El 14 de marzo del 2020, el gobierno español declaró el estado de alarma debido al empeoramiento de la pandemia causada por la covid-19. Con esta declaración se impusieron restricciones a la movilidad en todo el territorio, se cerraron colegios y universidades y la población quedó confinada. Toda la actividad económica se interrumpió temporalmente, excepto las actividades esenciales (alimentación, gasolineras, farmacias…) y la que siguió funcionando gracias al teletrabajo. El estado de alarma finalizó el 21 de junio, ya que el número de casos había disminuido. El 24 de octubre del 2020 se declaró un segundo estado de alarma que sobre todo limitaba la movilidad, a la vez que permitía a los gobiernos autonómicos imponer toques de queda.

La encuesta «Vivir y trabajar en tiempos de coronavirus» (LWCV) se inició el 23 de marzo del 2020 para recabar información sobre los efectos de la pandemia en la vida de las personas. Es accesible a través de los sitios web de WageIndicator en 143 países y se promueve en las redes sociales y mediante comunicados de prensa. Seguirá activa mientras dure la pandemia. Durante el período de análisis, un total de 4.683 encuestados respondieron el cuestionario en España: 424 durante el primer estado de alarma, 2.017 durante el segundo (hasta diciembre del 2020) y los restantes en el período entre uno y otro.

Tener mala salud o haber perdido el empleo son las variables más estrechamente relacionadas con la insatisfacción con la vida para la población española durante la pandemia. La mala salud se refiere al estado general de salud percibido por uno mismo. No hace referencia a tener síntomas como fiebre, tos, problemas respiratorios o diarrea, que no guardaban ninguna relación significativa con la insatisfacción. De modo similar, haber pasado la covid-19 o tener algún familiar o conocido infectado tampoco tenía relación con la insatisfacción.

Durante este período, otros dos factores importantes relacionados con la insatisfacción fueron la soledad y la reducción de ingresos debidas a la covid-19. Las personas que habían perdido el empleo puntuaban de media 0,7 puntos más en la insatisfacción con la vida que las que habían conservado su trabajo. De igual modo, los encuestados que habían experimentado una reducción de ingresos puntuaban 0,3 puntos más que aquellos que los habían mantenido.

Los resultados también muestran otros factores relacionados con menores niveles de insatisfacción: tener estudios universitarios, mantener el empleo, vivir con la pareja y practicar ejercicio diariamente. En cambio, tener un perro no guardaba relación con la insatisfacción.

En las investigaciones realizadas con anterioridad a la covid-19, estaba bien documentada la mayor satisfacción con la vida de las personas mayores. Cabe destacar que esta relación se mantiene durante la covid-19, a pesar de que este grupo de edad es uno de los más vulnerables.

En todas las edades, los individuos que perdieron su empleo mostraron mayores niveles de insatisfacción con la vida que los que seguían trabajando. La mayor diferencia en insatisfacción entre empleados y desempleados se manifestaba en el grupo de edad de 35 a 44 años. Las personas de esta edad que habían perdido el trabajo debido a la pandemia se mostraban en promedio 1,5 puntos más insatisfechas que las que estaban empleadas. Esta diferencia podría explicarse por las responsabilidades financieras y familiares que las personas de esta edad suelen tener.

Una salud precaria, junto con tener síntomas como fiebre, tos, dificultades respiratorias y diarrea, estaban relacionados con una mayor incidencia de ansiedad o depresión. Las personas que habían perdido el empleo o habían reducido sus ingresos presentaban mayores probabilidades de padecer ansiedad o depresión. Tener trabajo, aun con contrato fijo, no guardaba relación con una menor ansiedad. Entre la población empleada, tanto los aumentos como las reducciones de la carga de trabajo sí tenían relación con una mayor ansiedad. Una mayor carga de trabajo podía relacionarse con un mayor nivel de estrés laboral debido a los controles anticovid, mientras que si el volumen de trabajo disminuía quizá se relacionaba con la percepción de un riesgo de perder el empleo en el futuro.

Las mujeres y las personas que experimentaban soledad tenían mayores probabilidades de sufrir ansiedad o depresión. Como hemos visto en el apartado anterior, aunque vivir con la pareja estaba relacionado con una mayor satisfacción con la vida, también suponía mayor ansiedad. Tener un perro también guardaba relación con mayor ansiedad. Ni la edad ni el nivel educativo eran factores significativos.

Practicar ejercicio diariamente, por el contrario, sí que estaba relacionado con una menor incidencia de ansiedad y depresión.

La pandemia de la covid-19 ha trastornado por completo la vida de las personas: la forma en que trabajamos, estudiamos y compramos, así como las relaciones sociales. Este artículo ha analizado cómo la pandemia y sus repercusiones económicas están relacionadas con la insatisfacción con la vida y los sentimientos de ansiedad y depresión de los encuestados españoles.

Los resultados de este estudio preliminar indican que la insatisfacción con la vida está relacionada con los problemas económicos de los individuos, mientras que la ansiedad y la depresión están relacionadas con los problemas de salud. El estudio confirma asimismo la conocida importancia de realizar ejercicio regularmente para el bienestar mental. Los resultados, pues, ponen de manifiesto un desafío de primer orden para las políticas que deberán implementarse en el futuro inmediato: abordar los efectos negativos de la pandemia en el ámbito del bienestar y la salud mental.

La encuesta LWCV es voluntaria y se lleva a cabo a través de internet. Un inconveniente de este tipo de encuestas es que algunos grupos pueden estar sobrerrepresentados, como por ejemplo los individuos con mayor nivel educativo o los residentes en áreas urbanas. La comparación con la Encuesta de población activa española (EPA) muestra que en nuestros datos las mujeres están sobrerrepresentadas (el 68% en la LWCV frente al 52% en la EPA), mientras que el grupo de edad de menores de 25 años está infrarrepresentado (el 11% en la LWCV frente al 24% en la EPA). Para corregir este sesgo se han utilizado datos de la EPA.

BLANCHFLOWER, D.G. (2020): «Is happiness U-shaped everywhere? Age and subjective well-being in 145 countries», GLO Discussion Paper, 530, Global Labor Organization (GLO), Essen.

INE (2020): Encuesta de población activa. Resultados. Microdatos del tercer trimestre.

WAGE INDICATOR FOUNDATION: Living and working in times of the coronavirus.