
Aunque los jóvenes se encuentran en una peor posición relativa respecto al resto de la población en todos los países de la Unión Europea, ese diferencial es más acusado en España.
En términos comparados, las dimensiones de las necesidades sociales donde se observa una mayor brecha entre los jóvenes y la población total son el acceso a la vivienda y el bienestar económico y material. En España, el porcentaje de individuos entre 18 y 29 años que tienen dificultades para cubrir sus necesidades básicas a fin de mes es superior a la media del contexto europeo: casi un tercio de los jóvenes españoles sufría este tipo de presión financiera, mientras que este porcentaje desciende hasta el 23,3% en el caso de los jóvenes europeos. En 2017, España se colocaba a la cola del ranking de este indicador junto a países como Italia o Portugal.
A pesar de tener unos niveles de desempleo juvenil y de contratación temporal mucho más elevados que en otros Estados miembros de Unión Europea (Villar, 2014), España se encuentra en una posición intermedia en relación al porcentaje de empleados con un salario por hora inferior a 2/3 del salario mediano. Esta diferencia se mantiene al comparar la media europea: los jóvenes se encuentran en peor posición relativa en todo el contexto europeo (en 2014, un 24,3% de los empleados entre 20 y 29 años no tenían un salario suficiente frente al 16,6% del total de población). Suecia y Bélgica son los países con menor incidencia del problema de salarios bajos, mientras que Alemania se encuentra a la cola del ranking. Los jóvenes españoles se posicionan en niveles similares a los de Eslovaquia, Luxemburgo y República Checa.
Más preocupante es el indicador de retrasos en pagos relacionados con la vivienda: en España, un 6,8% de los jóvenes emancipados ha sufrido demoras en el pago de la hipoteca, el alquiler u otros relacionados, mientras que para la media europea el porcentaje es menor, situándose en el 5,5%. Nuestro país se posiciona en la parte medio baja del ranking, junto a Bulgaria, Bélgica y Portugal.
Por otra parte, el porcentaje de españoles entre 18 y 29 años con obesidad es mayor a la media europea, situándose en la parte medio baja del ranking junto a países como Austria o Francia. Este resultado contrasta con el resultado para la población total que, aunque casi con un punto porcentual superior del nivel medio de la población europea, se posiciona cuatro puestos por encima de la clasificación de los jóvenes.
EMANCIPACIÓN DE LOS JÓVENES |
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España ha sido tradicionalmente uno de los países europeos en los que el porcentaje de jóvenes conviviendo con sus padres es mayor. Desde 2008, las posibilidades de emancipación se han visto mermadas aún más como consecuencia de la crisis económica, debido al desempleo juvenil, la precariedad laboral y el difícil acceso a la vivienda. Como puede apreciarse en la figura, la emancipación de los jóvenes aumentó durante el boom económico. Sin embargo, el porcentaje de jóvenes viviendo en casa de sus padres ha seguido una acusada tendencia al alza desde el año 2010. Actualmente, el 76% de los jóvenes menores de 30 años aún no han podido independizarse.
Esta tendencia a la baja de la emancipación se produce prácticamente en todos los países de la Unión Europea, incrementándose entre 2008 y 2017 el porcentaje de adultos entre 20 y 29 años que viven con sus padres. España es uno de los países donde este porcentaje es mayor, muy alejado de la media europea (el 76,2% de los jóvenes no estaban emancipados en 2017 frente al 53,1% de la UE). Se sitúa en el ranking junto a otros países mediterráneos, como Portugal, Grecia e Italia. Ello parece indicar que además de las necesidades que este grupo de edad tiene en empleo y vivienda, la falta de ayudas públicas a la emancipación en España ha hecho que los jóvenes españoles acudan a la familia en busca de protección financiera, retrasando la salida del hogar parental (Ayllón, 2009).
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Necesidades sociales de la juventud
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