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Entrevista

«La ‘recapacitación’ es una nueva forma de trabajar, con el objetivo de mejorar la independencia de los mayores»

Tine Rostgaard, Profesora de Ciudadanía y Personas Mayores, Departamento de Ciencia Política, Universidad de Aalborg (Dinamarca);

Tine Rostgaard es profesora de Ciudadanía y Personas Mayores en la Universidad de Aalborg en Dinamarca. Su investigación se centra en las políticas de atención social para las personas mayores, y tiene un interés especial en comprender las prácticas del cuidado y cómo influyen en la calidad del mismo. Es presidenta de la Sociedad Danesa de Gerontología y también editora de Elderly and Society.

La recapacitación es un proceso de reaprendizaje destinado a las personas con dependencia moderada cuyo fin es ayudarles a realizar con autonomía las actividades de su vida diaria para que puedan permanecer en sus casas el mayor tiempo posible. Los programas se llevan a cabo antes de que a la persona se le asigne un recurso de ayuda (servicio de ayuda a domicilio, centro de día, residencia a largo plazo, etcétera). Recientemente la Comisión Europea ha destacado los esfuerzos de Dinamarca por implementar políticas de recapacitación como una iniciativa innovadora que reduce los desafíos que deben afrontar los sistemas de cuidado. Tine Rostgaard es cocreadora y una de las máximas impulsoras de este programa, que se aplica con un éxito notable en varios países del norte de Europa, Australia y Nueva Zelanda.

 

En los últimos años se ha puesto en cuestión la sostenibilidad de los sistemas de atención a la dependencia y se habla de una futura crisis en el cuidado. ¿Cuáles son, a su juicio, los factores que pueden poner en peligro el sistema actual?

El verdadero reto es el envejecimiento. Los cambios en la demografía –nacen menos niños y se alarga la vida de la población– implican que habrá más gente que necesitará cuidados en la última etapa de su vida. Calculamos para el año 2060 un 100% de aumento en el coste de los cuidados a personas mayores respecto al día de hoy. Es un incremento notable que supone un gran reto.

También tenemos un reto en lo que se refiere a quién debe cuidar a las personas mayores. La media de edad de los trabajadores del sector es cada vez más alta, tanto los empleados formales (los profesionales) como los informales (familiares que cuidan a sus mayores). Pocos jóvenes buscan trabajo en este sector y los que lo hacen no mantienen su puesto mucho tiempo, pues este trabajo no resulta atractivo, ni siquiera en países con un sistema eficaz de atención a la dependencia. Por eso, hemos de mejorar el reclutamiento y la retención del personal.

Se ha producido un cambio en la mentalidad de las mujeres y de la gente mayor. Tradicionalmente, las mujeres se han hecho cargo de los familiares mayores. Pero hoy ya no es tan habitual que las familias vivan juntas: los jóvenes se independizan antes, emigran o se mudan a las ciudades. Y los mayores con frecuencia prefieren vivir por su cuenta y no depender de miembros de su familia. Esto es común a todos los sistemas culturales.

En definitiva, sí, tenemos muchos retos.

 

¿Cuáles son las políticas que deberíamos priorizar hoy para hacer frente a las situaciones futuras?

Las políticas en las que debemos concentrarnos están en la línea de la recapacitación (políticas de rehabilitación domiciliaria de tiempo limitado). Para prevenir la dependencia hay que invertir en las personas mayores para que sean capaces de gestionar sus situaciones vitales durante el mayor tiempo posible. También es necesario que los cuidadores informales puedan atender a sus seres queridos y a la vez mantener el puesto de trabajo. Para ello hay que impulsar nuevas políticas laborales que permitan que la gente pueda tomarse unas horas libres o un día completo para cuidar de sus padres o abuelos. Y los cuidadores formales deben recibir un salario justo y obtener un mayor reconocimiento social por el trabajo que realizan.

 

¿Qué es la recapacitación? ¿En qué sentido es una política innovadora respecto a las prácticas más consolidadas en este ámbito?

La recapacitación (reablement) es una nueva forma de trabajar cuyo objetivo esencial es mejorar la independencia de las personas mayores. En la manera tradicional de proveer cuidados en el hogar, el trabajador social acude a casa de la persona mayor y la asiste en sus necesidades básicas: levantarse de la cama, asearse, vestirse y limpiar la casa. Con las políticas de la recapacitación, lo primero es preguntarle a la persona mayor cuáles son sus necesidades y metas, qué le gustaría lograr: ¿Le gustaría ser capaz de salir de casa? ¿Ir a comprar? ¿Cómo podemos asistirle para gestionar sus tareas diarias, de modo que no tenga usted que depender de que venga alguien a ayudarle? Es un programa orientado a lograr objetivos.

 

¿En qué consiste la recapacitación? ¿Cómo se aplica técnicamente?

El programa consiste en una intervención que dura 12 semanas. Mantenemos la figura de un cuidador que se desplaza al hogar de la persona, pero en este caso es un terapeuta. Se trabaja la forma física de la persona mayor mediante ejercicios para fortalecer sus músculos. A la vez, se le enseña a usar dispositivos de asistencia personal (andadores, elevadores de la cama y otros objetos ergonómicos). No hablamos de dispositivos digitales, sino de tecnologías muy simples que las personas mayores usan activamente. En cambio, rechazan las más complejas porque creen que no serán capaces de utilizarlas.

Para aumentar la calidad de vida de los mayores hay que ayudarles a ser más independientes.

El foco del programa está en hacer las cosas de una forma distinta: aprender unas rutinas, hacer las tareas de acuerdo con los recursos disponibles y, en definitiva, ir un paso más allá de la manera tradicional de proporcionar cuidados en el hogar, que consiste básicamente en que otra persona haga las cosas por ti.

 

¿Cuáles son los beneficios de la recapacitación? ¿Qué ventajas tiene respecto a la rehabilitación que se practica en los centros de día y en las residencias ?

Está orientada a objetivos concretos. Una de las personas con las que hablé me contó que su hija vivía en el segundo piso de su mismo edificio, pero ella no podía subir las escaleras para visitarla. Mejorar su forma física era la manera de valerse por sí misma y así poder ver a sus nietos más a menudo. Además nos aseguramos de que fuera capaz de llevar a cabo por sí misma las tareas personales y las del hogar.

 

Pero esto supone que las personas mayores tendrán que trabajar más...

Sí, es cierto. En este punto el sistema es tal vez demasiado ambicioso y recibe algunas críticas. Los beneficiarios de los programas me dicen a menudo: «Puedo apreciar los beneficios de levantarme de la cama por mi cuenta, vestirme, bañarme… ¿Pero cuál es el beneficio para mí de volver a limpiar la casa como hacía antes?» Entiendo esta postura, es normal que resulte algo chocante.

Lo cierto es que el hecho de que los servicios municipales aspiren a que los beneficiarios del sistema realicen la limpieza de su hogar, aunque genere controversia, es importante de cara a la sostenibilidad de los sistemas de atención a la dependencia. Si las personas mayores son capaces de realizar estas tareas por sus propios medios, los servicios municipales ahorrarán dinero. Así que, idealmente, estas políticas producen un doble beneficio: por un lado, lograr que las personas mayores sean más independientes y tengan mejor calidad de vida; y por otro, sirven para ahorrar dinero de los servicios públicos.

 

¿Existen pruebas de la eficiencia de la puesta en marcha de las políticas de recapacitación respecto a la calidad de vida y la ganancia de control e independencia?

Sabemos que el programa tiene un gran efecto en cuanto a la ganancia de calidad de vida. Las personas ganan independencia y se sienten más confiadas para hacer las tareas por su cuenta. Así lo demuestran los resultados de algunas investigaciones noruegas.

En Dinamarca aún no disponemos de resultados concretos porque estamos en una etapa muy temprana de la implantación a nivel nacional del programa, pero tenemos indicadores que demuestran que estos sistemas ayudan a ser más independientes y, por tanto, necesitan menos ayuda una vez que concluye el programa.

 

¿Existen evidencias sobre los efectos del programa en los costes de los sistemas de cuidado?

Algunos resultados provisionales sugieren que el 20% de las personas mayores que se han beneficiado de programas de recapacitación no necesitan ningún otro servicio después de las 12 semanas de intervención. Esto nos permite hacernos una idea del ahorro que supone en los costes de los servicios sociales.

El usuario tipo de los programas de recapacitación es una persona que sufre un grado de dependencia moderada.

No obstante, será importante calcular bien cuál es el retorno de la inversión y los costes a la hora de implantar el programa. Al principio cuesta mucho dinero porque es bastante intensivo. Así que debemos ser muy meticulosos a la hora de evaluar si el programa sigue costando tanto en fases posteriores de su implementación, o bien si resulta costoso al principio y posteriormente decrecen los gastos. Este análisis nos dará la clave para saber si la recapacitación supone ahorros para la Administración o no.

 

¿Qué perfil tienen los beneficiarios de la recapacitación?

El usuario tipo es una persona que sufre un grado de dependencia moderada. Es decir, no son personas con problemas severos o discapacidades serias, ni personas con demencia temprana, sino personas que viven en su propio hogar y tienen necesidades de apoyo intermitente o limitaciones en su autonomía personal.

 

¿Qué sucede si la persona no se beneficia de esos programas de recapacitación o no puede participar en ellos?

Resulta problemático aplicar estos programas a personas que sufren demencia senil u otro tipo de discapacidad cognitiva, porque una parte esencial de la recapacitación consiste en hablar con ellas y saber qué objetivos tienen. La persona debe ser capaz de satisfacer sus rutinas diarias y de comprometerse a colaborar con sus cuidadores. Y ello requiere un cierto nivel de competencias cognitivas.

No obstante, estamos intentando expandir el programa para incluir a la gente que sufre demencia. E incluso lo hemos llegado a usar con bastante éxito con enfermos terminales, ayudándoles a mejorar su calidad de vida en sus últimos días.

 

¿Desde cuándo se aplican en Dinamarca estos programas de recapacitación?

Este sistema ya funcionaba en 2007 en 98 municipios de Dinamarca. Pero desde 2015 todos los municipios daneses deben utilizarlo. Ahora está en la legislación.

 

¿En qué otros países se aplica el programa? ¿Hay experiencias similares en los países del arco mediterráneo?

Noruega tiene bastante experiencia en el uso de la recapacitación; también se aplica en Inglaterra, Escocia, los Países Bajos, Nueva Zelanda y Australia.

En cuanto a los países del sur de Europa, cabe destacar que existe una brecha bastante profunda respecto a los países escandinavos, no solo en lo que se refiere al uso de estos programas, sino a la manera de organizar los sistemas de atención a la dependencia en general. En los países del norte de Europa tenemos una estructura formal del sistema de cuidado más sólida. Confiamos en que el Gobierno aporte soluciones para mejorar nuestro bienestar. Para eso pagamos impuestos. Disponemos de unos servicios sociales mucho más generosos: el 14% de los mayores de 65 años reciben gratuitamente cuidados en el hogar. Esto no ocurre en muchos países del sur de Europa.

 

¿Lo atribuye a una cuestión cultural o económica?

Diría que por una combinación de ambas. No sé decir si fue antes el huevo o la gallina. Por otra parte, nosotros vivimos en unas sociedades más individualizadas. No esperamos que sean las familias las que cuiden de sus mayores. Eso no significa que no nos importen. De hecho, en algunas de las investigaciones que he consultado sobre la soledad de las personas mayores he observado que, aunque en los países del norte las personas mayores viven más a menudo por su cuenta, existen unas proporciones más altas de soledad en los países del sur, incluyendo España.

 

Vivir en familia no siempre implica que te sientas partícipe de relaciones de afecto significativas para ti…

Por supuesto. Otro factor que contribuye a la soledad es que en países como España hay muchas personas de edad avanzada obligadas a cuidar a su cónyuge, que a menudo está enfermo. Estas personas se sienten solas porque no pueden salir de casa ni tener vida propia.

 

En su opinión, ¿qué estrategias podemos seguir para humanizar los cuidados?

Creo que la recapacitación es una muy buena estrategia, porque pone a la persona en el núcleo del proceso de cuidado. Nos centramos en sus preferencias y metas, por tanto, le ofrecemos la posibilidad de tomar decisiones personales sobre su vida. Es un sistema con un enfoque muy individualizado, que es la mejor manera de dignificar la atención a las personas. 

 

Entrevista por

Juan Manuel García Campos

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