Jordi Sevilla y Miguel Marín, economistas;
Puntos clave
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1En la economía española, desde hace varias décadas avanza y aumenta una brecha que refleja dos modelos económicos coexistentes: el turbocapitalismo y el retrocapitalismo. En gran parte, esta brecha es consecuencia de procesos de transformación estructural como la globalización y la revolución tecnológica y digital en que la sociedad se encuentra inmersa, pero también se debe a problemas estructurales que se vienen arrastrando desde el pasado.
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2El modelo del turbocapitalismo está sometido a parámetros como la internacionalización, la digitalización, la formación y la innovación. El retrocapitalismo, sin embargo, se caracteriza por presentar un mayor proteccionismo en cuanto a las relaciones con el exterior y una menor intensidad tecnológica e innovadora. Además, aporta un menor valor añadido a la economía y debe recurrir al apoyo público para sobrevivir ante las crisis económicas.
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3Los procesos de transformación estructural en que la sociedad se encuentra inmersa, específicamente la globalización y la revolución digital, han traído consigo ganancias evidentes tanto en el ámbito económico como en el social, pero plantean, además, amenazas y retos sustantivos. En general, estos se relacionan con cuestiones como el aumento de las desigualdades o la polarización de los empleos, con condiciones laborales muy diferenciadas, pero también inciden de forma directa en la dualidad de la estructura productiva.
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4Fenómenos como la digitalización y la globalización agudizan la segmentación empresarial, en la medida en que los avances tecnológicos se concentran en grupos de empresas que son capaces de internacionalizar sus servicios y competir globalmente. En el polo contrario se encuentran, principalmente, empresas más pequeñas y sin capacidad de abordar estas transformaciones, por lo que, en relación con las primeras, quedan rezagadas.
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5La brecha se manifiesta, sobre todo, en una dicotomía muy evidente. En España, un importante grupo de empresas que podrían denominarse nómadas funcionan con lógica internacional y son perfectamente competitivas a escala mundial. Sin embargo, el grueso del tejido empresarial está formado por empresas que se podrían llamar sedentarias, más próximas a la vieja lógica del capitalismo proteccionista. Sus diferencias, sobre todo de tipo económico, se deben en buena medida al mayor peso de este carácter, hasta cierto punto retrógrado, del tejido productivo del país. No obstante, esta característica no se puede identificar estrictamente ni con un tamaño ni con un sector específicos, ya que se encuentra diseminada por todos ellos.
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6Superar la brecha entre retrocapitalismo y turbocapitalismo requiere políticas de reformas estructurales como las que se proponen al final de este informe. No obstante, conviene conocer dónde subyace el problema para no seguir empeñándose en buscar soluciones allí donde no tendrían sentido.
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7La información recabada en este informe a partir de la Encuesta del Banco de España sobre la Actividad Empresarial (2020) permite constatar que el impacto de la crisis de la covid-19 no ha sido homogéneo, sino que ha afectado con mayor intensidad a determinados sectores. Las empresas de menor tamaño han registrado caídas sustancialmente más acusadas tanto en términos de facturación como de empleo.
Cifras clave