Si nos atenemos al Índice de Economía y Sociedad Digital (DESI), elaborado por encargo de la Comisión Europea, España ha mejorado posiciones entre los 28 estados miembros de la Unión Europea (UE): desde el puesto 15 en el año 2014 al décimo en el año 2018, por encima de Alemania y Francia (Comisión Europea, 2018). El DESI es un índice sintético que resume unos 30 indicadores relevantes en torno a los avances en la digitalización en Europa, agrupados en cinco dimensiones: conectividad, capital humano, uso de internet, integración de la tecnología digital y servicios públicos digitales.
Según este índice, España estaba en el año 2018 por encima de la media europea en conectividad (banda ancha fija y móvil, banda ancha rápida y ultrarrápida, precios), y destacaba en integración de la tecnología digital y en servicios públicos digitales, pero quedaba por debajo de la media en capital humano y en uso de internet (gráfico 1).
Los servicios públicos digitales (e-administración) constituyen la dimensión en la que España sobresale más, pues ocupa el puesto número 4 dentro de la UE, solo por detrás de Finlandia, Estonia y Dinamarca. España también destaca, ocupando el puesto número 7, en integración de la tecnología digital, siendo esta la dimensión en la que más ha avanzado en los últimos años.
Cuando nos referimos a la integración de la tecnología digital establecemos dos grandes apartados: por un lado, la digitalización de las empresas, sobre todo las relacionadas con los medios de comunicación, información electrónica, etc.; y por otro lado, el e-comercio, esto es, las ventas o negocio online o por internet, que incluye el acceso a los mercados exteriores. España sobresale en el primer apartado, mientras que queda bastante rezagada en el segundo debido a la debilidad que muestran las pequeñas y medianas empresas para adaptarse a la economía digital por falta de conocimiento sobre sus potencialidades, y a los escasos recursos destinados al acceso y a la formación.
Entre las dimensiones en las que España está por debajo de la media de la UE, según el DESI, cabe destacar el capital humano, que incluye el conocimiento y el uso de herramientas informáticas básicas y avanzadas.
El informe revela que apenas el 55% de las personas entre 16 y 74 años tienen capacidades digitales básicas y que los especialistas en TIC representan solo el 3% de la población con empleo. Esta importante carencia deriva en parte del sistema educativo, pero también de un modelo productivo que se sustenta en una elevada presencia de empleos inestables que no contribuyen a la adquisición de conocimientos y habilidades en el puesto de trabajo.
En cuanto al uso de los servicios que proporciona internet, esto es, comunicarse, consumir contenidos de la red, hacer compras o utilizar banca online, aunque en su conjunto España está algo por debajo de la media de la UE, en muchos de sus indicadores las diferencias son muy pequeñas.
Otros informes ofrecen una visión menos optimista de la digitalización en España que la del DESI. Por ejemplo, el Digital Economic Opportunity, que elaboran Accenture y Oxford Economics (Accenture y MWCB 2017), sitúa a España en el puesto número 11 entre los 14 países por ellos analizados, por debajo y a distancia de los Estados Unidos, el Reino Unido, Suecia o los Países Bajos, por citar los cuatro países que encabezan el ranking; además, la puntuación de España decrece entre 2014 y 2016.
Esta pérdida de posiciones es el resultado de múltiples causas, de las que el informe destaca las siguientes:
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El bajo nivel de conocimientos digitales por parte de la población, que se acompaña con una escasa inversión por parte de las empresas en formación digital.
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La falta de visión y estrategias claras sobre la digitalización, con escasas inversiones al respecto.
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Un marco regulatorio excesivamente rígido.
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La baja inversión en innovación y el difícil acceso a la financiación tampoco han contribuido a la transformación digital en España.
El informe DESI señala, además, que en España el peso del sector de las TIC en el producto interior bruto (PIB) se sitúa por debajo de la media de la UE (en el año 2015 ocupaba el puesto 20 entre los 28 estados miembros). Asimismo, España puntúa por debajo de la media si se atiende a la participación del sector TIC en el empleo total, hallándose en este caso en el puesto 19 (EC 2018).
En un sentido similar se muestran los datos sobre inversión en investigación, desarrollo e innovación (I+D+i), un elemento clave en el proceso de digitalización y del necesario cambio en la estructura productiva. Si la mayoría de los países de la UE han incrementado la inversión en I+D+i desde el momento álgido de la crisis (aunque solo Suecia, Alemania, Austria y Dinamarca han superado el 3% del PIB en 2017), en España esta inversión ha descendido del 1,36% del PIB en 2010 al 1,21% en 2017, habiendo superado el 1,3% del PIB solo entre 2009 y 2011. Para concretar, en 2016 España invirtió en I+D+i 283,6 euros por habitante, muy por debajo de la media de UE y de la Eurozona (587,7 y 654,8 euros, respectivamente).
