El acoso sexual entre adolescentes se considera un problema de salud pública que afecta al clima de los espacios educativos y al desarrollo de los chicos y chicas. Ahora bien, ¿cómo se puede definir? Existe un consenso, a escala internacional, según el cual el acoso sexual engloba todos aquellos comportamientos molestos y agresivos de naturaleza sexual que se expresan de diversas formas: a) agresiones verbales, como realizar comentarios, hacer bromas o proferir insultos de carácter sexual; b) agresiones visuales, como dirigir miradas obscenas o mostrar contenido sexual a otra persona sin su consentimiento, o exponerla a él; c) infligir agresiones físicas, como contactos sexuales o atenciones sexuales no deseadas, y d) en los últimos tiempos, agresiones sexuales virtuales, como exponer a otras personas a contenido sexual, realizar solicitudes sexuales o insultar sexualmente en el ciberespacio. Las formas visuales y verbales suelen analizarse de forma conjunta, puesto que las agresiones visuales (por ejemplo, una mirada obscena) suelen ir acompañadas de comentarios soeces e incisivos. 

Durante la adolescencia, los chicos y chicas construyen su identidad sexual y de género, por lo que dedican una parte importante de sus interacciones a la expresión del interés y deseo sexual y romántico. Esta tarea no es sencilla, y a menudo el acoso sexual es consecuencia de un mal aprendizaje y una gestión deficiente de la vida afectivosexual, traduciéndose en una especie de cortejo rudo y brusco que dificulta la identificación de estas conductas como verdaderas agresiones. Con objeto de enseñar a los chicos y chicas adolescentes a identificar y visibilizar el acoso sexual, nace el programa de prevención «Virtual-PRO». Los resultados de este artículo muestran los datos de prevalencia iniciales entre los alumnos y alumnas –estudiantes de institutos de enseñanza secundaria– que participaron en dicho programa. 

¿Cuáles son los comportamientos de acoso sexual más frecuentes entre los chicos y chicas adolescentes? Preguntados por sus experiencias de acoso sexual en los dos últimos meses, describieron que el acoso sexual de tipo visual/verbal es el más frecuente. De manera particular, «mirar o hacer comentarios o gestos obscenos», así como «insultar llamando marica, lesbiana, prostituta o similares» fueron los comportamientos más prevalentes. A continuación, en el gráfico 1, se muestran datos de prevalencia, desglosados por cada ítem, en la victimización sexual visual/verbal.
 

¿Cuántos jóvenes recibieron acoso sexual de este tipo? Casi 7 de cada 10 adolescentes afirmaron haberlo recibido, si bien en la mayoría de los casos (53,6%) fue de forma ocasional; es decir, una o dos veces en los dos últimos meses. Por el contrario, 1 de cada 10 afirmó que esto le había sucedido de forma frecuente; es decir, más de dos veces al mes (13,8%). Y ¿cuántos chicos y chicas adolescentes protagonizaron estos comportamientos? El 57,7% declararon que habían tenido estos comportamientos hacia sus iguales en los últimos dos meses, de forma ocasional o frecuente.  

El acoso sexual físico es menos frecuente entre adolescentes; con todo, casi 4 de cada 10 adolescentes (34,9%) afirman que sus compañeros o compañeras «los/las han abrazado con intenciones sexuales cuando no querían» o «los/las han tocado, agarrado o pellizcado con intenciones sexuales». A continuación, en el gráfico 2, se ofrece la prevalencia de los ítems más frecuentes de victimización física entre chicos y chicas. En todos los casos, la prevalencia en las chicas es superior a la observada en los chicos, llegando a ser el doble en el ítem «Obligar a hacer algo sexual».
 

En cambio, reconocer que se ha protagonizado este tipo de comportamientos resulta más difícil. Casi 2 de cada 10 adolescentes afirmaron tener estas conductas hacia otros compañeros o compañeras (18,9%). El gráfico 3 muestra las tasas de prevalencia entre chicos y chicas. En la agresión, los chicos aparecen más involucrados que las chicas, llegando a triplicar su implicación en el ítem «Obligar a hacer algo sexual».
 

La inclusión de las nuevas tecnologías en la vida cotidiana de adolescentes y jóvenes traslada los comportamientos de agresión y acoso sexual al ciberespacio. Este tipo de acoso aún es menos frecuente que el acoso sexual cara a cara de tipo visual/verbal, pero es más prevalente que el acoso sexual cara a cara de tipo físico. En cualquier caso, los valores observados no fueron nada despreciables: casi la mitad del alumnado que participó en el estudio (46,6%) recibió alguna forma de acoso sexual en línea, y el 33,7% afirmó haber acosado sexualmente a sus iguales.  

El gráfico 4 describe la prevalencia de victimización de los comportamientos analizados en el contexto virtual. De estos, «Hablar de sexo por internet cuando tú no querías» e «Insinuar o pedir que pases fotos de alguna parte del cuerpo sin ropa» fueron los comportamientos más frecuentes de acoso sexual recibidos en el ciberespacio. 
 

Los estudios internacionales y nacionales muestran que las chicas, en comparación con los chicos, corren más riesgo de sufrir experiencias de acoso sexual. En este estudio se han obtenido los mismos resultados: ellas recibieron más acoso sexual físico y en línea en los últimos dos meses que ellos, pero no más acoso sexual verbal/visual. Por el contrario, ellos se implicaron más como agresores sexuales en todos los tipos de violencia sexual: visual/verbal, física y virtual, tanto ocasional como frecuente. 

Las cifras obtenidas a partir de la radiografía de esta encuesta son coherentes con los datos de estudios previos. Así, por ejemplo, el de Hill y Kearl (2011) concluyó que el 44% y el 30% de los adolescentes de ambos sexos entrevistados fueron objeto de acoso sexual cara a cara y en línea, respectivamente. De un modo similar, estudios nacionales arrojaron cifras del 60% para el acoso sexual visual/verbal; del 34% para el acoso sexual físico (Vega-Gea et al., 2016), y del 25% para el acoso sexual en línea (Sánchez et al., 2017). Al respecto, la tendencia observada en este trabajo indica que las tasas de prevalencia están estabilizadas, si bien se observa un ligero aumento en las formas visuales/verbales y en el acoso sexual virtual. Por otro lado, es importante tener en cuenta que estas agresiones están muy extendidas entre la población adolescente, pero se producen de forma ocasional, lo que refleja un estilo de interacción rudo, soez y dañino, sobre todo para las chicas. 

En este artículo se ha analizado la prevalencia del acoso sexual cara a cara y en línea entre chicos y chicas adolescentes. Las cifras de prevalencia indican que el acoso sexual se halla presente en sus vidas y que ambos sexos así lo reconocen. Además, los datos previos disponibles también lo demuestran. En comparación con estudios nacionales e internacionales anteriores, las cifras de acoso sexual entre adolescentes se mantienen estables, si bien se observa una tendencia creciente. Por lo tanto, pese a los esfuerzos realizados desde diferentes estamentos públicos y privados, el acoso sexual sigue siendo un problema social y de salud pública que debe ser atendido desde las administraciones competentes en la protección de la infancia y la adolescencia. 

El programa «Virtual-PRO» nace con el objetivo de prevenir estas conductas entre la población adolescente, partiendo del análisis de tales conductas, de sus causas, del impacto que ejercen en las víctimas, y de la reflexión sobre las estrategias más adecuadas para afrontarlas. En su desarrollo, se utiliza la realidad virtual para trabajar con el alumnado, dado que ello favorece la sensibilización ante estas agresiones y la toma de conciencia de este fenómeno, procesos fundamentales para reducir el acoso sexual entre adolescentes.   
 

HILL, C., y H. KEARL (2011): Crossing the Line: Sexual Harassment at School.

SÁNCHEZ, V., N. MUÑOZ-FERNÁNDEZ, y E. VEGA-GEA (2017): «Peer sexual cybervictimization in adolescents: Development and validation of a scale», International Journal of Clinical and Health Psychology, 17(2), 171-179.

VEGA-GEA, E., R. ORTEGA-RUIZ, y V. SÁNCHEZ (2016): «Peer sexual harassment in adolescence: Dimensions of the sexual harassment survey in boys and girls», International Journal of Clinical and Health Psychology, 16(1), 47-57.