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1En España, el fenómeno de las parejas en las que solo trabaja la mujer es relativamente reciente, y en gran parte es consecuencia de la destrucción de empleo que afectó en mayor medida a los sectores de predominio masculino durante la recesión económica.
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2Las características de estas parejas han cambiado desde 2003: ahora son más jóvenes; es más probable que tengan hijos y que cohabiten; asimismo, hay más parejas en las que la mujer tiene un mayor nivel educativo.
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3Las familias en las que solo trabaja la mujer son más igualitarias que las demás. Esto se refleja en un reparto más equitativo de las tareas domésticas entre hombres y mujeres.
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4Sin embargo, en España no se ha dado un cambio sustancial en la brecha de género en el desempeño de estas tareas, que aún recaen mayoritariamente en la mujer, incluso cuando es el único miembro de la pareja que tiene un empleo remunerado.

El gráfico muestra cómo ha evolucionado, entre 2003 y 2010, la diferencia del tiempo (en minutos) dedicado a cada tarea según el género. La cifra, por tanto, significa el valor de esta diferencia.
Introducción
En los últimos tiempos se ha observado una transformación de los modelos familiares en la sociedad. La incorporación en masa de la mujer al mercado laboral ha sido uno de los cambios más importantes que han vivido las sociedades occidentales (Bianchi et al., 2000; Goldin, 2006). Las parejas en las que tanto el hombre como la mujer trabajan han pasado a ser la norma, mientras que las parejas en las que solo el hombre trabaja han disminuido. El número de parejas en las que solo trabaja la mujer o es quien aporta más ingresos al hogar también han aumentado, sobre todo durante la recesión económica. El estudio de estas parejas, conocidas en la terminología anglosajona como female breadwinner (mujer sustentadora), en contraposición al modelo tradicional de male breadwinner (hombre sustentador), en el que el hombre es el principal responsable de las tareas productivas, es importante porque suponen una nueva distribución de los roles de género en el hogar. Esto se aprecia especialmente cuando la única persona que trabaja es la mujer (Vitali y Arpino, 2016; Bueno y Vidal-Coso, 2017).
En España ha habido una evolución de los distintos tipos de pareja según la situación laboral de cada miembro (gráfico 1). A diferencia de la situación en otros países occidentales, donde en los años noventa las parejas en las que ambos trabajaban ya eran mayoría, en España todavía predominaba el modelo de hombre sustentador. Aun así, la tasa de ocupación femenina ha aumentado en las últimas décadas, como lo demuestra el hecho de que a principios de los noventa la proporción de las parejas en las que ambos miembros trabajaban no alcanzaban el 25% del total, mientras que actualmente superan el 50%.
La evolución de las parejas en las que solo trabaja la mujer muestra un aumento significativo a partir del inicio de la recesión económica. El motivo principal de dicho aumento es que la crisis financiera tuvo un mayor impacto en los empleos de predominio masculino, como en los sectores industriales y de la construcción. Hasta 2008, las parejas en las que solo trabaja la mujer representaban aproximadamente el 5% del total de parejas españolas, pero a partir de entonces la cifra empezó a aumentar, hasta que en el primer trimestre de 2013 alcanzó un máximo del 12,9%. A partir de ese año, la tasa ha ido disminuyendo paulatinamente y se ha estabilizado en torno al 10%.
¿Cuáles son las características de las parejas en las que solo trabaja la mujer? ¿Cómo se reparten los roles de género en España entre los miembros de estas parejas? Para dar respuesta a estas preguntas se comparan las parejas en dos momentos del tiempo: primero en 2003, cuando la economía estaba en expansión, y después en 2010, cuando estaba en recesión. Para medir la división de roles, se utiliza como indicador el reparto de tiempo de cada miembro de la pareja.
1. ¿Cómo se reparte el tiempo en las parejas en las que solo trabaja la mujer?
¿Qué diferencias hay entre el hombre y la mujer en las parejas con mujer sustentadora en lo que respecta al tiempo que destinan a cada actividad? Responder a esta pregunta resulta clave para comprender cómo se organizan los roles de género en los usos del tiempo de estas parejas.
El gráfico 2 muestra la diferencia del tiempo dedicado por mujeres y hombres a tres actividades: las tareas de la casa, el ocio y los cuidados personales. Estas diferencias reflejan el tiempo medio que destina cada uno a estas actividades diariamente. La parte superior del eje indica que las mujeres dedican más tiempo que los hombres, mientras que la parte inferior indica lo contrario.
La diferencia más interesante la observamos en el tiempo destinado a las tareas del hogar. A diferencia de lo que sucede en otros países, en España no cambia el signo de la brecha de género por lo que respecta al tiempo dedicado a las tareas domésticas, de modo que las mujeres siguen destinando más tiempo que los hombres a estas tareas, incluso aunque sean el único miembro de la pareja que trabaja.
No obstante, la diferencia es menor que en la muestra para el conjunto de parejas y, además, ha disminuido en el período de estudio. Es decir, en las parejas en las que la mujer es el único miembro que trabaja, el tiempo dedicado a las tareas de la casa se reparte más equitativamente entre el hombre y la mujer que en el conjunto de parejas. Además, en las parejas en las que solo trabaja la mujer, la brecha de género ha ido reduciéndose con el paso de los años.
En 2003, las mujeres de las parejas en las que solo trabaja la mujer destinaron 55 minutos más por día a las tareas del hogar que los hombres, mientras que en 2010 destinaron únicamente 13 minutos más. La reducción en la brecha de género es similar a la que se observa para todas las parejas.
Otra actividad en la que también se observa una diferencia significativa entre los tipos de pareja es la del tiempo destinado a ocio. En las parejas en las que solo trabaja la mujer, las mujeres dedican aproximadamente 3 horas menos por día que los hombres a actividades de ocio, con una reducción de unos 20 minutos entre 2003 y 2010. Es decir, en las parejas en las que solo trabaja ella, durante estos siete años la mujer ha reducido la diferencia en tiempo de ocio respecto al hombre, pero esta diferencia sigue siendo significativa. En cambio, la brecha de género es menos acusada en el conjunto de parejas: en 2010 los hombres disfrutaron de 45 minutos de ocio por día más que las mujeres, sin cambios significativos respecto a 2003.
Por último, en las parejas con mujer sustentadora, las mujeres dedican menos tiempo a los cuidados personales que sus parejas. No obstante, la brecha de género ha disminuido. Si se considera el conjunto de las parejas, la diferencia se aproxima a cero y se ha mantenido muy estable.
Parece pues que el mayor tiempo que las mujeres de las parejas en las que solo trabaja la mujer dedican a las tareas del hogar y al trabajo remunerado va en detrimento del tiempo que dedican al ocio y a los cuidados personales.
2. España en el contexto europeo
Como se ha visto en el apartado anterior, las diferencias de género en el reparto del tiempo persisten en las parejas españolas, así como –aunque en menor medida– en las parejas en las que el reparto de roles en el mercado laboral podría hacer prever una distribución más igualitaria, como, por ejemplo, las parejas de mujer sustentadora. Pero ¿qué sucede en los demás países europeos? El gráfico 3 muestra las diferencias de género en las tareas de la casa en algunos países: Italia (que, como se veía en el gráfico 1, ha protagonizado una incorporación masiva de la mujer al mercado laboral similar a la española), Francia y el Reino Unido (países en los que la incorporación generalizada de la mujer al mercado de trabajo se produjo con anterioridad).
En el gráfico puede observarse que para el conjunto de parejas la diferencia es positiva en todos los países, es decir, que las mujeres dedican más tiempo a las tareas de la casa. Hay diferencias importantes entre países: en el Reino Unido y Francia la diferencia está ligeramente por encima de una hora, mientras que en Italia llega a las 3 horas.
En cuanto a las parejas en las que solo trabaja la mujer, se observan dos pautas distintas. Por una parte, en España e Italia la mujer sigue siendo quien más tiempo dedica a las tareas del hogar. La diferencia es especialmente significativa en Italia (más de una hora). Por otra, en Francia y el Reino Unido se da una inversión de la situación y los hombres dedican más tiempo que sus parejas a las tareas domésticas.
Así pues, comparada con otros países europeos, España aún está lejos de la igualdad, ya que en algunos países las parejas en las que solo trabaja la mujer han llegado a invertir las diferencias en las tareas de la casa. Aun así, la situación es mejor que en Italia, donde las desigualdades de género siguen siendo considerables y donde las parejas de mujer sustentadora presentan todavía importantes desigualdades en el reparto de las tareas domésticas.
3. Principales características de las parejas españolas en las que solo trabaja la mujer
Las principales características de las parejas en las que solo trabaja la mujer se han estimado en los dos momentos de observación (gráfico 4). Las cifras revelan que estas características han cambiado significativamente en España en los siete años transcurridos entre 2003 y 2010. La proporción de parejas con mujer sustentadora ha aumentado considerablemente en este período (pasando del 5% al 10,7%), lo que ha hecho variar sus características.
Durante la recesión económica, las parejas en las que solo trabaja la mujer pasaron a ser más jóvenes en España. Entre 2003 y 2010, la edad media de cada uno de los miembros de estas parejas disminuyó casi en cinco años. Como resultado, en 2010 eran ligeramente más jóvenes que los miembros del conjunto de parejas, mientras que en 2003 eran significativamente mayores.
Otro cambio notable en las características de las parejas españolas en las que solo trabaja la mujer (gráfico 4) es el aumento del número de parejas que cohabitan (no están casadas) y que tienen hijos. La proporción de parejas con mujer sustentadora que cohabitan ha pasado del 7,2% en 2003 al 16,7% en 2010, lo que supone un considerable aumento. La proporción de parejas que cohabitan en el conjunto de la población también ha aumentado, aunque en menor medida. En gran parte este dato es consecuencia del rejuvenecimiento observado, ya que las parejas más jóvenes tienen mayor propensión a la cohabitación.
Por otra parte, las parejas con mujer sustentadora tienen menos hijos en comparación con el conjunto de parejas, tanto en 2003 como en 2010, pero aun así las parejas con hijos en las que solo trabaja la mujer aumentaron más de 10 puntos en este período, mientras que el aumento para el conjunto de la población fue de solo 3,6 puntos. De hecho, la proporción de parejas con mujer sustentadora e hijos superó el 50% en 2010. Hay que tener en cuenta que la presencia de hijos en el hogar afecta muy significativamente a la división de roles en la pareja. Así, las parejas sin hijos a menudo presentan un comportamiento más igualitario de tareas, mientras que la llegada de descendencia suele ser el detonante de diferencias crecientes en el reparto del tiempo (Ajenjo y García Román, 2014).
La distribución de las parejas según el nivel educativo también presenta diferencias significativas entre el conjunto de parejas y las que solo trabaja la mujer, así como diferencias en el tiempo. En las parejas con mujer sustentadora, la proporción de mujeres con mayor nivel educativo que el hombre es más elevada. Esta diferencia ha aumentado significativamente en el período de análisis (de una quinta parte en 2003 han pasado a casi un tercio en 2010). En cambio, la proporción de parejas en las que el hombre tiene mayor nivel educativo ha disminuido, al igual que las parejas en las que ambos miembros tienen el mismo nivel educativo. En general, el crecimiento de la población con estudios superiores ha sido más elevado entre la población femenina, de modo que es más probable que la mujer tenga un mayor nivel educativo. En las parejas en las que solo trabaja la mujer, el hombre que ahora está desempleado trabajaba en los sectores más afectados por la crisis (construcción e industria), en los que el nivel educativo requerido es menor.
El gráfico 5 muestra la distribución de la población por grupos de edad y sexo; así se entienden mejor los cambios en las edades medias de las parejas en las que solo trabaja la mujer. En 2003, una elevada proporción de las parejas con mujer sustentadora se concentraba en la cúspide de la pirámide, ya que eran parejas en las que el hombre ya estaba jubilado y la mujer aún no.
En 2010, en cambio, había una proporción más elevada en el grupo de menores de 45 años. Si se tiene en cuenta que, según la definición adoptada en el presente estudio, estas parejas están compuestas por una mujer ocupada y un hombre no ocupado, puede concluirse que el motivo del aumento de las parejas en las que solo trabaja la mujer está relacionado con un crecimiento del desempleo masculino, ya que en un primer momento la crisis afectó a los sectores más masculinizados.
4. La redefinición de los roles: Pocas razones para el optimismo
Los datos sobre cómo reparten su tiempo las parejas nos han permitido analizar los hogares en los que solo trabaja la mujer en España, así como explorar posibles tendencias temporales al comparar los datos de encuestas de 2003 y 2010. También se han comparado las familias con mujer sustentadora y otros tipos de familias.
A diferencia de otros países en los que la proporción de parejas con mujer sustentadora se ha mantenido estable en las últimas décadas, en España este tipo de parejas son una relativa novedad y, en gran medida, el resultado de la destrucción de empleo más intensa que ha afectado a los sectores laborales de predominio masculino durante la recesión económica. Tradicionalmente, las parejas españolas en las que solo trabajaba la mujer eran sobre todo el resultado de un hombre jubilado y una mujer aún en el mercado laboral, pero más recientemente estas parejas tienden a ser más jóvenes y se han visto afectadas por un mayor impacto del desempleo en puestos de trabajo de predominio masculino. En 2010, las parejas españolas con mujer sustentadora eran más jóvenes y tenían más probabilidades de cohabitar y tener hijos, así como una mayor proporción de mujeres con un nivel educativo superior al de sus parejas que en 2003.
El análisis de la distribución del tiempo muestra que las parejas en las que solo trabaja la mujer son más igualitarias que los demás tipos de parejas, como lo reflejan las menores diferencias de género a la hora de realizar las tareas domésticas (los hombres se implican más). Aun así, es interesante observar que en España esta tendencia difiere de la que se observa en otros países como Francia o el Reino Unido, en los que el hombre dedica más tiempo a las tareas de la casa cuando está en el paro o jubilado y su pareja trabaja. En España se mantiene el signo de la brecha de género en el tiempo dedicado a las tareas del hogar, y las mujeres siguen destinando más horas a realizarlas incluso cuando son el único miembro de la pareja que trabaja. Al parecer, las parejas con mujer sustentadora tienen un significado distinto en España: si eres mujer y eres la única que trabaja de la familia, seguirás teniendo doble jornada, tanto dentro como fuera de casa.
A la hora de explicar el reparto de roles en el hogar, las parejas españolas en las que solo trabaja la mujer parece que se ajusten más a la perspectiva de la socialización de géneros. Según esta perspectiva, las tareas del hogar son un campo simbólico en el que hombres y mujeres actúan en función de las expectativas, basándose en su identidad de género. Por lo tanto, aunque los roles de género en la esfera productiva se hayan intercambiado, las mujeres siguen desempeñando más tareas domésticas de lo que cabría esperar (West y Zimmermann, 1987). De un modo similar, cuando se rompe el modelo tradicional de la familia de hombre sustentador, se da un efecto neutralizador de la desviación de género, y los maridos que pasan a ser más dependientes en materia de ingresos intentan reforzar sus expectativas de género dedicando aún menos tiempo a las tareas de la casa (Brines, 1994). En la sociedad española, las normas de género tradicionales parecen estar más arraigadas que en otras sociedades, y el papel de la mujer como responsable principal de las tareas del hogar sigue teniendo un gran peso (Sevilla Sanz, 2010).
En el futuro, cabe esperar que una mayor proporción de hombres en parejas en las que solo trabaja la mujer acaben encontrando también trabajo. La inestabilidad y precariedad del mercado laboral español hace difícil mantener a una familia con un único sueldo. En este contexto, las familias en las que solo trabaja una persona (sea el hombre o la mujer) no son sostenibles. Teniendo en cuenta las contradicciones de una distribución de roles de género en las tareas del hogar en un contexto en el que la división del trabajo remunerado es desigual (cuando solo la mujer trabaja), no es posible ser demasiado optimistas ante la futura distribución de estos roles cuando dichas parejas vuelvan a tener trabajo remunerado, tanto él como ella. Volver a la situación de una pareja y dos sueldos podría conllevar un aumento de la brecha de género en las tareas domésticas cuando el hombre se reintegra al mercado laboral y su disponibilidad de tiempo disminuye.
5. Apunte metodológico: las Encuestas de Empleo del Tiempo como herramienta para conocer la distribución de las tareas domésticas
Los datos utilizados provienen de la Encuesta de Empleo del Tiempo realizada por el Instituto Nacional de Estadística (INE). La información se obtiene a través de un diario en el que los encuestados anotan todas las actividades que realizan a lo largo de un período de 24 horas. Además de estas actividades, también proporcionan información sociodemográfica sobre ellos mismos y su familia. La encuesta no tiene periodicidad definida y hasta ahora se han llevado a cabo dos ediciones: 2002-2003 y 2009-2010 (para simplificar, indicamos 2003 y 2010). La muestra de 2003 estaba compuesta por 46.774 individuos que vivían en 20.603 hogares. La de 2010 constaba de 25.895 individuos que residían en 9.541 hogares.
El estudio ha considerado únicamente las parejas heterosexuales en las que ambos miembros tienen entre 15 y 64 años. El análisis combina la información sociodemográfica y los datos obtenidos con los diarios. Las características que incluye el análisis están en sintonía con lo que otros estudios previos consideraban como factores determinantes a la hora de explicar las diferencias en el reparto del tiempo (Ajenjo y García Román, 2014). Estas características son: situación laboral, nivel educativo, edad, tipo de unión (matrimonio o cohabitación) e hijos.
El tipo de pareja según la situación laboral considera qué miembro de la pareja está trabajando. Los individuos ocupados pueden trabajar a tiempo completo o parcial, mientras que los individuos no ocupados pueden estar en el paro o bien fuera de la población activa. Esta variable nos sirve para definir, en el presente estudio, las parejas con mujer sustentadora como las parejas en las que solo trabaja la mujer.
A partir del diario de 24 horas se ha calculado el tiempo invertido en diez tipos de actividades (tareas del hogar, el ocio y los cuidados personales, cuidados a otras personas, comidas, ir de compras, estudios, transporte para ir a trabajar, otros). La suma de todas las actividades para cada persona es de 1.440 minutos (24 horas). En este estudio solo se recogen los resultados para las tareas del hogar, el ocio y los cuidados personales, actividades en las que existen más diferencias en el tiempo invertido por hombres y mujeres.
6. Referencias
AJENJO, M., y J. GARCÍA ROMÁN (2014): «Cambios en el uso del tiempo de las parejas. ¿Estamos en el camino hacia una mayor igualdad?», Revista Internacional de Sociología, 72(2).
BIANCHI, S.M., M. MILKIE, L. SAYER, y J. ROBINSON (2000): «Is anyone doing the housework? Trends in the gender division of household labor», Social Forces, 79(1).
BRINES, J. (1994): «Economic dependency, gender, and the division of labor at home», The American Journal of Sociology, 100(3).
BUENO, X., y E. VIDAL-COSO (2017): «Households economically headed by women in times of expansion and crisis: the case of Latin American migrants in Spain», Revista de Historiografía, 26.
GARCÍA ROMÁN, J. (2017): «The division of gender roles in female breadwinner couples in the United States and Spain», Papers de Demografia, 457.
GOLDIN, C. (2006): «The quiet revolution that transformed women’s employment, education and family», American Economic Review, 96.
SEVILLA-SANZ, A. (2010): «Household division of labor and cross-country differences in household formation rates», Journal of Population Economics, 23(1).
VITALI, A., y B. ARPINO (2016): «Who brings home the bacon? The influence of context on partners’ contributions to the household income», Demographic Research, 35(41).
WEST, C., y D.H. ZIMMERMANN (1987): «Doing gender», Gender & Society, 1(2).
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