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1En España se calcula que a las mujeres de 50 años les queda un 56% de tiempo de vida con buena salud, mientras que este valor en los hombres es del 63%.
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2En varios países europeos se observa que la ventaja femenina en longevidad no va acompañada necesariamente de una mayor felicidad.
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3En comparación con los hombres, las mujeres europeas viven más años, pero con un peor estado de salud y también con menor felicidad.

El gráfico presenta la esperanza de vida total, la esperanza de vida con buena salud y los años de vida con altos niveles de felicidad a los 50 años para hombres y mujeres. Los países en los que la esperanza de vida es más elevada no son aquellos en los que se viven más años con felicidad. El número de años con felicidad varía sustancialmente entre países. En el caso de las mujeres españolas o francesas se observa que, a pesar de tener una de las esperanzas de vida más elevadas, la proporción de años con felicidad es inferior a los demás países. En cambio, los hombres suecos tienen una esperanza de vida de las más elevadas, y una gran parte de estos años los viven con un alto nivel de felicidad. Las diferencias en salud y en felicidad no están estrechamente relacionadas con sus respectivas esperanzas de vida.
Introducción
Vivir una vida larga, saludable y feliz es, probablemente, uno de los sueños de la mayoría de los ciudadanos. Indicadores básicos de calidad de vida tales como la longevidad, la salud y la felicidad interactúan entre sí, pero de manera distinta para hombres y mujeres de diferentes lugares a lo largo del ciclo vital. Concretamente, la felicidad es uno de los indicadores de evaluación de la vida que nos permite sintetizar la calidad de vida de las personas tal como es percibida subjetivamente. Además del estado de salud, la felicidad viene explicada por distintos factores como, por ejemplo, elegir un determinado estilo de vida, el trabajo, el estado civil (si nos casamos o vivimos en pareja y cuándo lo hacemos), los hijos o el entorno social, entre otros.
Para entender cómo viven los ciudadanos de una población y, en definitiva, para mejorar su calidad de vida, hay que combinar medidas objetivas y subjetivas para desarrollar un indicador integrado sobre calidad de vida. A diferencia de las medidas objetivas (como el nivel socioeconómico, la esperanza de vida o el estado de salud registrado), las medidas subjetivas nos aportan apreciaciones personales y contribuyen a entender mejor nuestro estado general de bienestar, lo que refleja hasta qué punto las necesidades vitales se ven satisfechas.
El interés general de medir la calidad de vida de una población ha motivado que en las últimas décadas, desde la mirada de la salud pública, se planteara si la mejora en la longevidad de las personas (mejora de la supervivencia) va acompañada de un deterioro de la salud. Aun así, actualmente existe un interés especial en explorar no solo la relación entre la supervivencia y la salud de las personas, sino la valoración subjetiva que estas hacen de su vida. En este punto interviene la evaluación de la felicidad. Los años de vida que un individuo espera vivir feliz es una nueva forma de medir empíricamente la vida útil de las personas con un indicador subjetivo de calidad de vida, ya que incluye cuánto tiempo (la duración total) y cuántos de estos años las personas vivirán felices. Al igual que el indicador sobre la esperanza de vida saludable, la esperanza de vida feliz sintetiza la calidad de vida de una población combinando datos sobre la duración de la vida y una medida subjetiva de calidad de vida.
1. La esperanza de vida aumenta
La evidencia empírica muestra que en los países desarrollados la esperanza de vida es alta y sigue aumentando (durante el siglo XX el ritmo medio de aumento ha sido de tres meses por año). A escala global, los países de ingresos bajos o medios registran reducciones de la mortalidad en edades más jóvenes, mientras que en los países de ingresos elevados, la mayor esperanza de vida se explica sobre todo por la disminución de las tasas de mortalidad entre la población de edad avanzada (Mathers et al., 2015).
Uno de los resultados que más de repite en la literatura científica es la mayor longevidad de las mujeres si se compara con la de los hombres de su misma generación. La tabla 1 muestra la esperanza de vida actual al nacer y a los 50 años en cinco países europeos con un elevado nivel de ingresos. La esperanza de vida media al nacer para los hombres oscila entre 78,1 años en Alemania y 80,6 en Italia y Suecia, mientras que para las mujeres oscila entre los 83,0 años en Alemania y los 85,8 en España. Los hombres de 50 años pueden esperar vivir de 29,9 a 32,2 años más, y las mujeres de 34,2 a 36,7 años. Las mujeres españolas e italianas tienen una esperanza de vida relativamente larga en ambos momentos de la vida (al nacer y a los 50 años). Cabe destacar que la vida más larga en los países del sur de Europa en relación con los del norte refleja generalmente las características de los países mediterráneos; por ejemplo, un patrón alimentario más sano (dieta mediterránea) o hábitos de vida más saludables en cuanto al consumo de tabaco (fumar entre las mujeres de edad avanzada en el sur de Europa es menos frecuente que en el norte).
La magnitud de las diferencias de género en la esperanza de vida al nacer y a los 50 años es sustancial y varía entre países. Las diferencias entre hombres y mujeres oscilan entre los 3 y los 6 años al nacer y son ligeramente inferiores entre las personas de 50 años (entre 2,8 y 5,1 años, respectivamente). Por lo tanto, vemos que en todos los países las mujeres viven más que los hombres y las diferencias de género se mantienen. Hay que destacar, sin embargo, que la magnitud de las diferencias de género en la esperanza de vida varía sustancialmente entre países cuando se desagrega por el estado de salud o el estado socioeconómico (nivel educativo o categoría laboral). Por ejemplo, el gráfico 1 muestra la esperanza de vida y la esperanza de vida con buena salud a los 50 años para hombres y mujeres, y se observa precisamente que las diferencias de género en la esperanza de vida saludable son menos evidentes. En el presente estudio, el indicador GALI (por la sigla en inglés, «Global Activity Limitation Instrument») se utiliza para definir la buena salud como respuesta a la pregunta: «Al menos, en los últimos 6 meses, ¿en qué medida se ha visto limitado debido a un problema de salud para realizar las actividades que la gente hace habitualmente?». Si los encuestados responden no tener ninguna limitación, se considera que tienen buena salud; si, por el contrario, manifiestan tener alguna limitación (que puede ser grave o menos grave), se considera que tienen mala salud.
Como se aprecia en el gráfico 1, el hecho de que la población de los países desarrollados tenga una vida más larga no significa necesariamente que vivan en condiciones de buena salud. Además, no hay una clara evidencia internacional sobre si estos años de vida adicionales se viven con niveles altos de felicidad.
2. ¿Por qué unos se sienten felices y otros no tanto?
En general, los niveles elevados de felicidad influyen positivamente en la longevidad, y las personas más felices viven más años (Koopmans et al., 2010). Ser feliz está asociado con niveles bajos de enfermedades crónicas, de hipertensión y de estrés. Además, el contexto y el entorno también influyen en nuestra felicidad. Por ejemplo, los individuos que viven en barrios más verdes y que perciben que el barrio es más seguro y funcional presentan niveles de felicidad más elevados. El capital social, medido directamente a través del PIB per cápita y de la confianza social generalizada en el contexto organizativo e indirectamente a través del índice de percepción pública de la corrupción en los gobiernos y empresas, es uno de los factores principales que nos ayuda a explicar por qué algunos países son más felices que otros (Bjørnskov, 2003). Dicho esto, y tal como indica el último World Report of Happiness (Helliwell et al., 2018), existen otros indicadores que contribuyen a explicar los distintos niveles de felicidad entre países: la esperanza de vida saludable, las relaciones sociales, la libertad personal y la generosidad monetaria hacia los más necesitados.
El gráfico 2 muestra el ranking de felicidad en seis países europeos a partir de los datos de la encuesta internacional Gallup World Poll entre 2015 y 2017. Esta encuesta define la felicidad al pedir a los entrevistados que evalúen la calidad de sus vidas en una escala del 0 al 10. Entre los países seleccionados, Suecia ocupa el primer lugar en la clasificación de felicidad, seguido de Alemania, Francia y España, mientras que Italia ocupa la última posición. La diferencia en la puntuación de la escala de 0 a 10 entre Suecia e Italia es de casi un punto y medio. En todos los países, el PIB per cápita, el apoyo social y la esperanza de vida saludable explican más del 50% de las puntuaciones de felicidad. La percepción de la corrupción es una variable importante a la hora de explicar las diferencias de felicidad entre países; no obstante, varía sustancialmente y es más relevante para los ciudadanos del centro y el norte de Europa que para los del sur. Aun así, y tal como puede apreciarse en el gráfico 2, existen factores adicionales de la evaluación de la vida (el epígrafe «Otros») no analizados aquí y que seguramente nos ayudarían a entender mejor las diferencias entre países.
3. Las mujeres viven más años, pero son menos felices
Si queremos profundizar y entender mejor cuál es la calidad de vida de las personas, es preciso combinar indicadores de salud objetivos (mortalidad) y subjetivos (percepción de la satisfacción con la vida) en distintos grupos sociales.
Actualmente, tenemos a nuestra disposición numerosas publicaciones que explican las diferencias en la supervivencia y en la esperanza de vida saludable entre hombres y mujeres, pero los estudios que analizan las diferencias de género en la esperanza de vida a partir de un indicador de bienestar subjetivo son mucho más escasos. Solé-Auró et al.(2018), en su análisis, utilizan datos de la cuarta oleada de la Encuesta de Salud, Envejecimiento y Jubilación en Europa (SHARE). La muestra total incluye información de 56.984 personas en 16 países europeos. La felicidad en la vida se mide en una escala que va de 0 (poca satisfacción en la vida) a 10 (mucha satisfacción). Se definen los niveles altos de felicidad agregando todas las respuestas que obtienen una puntuación elevada (de 8 a 10 en la escala).
El gráfico 3 presenta la esperanza de vida total, la esperanza de vida con buena salud y los años de vida con altos niveles de felicidad a los 50 años para hombres y mujeres. Además de observar una supervivencia más elevada de las mujeres en todos los casos, vemos que los países en los que la esperanza de vida es más elevada no son aquellos en los que se viven más años con felicidad. De hecho, el número de años con felicidad varía sustancialmente entre países y es revelador saber cómo se viven esos años de vida adicionales en cuanto a la felicidad. En el caso de las mujeres españolas o francesas, se observa que, a pesar de tener una de las esperanzas de vida más elevadas, la proporción de años felices es inferior a los demás países. En cambio, los hombres suecos tienen una esperanza de vida de las más elevadas, y una gran parte de estos años los viven con un alto nivel de felicidad. Como indican otros trabajos, las diferencias de género en salud y en felicidad no están estrechamente relacionadas. Por ejemplo, en España, Francia e Italia, la esperanza de vida a los 50 años es alta, pero también son los países con el número más elevado de años vividos con bajos niveles de felicidad.
El gráfico 4 muestra la proporción de años que quedan de esperanza de vida con altos niveles de felicidad a los 50 años para hombres y mujeres. Los hombres tienen más años de esperanza de vida con felicidad que las mujeres, en todos los países. Por consiguiente, en comparación con los hombres, las mujeres no solo viven más años con un estado de salud peor, sino también con menos felicidad. En España, por ejemplo, los hombres de 50 años se espera que vivan el 63% del tiempo restante de esperanza de vida con altos niveles de felicidad; para las mujeres, en cambio, este porcentaje sería del 57% (en valores absolutos, la diferencia sería de un año y medio). Este resultado (las mujeres viven más años, pero con menos felicidad) se podría explicar por las diferencias contextuales entre países, tales como la igualdad de género, las diferencias socioeconómicas (por ejemplo, la educación: en algunos países las mujeres tienen un nivel educativo inferior) o los niveles globales de participación en el mercado laboral (también inferiores en el caso de las mujeres).
4. Conclusiones
Este estudio proporciona evidencia empírica sobre un aspecto interesante y relevante de la investigación en salud para las sociedades avanzadas, en las que la esperanza de vida es elevada y sigue aumentando. En particular, revela cómo tanto los hombres como las mujeres viven la vida en relación con la felicidad en distintos países de la Unión Europea (Solé-Auró et al., 2018). Las mujeres, en comparación con los hombres, no solo tienen una mayor longevidad, sino que viven más años en un estado de menor felicidad. Además, se ha visto que los países con la esperanza de vida más elevada no son necesariamente los países con mayor felicidad, y, por otra parte, que los países en los que las diferencias de género en la esperanza de vida son elevadas (los casos de España y Francia), tampoco son los países que presentan diferencias de género elevadas en la percepción de felicidad (otros países como Alemania y Suecia presentan diferencias mucho mayores). Los resultados de las diferencias de género entre países pueden explicarse por distintos factores individuales y contextuales.
Entre los factores individuales, la mayor esperanza de vida de las mujeres con menor felicidad en algunos países podría deberse a la peor salud de las mujeress. Pero también es posible que las mujeres a edades más jóvenes experimenten una doble carga: cuidar a la familia y ocuparse del hogar, y, a edades más avanzadas, cuidar a sus parejas, que por lo general son mayores, y/o a sus padres. En cambio, ellas tienen una menor probabilidad de ser cuidadas en casa, ya que es más probable que vivan solas o que hayan perdido a su pareja. Por consiguiente, en algunos países, la mayor longevidad de las mujeres, pero vivida en una mayor proporción de años con menor felicidad, se debería a que tienen más problemas funcionales, dificultades para realizar las actividades de la vida diaria y también síntomas depresivos, indicadores que generalmente se dilatan en el tiempo si se comparan con las enfermedades letales que sufren los hombres (Crimmins et al., 2011).
Entre los factores contextuales, las diferencias entre países se explican por la desigualdad de género, diferencias salariales entre hombres y mujeres, el apoyo social a las personas mayores (disponibilidad de servicios en el hogar o residenciales), las diferencias socioeconómicas y la presencia de las mujeres en el mercado laboral (Van Oyen et al., 2010; Bambra et al., 2009).
5. Referencias
Este artículo se ha adaptado a partir del estudio:
SOLÉ-AURÓ, A.,D. JASILIONIS, P. LIY A. OKSUZYAN (2018):«Do women in Europe live longer and happier lives than men?», European Journal of Public Health, 28(5).
Otras referencias bibliográficas:
BJØRNSKOV, C. (2003): «The happy few: cross-country evidence on social capital and life satisfaction», KYLOS, 56(1).
BAMBRA, C., D.P. POPE, V. SWAMI, D.L. STAINSTREET, A.-J. ROSKAM, A.E. KUNST y A. SCOTT-SAMUEL(2009): «Gender, health inequalities and welfare state regimes: a cross-national study of thirteen European countries», Journal of Epidemiology and Community Health,63.
CRIMMINS, E.M., J.K. KIM y A. SOLÉ-AURÓ (2011): «Gender differences in health: results from SHARE, ELSA and HRS», The European Journal of Public Health, 21.
HELLIWELL, J.F., R. LAYARD y J. SACHS(2018): World Happiness Report 2018, Nueva York: Sustainable Development Solutions Network.
KOOPMANS, T.A., J.M. GELEIJNSE, F.G. ZITMAN y E.J.GILTAY (2010): «Effects of happiness and all-cause mortality during 15 years of follow-up: The Arnhem Elderly Study», Journal of Happiness Studies, 11(1).
MATHERS, C.D., G.A. STEVENS, T. BOERMA y R.A. WHITE (2015): «Causes of international increases in older age life expectancy», The Lancet, 385(9967).
VAN OYEN, H., B. COX, C. JAGGER, E. CAMBOIS, W. NUSSELDER, C. GILLES y J.-M. ROBINE (2010): «Gender gaps in life expectancy and expected years with activity limitations at age 50 in the European Union: associations with macro-level structural indicators», European Journal of Ageing, 7.
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