El primer análisis del gasto sanitario público basado en los microdatos de utilización generados por sus usuarios desvela que más de la mitad del presupuesto de salud se destinó a la atención médica de tan sólo un 5% de la población. En concreto, un 51% del presupuesto que el Departamento de Salud tiene para atender a 7,5 millones de personas se dedicó a unas 375.000, con un gasto medio de casi 10.000€ por persona. En esa minoría se incluye un 1% de la población que consumió el 23% de los recursos (22.852€ por persona). El estudio, basado en datos de 2014, pone sobre la mesa una gran variabilidad del gasto individual en función de las necesidades médicas. Entre el 95% de la población que fue responsable del 49% del desembolso cabe destacar que la mitad de la población catalana fue responsable del 3,6% del gasto sanitario total, con una media de 71€ por persona.

La principal partida de gasto sanitario es la atención hospitalaria y representa el 27,7% del total, seguida de la atención primaria, con el 22,7%. A continuación se encuentra el gasto en fármacos, con el 17,5%, la medicación hospitalaria de dispensación ambulatoria (9,5%), las consultas externas (7,8%) y las urgencias (5,0%). El resto de ámbitos (hospitales de día, atención sociosanitaria, salud mental, diálisis, transporte médico no urgente, cirugía menor ambulatoria, terapias de respiración a domicilio, rehabilitación ambulatoria y hospitalización a domicilio) representan, en conjunto, menos del 10% del presupuesto. 

Esta distribución no presenta grandes cambios en el tiempo con respecto a la conocida preponderancia de la atención hospitalaria, la primaria y la farmacia. Sí destaca, sin embargo, la importancia emergente del gasto en medicación hospitalaria de dispensación ambulatoria, que ha crecido de manera exponencial en los últimos años.

El gasto sanitario medio de mujeres y hombres es creciente a medida que aumenta la edad. El valor más elevado se da entre los 80 y los 84 años, cuando ellos requieren una media de 3.387€ anuales y ellas, de 2.723€. En el extremo opuesto, el momento de menor frecuentación de los servicios sanitarios tiene lugar de los 15 a los 19 años en las mujeres y de los 20 a los 24 en los hombres. El gasto medio siempre es superior en los hombres que en las mujeres, excepto en las mujeres de 15 a 39 años, coincidiendo con la edad fértil.

El gasto total más alto se destina a la población de entre 40 y 79 años, coincidiendo con los grupos poblacionales más cuantiosos. También es más alto en los hombres que en las mujeres, exceptuando las de edad fértil y las de edades comprendidas entre 80 y 89 años, ya que son más que los hombres. Estas diferencias de gasto según género se deben a la mayor utilización de los servicios sanitarios de los hombres por las patologías que padecen, pero también a un sesgo hacia una mayor intensidad en la atención sanitaria a los hombres, como la literatura científica ya ha demostrado antes (Ruiz Cantero, 2009).

El examen de la utilización y del gasto sanitario de 2014 en Cataluña también ha permitido comprobar que el tipo de utilización del sistema sanitario público se va modificando con la edad. En los grupos de edad más jóvenes, el gasto más relevante tiene que ver con la atención primaria (especialmente en mujeres) y las urgencias. A medida que la edad aumenta, toma importancia el gasto en atención hospitalaria (siempre  mayor en los hombres que en las mujeres excepto, de nuevo, en la edad fértil) y el gasto en fármacos.

El gasto en atención hospitalaria, el mayor respecto al total del presupuesto, es más importante en los hombres de hasta 14 años que en las mujeres. En ese punto, coincidiendo con su etapa fértil, son éstas las que requieren un mayor consumo de recursos hospitalarios. Posteriormente, la situación se vuelve a intercambiar y los hombres vuelven a ser los usuarios que más recursos utilizan, especialmente a partir de los 70 años. En cambio, el gasto en fármacos es mayor en los hombres hasta los 39 años y en las mujeres a partir de los 40.

El gasto medio necesario para tratar una enfermedad oscila entre los 2.854€ de la depresión grave a los 8.097€ por el contagio del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). Pero los tratamientos más caros no son los que generan los mayores costos globales. La diabetes, con el segundo menor coste unitario (3.149€),  supone el mayor gasto total (1.763 millones de euros) dada su alta prevalencia. En cambio, el VIH representa uno de los gastos más bajos a pesar de que su tratamiento sea el de mayor coste. Una situación muy similar ocurre con el cáncer: el coste unitario de su tratamiento es alto pero el gasto global no lo es, ya que afecta a un número relativamente pequeño de personas. En términos totales, las enfermedades más costosas después de la diabetes son la EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica), la insuficiencia renal crónica y la insuficiencia cardíaca.

El número de enfermedades crónicas es un determinante importante de la utilización de los servicios sanitarios y, en consecuencia, del gasto sanitario (Monterde et al., 2016; Coderch et al., 2014). El 22% de la población padece una enfermedad crónica, lo que supone un gasto sanitario anual de 413€ por persona. Pero la necesidad de recursos se incrementa progresivamente a medida que las enfermedades crónicas se acumulan. Con cinco (un 5,4% de la población) el gasto se eleva a 2.413€; con diez (un 0,2% de la población), a 9.626€ y con trece (un 0,02% de la población), a 18.780€.

Conocer la distribución poblacional del gasto sanitario permite identificar qué grupos de pacientes tienen un mayor nivel de necesidades, qué enfermedades son más intensivas en gasto sanitario y qué partidas representan una mayor proporción del gasto. Se trata, pues, de un instrumento de gran utilidad en la planificación de los servicios sanitarios y la priorización de políticas sanitarias. De ahí que resulte muy interesante conocer las características del 5% de la población que realiza la mayor parte del gasto sanitario (edad, sexo, número de enfermedades crónicas, patologías, proximidad a la defunción, etc.) y priorizar intervenciones de política sanitaria y/o social en este colectivo.

Este trabajo también abre la puerta a profundizar estos análisis sobre enfermedades concretas y repetirlos con datos anteriores y posteriores para determinar el impacto que tiene en el gasto sanitario la aparición de de nuevas técnicas diagnósticas y terapéuticas y hacer estimaciones del gasto futuro.

Este artículo se ha adaptado a partir del estudio:

VELA, E., CLÈRIES, VELLA, V.A., ADROHER, C. y GARCÍA-ALTÉS, A. (2017): Análisis poblacional del gasto en servicios sanitarios en Cataluña (España): ¿qué y quién consume más recursos?
 

Otras referencias bibliográficas:

CODERCH, J.; I. SÁNCHEZ-PÉREZ, y P. IBERN, et al. (2014): «Predicción del riesgo individual de alto coste sanitario para la identificación de pacientes crónicos complejos». Gaceta Sanitaria, 28(4):292-300.

MONTERDE, D.; E. VELA, y M. CLÈRIES (2016): «Los grupos de morbilidad ajustados: nuevo agrupador de morbilidad poblacional de utilidad en el ámbito de la atención primaria». Atención Primaria, 48(10):674-682.

RUIZ CANTERO, M. T. (2009): Sesgos de género en la atención sanitaria, Serie Nueva Salud Pública, 4, Granada: Escuela Andaluza de Salud Pública.

WAMMES, J. J. G.; P. J. VAN DER WEES, et al. (2018): «Systematic review of high-cost patients’ characteristics and healthcare utilisation», BMJ Open, 8(9), DOI: 10.1136/bmjopen-2018-023113.