El experimento de campo comenzó en Suiza, un país con una diversidad que incluye culturas diversas y cuatro lenguas oficiales, además de un elevado porcentaje de extranjeros. Se crearon cuentas de correo electrónico con nombres propios típicos de origen alemán, francés e italiano, junto con otros de origen foráneo. Para la elaboración de las identidades falsas, el Departamento de Lingüística de la Universidad de Zúrich colaboró para encontrar nombres con una alta penetración y que no dejaran dudas sobre la procedencia del sujeto, como Christian Meyer, Nicolas Dubois, Marco Bernasconi o Bojan Lukic.

Utilizando estos perfiles, se envió a los entrenadores de 1.188 equipos suizos de categorías amateurs una solicitud para participar en una sesión de entrenamiento. En los mensajes, idénticos salvo por el nombre, el jugador ficticio explicaba que tenía experiencia en ese nivel de juego.



Las respuestas de los entrenadores se utilizaron para determinar hasta qué punto las diferencias de región o nación interferían en la posibilidad de acceder a una actividad social y transversal como es el fútbol. Una vez comprobada la viabilidad de la metodología, se decidió aplicarla a una escala mayor en un segundo estudio que se está llevando a cabo en 22 países europeos.

Este nuevo experimento de campo no estudia la aceptación de la diversidad regional y se centra en la integración de diferentes perfiles de inmigrante. En España, por ejemplo, se ha contactado con 1.410 clubes de fútbol usando nombres locales (Alejandro López y David García) o con raíces árabes (Mohamed Bennani y Youssef Alami), rumanos (Ştefan Ionescu y Gabriel Popescu) y anglosajones (James Williams y Jack Brown).

El deporte amateur de equipo es una herramienta útil de integración social, cuya influencia positiva ha sido ampliamente demostrada y promovida desde las instituciones (Duarte et al., 2012; Council of European Union, 2010). Los investigadores eligieron el fútbol por ser el deporte más popular en España y en toda Europa y porque dispone de unas normas internacionales por las que las diferencias culturales no interfieren en su práctica.



La investigación sobre integración social depende de medidas objetivas que, como suele pasar con otros aspectos de las ciencias sociales, a menudo no resultan fáciles de cuantificar. Este experimento para medir cómo la población anfitriona trata a individuos con nombres extranjeros se basó en el comportamiento observado y no en datos autorreportados, ya que estos pueden contener distorsiones subjetivas. Además, dada la metodología, tampoco hubo riesgo de distorsiones por factores como la apariencia, la actitud o el acento, que, en ocasiones, pueden generar un sesgo de forma inconsciente (Bertrand y Mullainathan, 2004).

Los datos preliminares del estudio elaborado en España en el marco del trabajo europeo indican que la proporción de respuestas afirmativas a las peticiones de los jugadores extranjeros es significativamente más baja (un 36%) que en el caso de los jugadores autóctonos (49%). Los investigadores consideraron como respuestas negativas las que claramente explicitaban esta negativa y las peticiones que no obtuvieron respuesta, mientras que consideraron como afirmativas las que admitían al jugador a prueba o las que lo hacían con alguna consulta adicional, por ejemplo, sobre los equipos en los que había jugado anteriormente o la posición que ocupa habitualmente en el campo.

Estos resultados muestran la misma tendencia que en el resto de los países europeos, incluyendo el estudio elaborado en Suiza: se prioriza la atención a las peticiones con nombres autóctonos frente a las que tienen nombres extranjeros. Además, pese a obtener en España un índice de respuestas menor que en Suiza para cualquier tipo de jugador, se evidencia una preferencia mucho más marcada en beneficio de los locales. La diferencia, de trece puntos, es prácticamente el doble que la obtenida en el estudio suizo y se sitúa por encima de la media europea.



El siguiente paso en la investigación es estudiar si existen diferencias relevantes de aceptación en función del país de procedencia del solicitante y, también, si los resultados obtenidos en España difieren mucho de los del resto de países europeos. En el experimento llevado a cabo en Suiza, los investigadores constataron que las solicitudes con nombres de procedencia árabe recibieron claramente menos respuestas positivas que las enviadas con nombres de otras procedencias. En España, los primeros resultados indican que los nombres británicos son ligeramente menos discriminados que los árabes o los rumanos, aunque estas diferencias deben analizarse con prudencia.

En las sociedades actuales cada vez hay una mayor presencia de individuos procedentes de otros países y regiones, y su funcionamiento depende, en gran parte, de cómo se integra esta diversidad. La interacción con la población local en actividades sociales, como el deporte, refuerza la integración y facilita romper paulatinamente las barreras culturales e idiomáticas. La investigación social ha demostrado que el contacto y las interacciones sociales reducen los prejuicios y mejoran la integración (Schneider, 2008).

En general, la discriminación en el acceso a actividades sociales suele ser más acusada para los extranjeros que no tienen un buen conocimiento del idioma local (Mattern y Shaw, 2010). En el caso de la discriminación vinculada únicamente al nombre, se perjudica tanto a personas recién llegadas como a inmigrantes de segunda o tercera generación con plenas competencias lingüísticas.

Por otra parte, este tipo de comportamientos genera un perjuicio en cadena para los más desfavorecidos: estudios de economía laboral han demostrado que la inclusión social repercute directamente en la inclusión económica, de manera que una persona mejor conectada e integrada tendrá más posibilidades de encontrar trabajo y de prosperar. 

Este artículo se ha adaptado a partir del siguiente estudio:

NESSELER, C., C. GÓMEZ-GONZÁLEZ y H. DIETL (2019): «What’s in a name? Measuring access to social activities with a field experiment», Palgrave Communications, 5 (160).

Otras referencias:

GÓMEZ-GONZÁLEZ, C., NESSELER, C. y DIETL, H.M. (2021): «Mapping discrimination in Europe through a field experiment in amateur sport», Humanit Soc Sci Commun, 8 (95).

BERTRAMD, M., y S. MULLAINATHAN (2004): «Are Emily and Greg more employable than Lakisha and Jamal? A field experiment on labor market discrimination», American Economic Review, 94(4).

COUNCIL OF EUROPEAN UNION (2010): Council conclusions of 18 November 2010 on the role of sport as a source of and a driver for active social inclusion.

DUARTE, R., D. ARAÚJO, V. CORREIA y K. DAVIDS (2012): «Sports teams as superorganisms», Sports Medicine, 42(8).

MATTERN, K. D., y E. J. SHAW (2010): «A look beyond cognitive predictors of academic success: understanding the relationship between academic self-beliefs and outcomes», Journal of College Student Development, 51(6).

SCHNEIDER, S. L. (2008): «Anti-immigrant attitudes in Europe: outgroup size and perceived ethnic threat», European Sociological Review, 24(1).