Jordi Sevilla, Belén Santa Cruz y Diana Ortega, economistas;
Puntos clave
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1España se ha convertido en un país muy desigual, donde cada vez hay más ricos, pero, también, más pobres. Esto genera unas dinámicas de polarización que conducen a una sociedad dual que avanza a dos velocidades. Una brecha multidimensional que, a partir de los diferentes indicadores analizados, podemos afirmar que existe, es amplia y tiene distintas implicaciones sociales, económicas e, incluso, políticas, por lo que no obedece simplemente a la mera ausencia de ingresos.
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2La desigualdad en España es alta, supera a la media europea y, además, tiene un componente estructural. Altos niveles de inequidad de renta y de riqueza, así como serios problemas de igualdad de oportunidades, con un ascensor social que no funciona como debería, dan lugar a una transmisión intergeneracional de la pobreza o, lo que es lo mismo, a que la pobreza se convierta en hereditaria.
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3La radiografía de la pobreza y la exclusión social en España evidencia un fuerte incremento de personas que se encuentran en esta situación, tanto después de la crisis financiera de 2008 como tras la pandemia de la covid-19. El 25,5% de la población española está en esta situación.
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4Además, la covid-19 no ha afectado a toda la población por igual, sino que ha impactado más en las zonas más deprimidas y a los colectivos más vulnerables. Un reciente informe de Oxfam Intermón estima un incremento de la pobreza del 22,9% en el último año, lo que marca máximos de la última década.
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5El sistema español presenta una desigualdad en la distribución de renta y riqueza (fundamentalmente por el mercado laboral y un tejido económico con baja productividad y reducido tamaño empresarial). Además, esta desigualdad no se reduce lo suficiente, sobre todo si la comparamos con países del entorno europeo, tras la actuación de un modelo de redistribución y de protección social que no está siendo capaz de dar solución a los problemas actuales y deja excluidos a numerosos colectivos sociales. La capacidad para reducir la pobreza y la desigualdad es menor que en otros países de la eurozona y, por otra parte, el sistema no siempre se dirige a quienes más lo necesitan.
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6El crecimiento económico por sí mismo no será suficiente para cerrar esta brecha, por lo que es necesario revisar y actualizar los mecanismos existentes e incorporar otros nuevos. Del debate con doce expertos en la materia se desprenden propuestas de solución concretas, como la disminución de los gastos fiscales, la descarga de la tributación sobre las rentas del trabajo hacia las rentas del capital, un ingreso mínimo vital, el incremento de las prestaciones dirigidas a los deciles más bajos de la distribución y la mejora de las prestaciones por hijo a cargo, una política industrial moderna e innovadora con aumento de inversión en I+D+i hasta el 3% del PIB, una nueva ley de alquiler de vivienda y un mayor parque de vivienda social, la educación universal infantil o el incremento del gasto en dependencia, entre otras.
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7Esta brecha nos convierte en una sociedad más vulnerable de cara a afrontar etapas menos positivas del ciclo económico en el futuro inmediato, pero, también, más vulnerable con vistas a abordar los grandes retos de futuro a medio y largo plazo. Cerrar esta brecha en el presente significa invertir en el futuro de la sociedad.
Cifras clave