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¿Avanza la ciencia a golpe de funerales?
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1Cuando una persona que realiza investigación de alto nivel desaparece prematuramente, en su campo se produce una proliferación de los artículos escritos por gente con la que nunca había colaborado.
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2Esta proliferación no se debe a una reorganización del liderazgo dentro del campo, sino a la entrada de nuevos científicos ajenos al mismo. Los datos indican que el incremento de las nuevas aportaciones se concentra en cuestiones esenciales, pero incluyendo más ideas procedentes de entornos a los que el científico fallecido no había contribuido.
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3Los nuevos artículos ofrecen aportaciones relevantes, a juzgar por su impacto a largo plazo en cuanto a citas recibidas.
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4La entrada de nuevos actores es de menos impacto allí donde el legado de una red de colaboradores compacta es capaz de mantener barreras de entrada, ya sea a través de barreras intelectuales o sociales.
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5Las reticencias a considerar e incorporar ideas de vanguardia solo se suavizan cuando los actores de un campo de investigación están dispuestos a aceptar y a respaldar nuevas ideas.

Cinco años después de la muerte de una gran figura científica sus colaboradores publican en torno al 40% menos. Durante el mismo tiempo, el número de publicaciones de los no colaboradores aumenta un promedio del 8%. Dado que el número de no colaboradores es mucho mayor que el de colaboradores, la actividad de los no colaboradores acaba compensando por completo la menor productividad de los colaboradores, y el efecto aumenta a lo largo de los años. Observamos un comportamiento similar si en vez de publicaciones científicas nos centramos en el destino de la financiación científica: tras la muerte de la eminencia, los científicos ajenos al campo en el que trabajaba el científico fallecido no solo publican con más ímpetu, sino que también reciben más financiación.