco países de la Unión Europea (UE) como representantes de los distintos modelos del Estado del Bienestar que prevalecen en el continente (anglosajón, mediterráneo, continental y del este de Europa). Teniendo en cuenta, además, algunas restricciones relacionadas con la disponibilidad y la calidad de los datos de la encuesta que no nos permitían la comparabilidad efectiva de todos los países de la UE, analizamos dos países de la Europa del sur (Italia y España), uno de la Europa del este (Polonia), uno anglosajón (el Reino Unido) y otro continental (los Países Bajos).
Definimos el origen familiar a través de un método estadístico que nos permite construir un indicador individual de origen familiar que considera conjuntamente varias características: nivel educativo de los padres (padre o madre, el que sea mayor), ocupación, número de menores dependientes, familia monoparental y situación financiera familiar durante la adolescencia. Calculamos la distancia al indicador medio por grupos generacionales de cinco años y dividimos a la población de cada país en cinco grupos según su origen familiar se acerque o se distancie de la media. Así, el primer grupo incluye a los de origen familiar más lejano a la media por debajo y el quinto grupo a los de origen familiar más lejano a la media por arriba.
El efecto total del origen social sobre las oportunidades laborales funciona tanto a través de la obtención de mejores niveles educativos (efecto indirecto) como a través del impacto directo (ligado tanto a la transmisión de habilidades cognitivas, de pensamiento o intelectuales, como no-cognitivas, sociales, culturales y de actitud) que promueve la ventaja social de padres a hijos y la capacidad de los progenitores de proteger o dar ventaja a sus hijos a través de sus relaciones sociales y recursos económicos.
Si estimamos la probabilidad de cada individuo de estar empleado según sus actuales características socioeconómicas (incluyendo el nivel educativo alcanzado y el origen social), obtenemos los resultados que representamos en los gráficos 1 y 2. Durante el período analizado se redujeron considerablemente las posibilidades de empleo de hombres y mujeres, tanto en España como en Italia, por la recesión económica (la línea azul está siempre por encima de la roja) y, en cambio, estas oportunidades aumentaron en Polonia, que experimentó un ciclo de fuerte crecimiento. Así, por ejemplo, en el caso de España, la probabilidad de que un hombre estuviese empleado si tenía un origen familiar bajo cayó del 90 al 78%; en Italia se redujo algo menos: del 93 al 89 %; mientras que en Polonia la probabilidad de estar empleado de un individuo de cualquier grupo creció alrededor de un 5% (del 79 al 84% para el primer grupo). Como podemos apreciar, las curvas rojas y azules son prácticamente paralelas en la mayoría de los países, lo que indica que las diferencias en las probabilidades de empleo son muy parecidas para todos los grupos.
Si a medida que mejora el origen social (nos movemos del grupo 1 al grupo 5), la probabilidad de empleo aumenta, tendremos una recta ascendente. Lo que indica que a mejor origen social, mayor probabilidad de estar empleado. Si, en cambio, a medida que mejora el origen social la probabilidad de empleo no aumenta, la recta será plana, lo que indica que el efecto directo del origen social es prácticamente nulo.
Como se aprecia claramente en los gráficos 1 y 2, en los que no incluimos el efecto indirecto del origen social sobre el empleo a través de la educación, las probabilidades de encontrar empleo no son muy distintas por origen social.
Observamos que hay dos excepciones importantes al anterior resultado general: la primera es el caso de los hombres españoles de origen social más bajo que parecen más perjudicados por la recesión que los de mejor origen social (la distancia entre la curva azul y la roja para el grupo 1 es mayor que la de cualquier otro grupo, gráfico 1). La probabilidad de estar empleado de los hombres de peor origen familiar cayó del 90 al 78 %; mientras que para los de mejor origen familiar solo pasó de 90 a 82 % (grupo 4) y 89 a 80% (grupo 5).
La segunda excepción son las mujeres polacas que provenían de familias de bajo estatus social, que prácticamente no consiguieron mejorar sus oportunidades laborales en el período de fuerte crecimiento económico en su país, al contrario de las mujeres de mejor origen familiar (las curvas azul y roja se superponen en los grupos 1 y 2; la curva roja está por encima de la azul en grupos con mejor origen social, gráfico 2). En concreto, las mujeres de peor origen social no experimentaron cambios en su probabilidad de empleo, mientras que las de mejor origen social aumentaron su probabilidad de estar empleadas del 76 al 79 %.
3. ¿Determina el origen social el nivel salarial y la inestabilidad en el empleo?
No solo es importante identificar qué papel desempeña el origen social en la posibilidad de acceder al empleo, sino también valorar si el empleo al que acceden individuos de distinto origen social es de distinta calidad. Para evaluar la calidad del empleo hemos utilizado dos variables clave: el nivel salarial y la estabilidad del contrato (indefinido frente a temporal). Los resultados señalan que, tanto en España e Italia como en el Reino Unido, y al contrario de lo que sucede en Polonia y los Países Bajos, la calidad de los empleos a los que acceden individuos de origen social bajo es menor que la de los empleos a los que acceden individuos de origen social más alto. Es decir, en términos generales, el origen social no influye en la probabilidad de tener un empleo, pero sí en su calidad.
Para comprobar lo anterior, en primer lugar, estimamos el salario hora medio por grupos de origen familiar y nivel educativo teniendo en cuenta también otras características socioeconómicas clave: edad, región, etcétera.
En los gráficos 3 y 4 representamos los resultados separadamente para hombres y mujeres. De nuevo, la pendiente de las curvas que obtenemos nos indica la relación entre la calidad del empleo en cuanto a salario y origen familiar: cuanta más pendiente tenga cada curva, mayor será la ventaja salarial de los individuos con mejor origen familiar.
Observamos en todos los países que los individuos con un origen social más bajo consiguen empleos con un salario/hora significativamente menor que los de origen social mejor. De todos modos, el aumento del salario medio a medida que mejora el origen familiar es significativamente mayor en España, Italia y el Reino Unido que en los Países Bajos o Polonia. Los Países Bajos constituyen una excepción a esta tendencia, sobre todo en lo que se refiere al salario de los hombres; en cuanto a los salarios de las mujeres, el origen social tiene algún efecto, que se podría relacionar con la segregación entre tiempo parcial masculino y femenino que existe en ese país.
El efecto del origen social sobre el salario se manifiesta incluso cuando tenemos en cuenta el nivel educativo. El salario por hora de los individuos del mismo nivel educativo difiere según el origen familiar, especialmente en los niveles educativos medio y alto. Por tanto, aun cuando el nivel educativo es el mismo, observamos importantes diferencias en el salario medio entre los individuos de distinto origen social.
Según reflejan los gráficos 3 y 4, todas estas diferencias son algo más pronunciadas en Italia y en España. Con el mismo nivel educativo, los hombres y las mujeres nacidas en hogares de origen social más alto (grupo 5) tienen mayores salarios. En Polonia, en cambio, el efecto del origen social se manifiesta principalmente en la educación y no es directamente relevante ni en hombres ni en mujeres. En ese país, la curva de los hombres y las mujeres con mayor nivel educativo está significativamente por encima de las curvas de nivel educativo medio y bajo, pero su pendiente es casi plana. Las diferencias salariales entre individuos de origen social alto y bajo (grupos extremos) en España, Italia y Polonia se mueven entre un 15 y un 30%, dependiendo del país y el año analizado. El impacto del ciclo económico es nulo.
El segundo elemento de calidad laboral que consideramos es la estabilidad del contrato (indefinido frente a temporal). Para ello, estimamos la probabilidad de que el individuo tenga un contrato temporal versus uno indefinido teniendo en cuenta sus características socioeconómicas. En los gráficos 5 y 6 representamos la probabilidad estimada de tener un contrato temporal en los dos años analizados, por separado para hombres y mujeres. De nuevo, la pendiente de las curvas nos indica la relación entre la calidad del empleo y el origen familiar. Cuanta mayor pendiente tenga cada curva, mayor será la diferencia de probabilidad de tener un empleo temporal entre individuos de distinto origen social.
En España, Italia y Polonia, la probabilidad de tener un empleo temporal es mayor en los hombres y mujeres de origen social más bajo que en los de origen social medio o alto, por lo que el origen familiar es también una variable relevante para evitar los empleos más inestables e inseguros en estos tres países.
Es la pendiente de las curvas la que nos informa sobre la relación entre probabilidad de empleo temporal y origen social. Aunque la curva italiana tiene poca pendiente negativa, es significativa estadísticamente. Si bien es cierto que la del Reino Unido es hasta cierto punto parecida, no es significativa, seguramente porque hay muchos menos individuos con contrato temporal.
Nuestros resultados muestran, además, que en España es particularmente relevante tener un origen social más alto para evitar los empleos más inseguros, peor pagados y con peores prestaciones asociadas. Los trabajadores españoles de origen social más bajo tienen una probabilidad significativamente más alta (10 puntos porcentuales mayor) de encontrarse en empleos temporales que los de origen social medio y alto. Este efecto se observa claramente tanto en el caso de los hombres como en el de las mujeres. En Polonia, el origen social también resulta relevante para determinar la probabilidad de tener un empleo inestable, aunque su impacto es bastante menor que el que tiene en España.
Como en el caso de los salarios, comprobamos también que, en general, el ciclo económico no ha resultado relevante en ningún país. Solo se observa un pequeño cambio en los hombres españoles de bajo origen social que, desde el inicio de la recesión, tienen menos posibilidades de estar en un empleo temporal que antes de la crisis. Este resultado parece estar ligado a la fuerte destrucción de empleo temporal que se produjo en España entre 2008 y 2011.
Finalmente, es importante resaltar que en ninguno de los países analizados encontramos diferencias por edad en cuanto al impacto del origen social sobre las probabilidades de empleo ni sobre su calidad.
4. Conclusiones
Nuestros resultados apuntan a que el origen familiar afecta a la probabilidad de empleo en algunos países y a la calidad de los empleos en todos ellos, aunque no con la misma intensidad. Estos efectos se producen independientemente del nivel educativo de los individuos.
En España e Italia las diferencias de calidad del empleo debidas al origen social son mayores que en otros países. Es decir, si tenemos dos personas con la misma formación, pero descendientes de familias de distinta posición en la escala social, en estos dos países tendrá más posibilidades de encontrar un buen empleo la que pertenezca a una familia mejor posicionada socialmente. En España nuestros resultados indican que el origen social alto es particularmente relevante para evitar los empleos más inseguros y peor pagados.
Por último, el impacto del origen familiar en las oportunidades laborales no parece haber cambiado durante la recesión ni ser distinto para individuos de distintas edades.
5. Referencias
Björklund, A., y M. Jäntti (2012): «How important is family background for labor-economic outcomes?», Labour Economics, 19(4).
Björklund, A., y M. Jäntti (2009): «Intergenerational mobility and the role of family background», en W. Salverda, B. Nolan y T. Smeeding (eds.): Oxford Handbook of Economic Inequality, Oxford: Oxford University Press.
Bowles, S., y H. Gintis (2002): «The inheritance of inequality», Journal of Economic Perspectives, 16(3).
Ermisch, J., M. Jäntti, T. Smeeding y J.A. Wilson (2012): «Advantage in comparative perspective», en J. Ermisch, M. Jäntti y T. Smeeding (eds.): From parents to children: the intergenerational transmission of advantage, Nueva York: Russell Sage Foundation.
Erola, J., S. Jalonen y H. Lehti (2016): «Parental education, class and income over early life course and children’s achievement», Research on Social Stratification and Mobility, 44.
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